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Era decir poco que ella era maravillosa, era un pétalo salido del capullo más tierno y dulce.

Su mano recorrió suavemente sus firmes pómulos dejando al descubierto la sonrosada piel pecosa. Seguió recorriendo hasta que el agua caía en su cuerpo en cascada. Su mano tocó lentamente explorando su rostro, ahora limpio, dejando por fin al descubierto por completo su mirada.

Era hermosa.

El demonio siguió y siguió masajeando la piel, haciendo salir poco a poco la suciedad. Desde sus largos cabellos que caían en gotas sobre sus pequeños pechos.

Era como tratar con un dócil gatito que ronroneaba a cada caricia. O eso pensaba Meliodas, porque era un hecho que no cabía en la mente de la joven que esto fuera real. Nerviosa y con la mirada baja dejando que esas suaves manos recorrieran su cuerpo desnudo.

Meliodas la había llevado cargada en sus brazos hasta un pequeño arroyo, lo suficientemente cálido para no causar un resfriado en la hadita.

Cuando llegaron, en la rocosa orilla iba Meliodas y colocó cuidadosamente a la joven en el agua traslúcida, dejando poco a la imaginación de su cuerpo debajo del agua.

Meliodas fue puro instinto. Fue primitivo. Justo ahora, su único objetivo era cuidar a la pequeña hada.

Mientras más lavaba su cuerpo, más emebelsado estaba.

Poco a poco quedó completamente limpia y plenamente visible en cada rasgo suyo.





Meliodas había previsto esto, cuando la limpiaba.

Se enganchó de esta hada.

Meliodas suspiró y con una última mirada despegó sus manos del cuerpo de la hada y giró su cabeza. No podía perder el tiempo.

Ya decidió que hacer.

— Levántate y sígueme. Te daré algo con que vestirte. Sígueme y . . . Un momento . . . ¡¡¡!!!

Miwako al parecer salió de su delirio y se levantó inmediatamente sin escuchar, olvidando por completo cubrir su intimidad.

. . .

Meliodas pensó que ya se había acostumbrado a la vista desnuda de la joven, pero al parecer aún calaba en él, su efecto.

Se estremeció. Y sin prever sus reacciones, ambos giraron el cuerpo completo en posiciones opuestas. Estaban de espaldas cada uno.

Giraron nuevamente y chocaron miradas por un microsegundo.

Sin duda alguna, estaban nerviosos y sonrojados.

Una no sabía cómo cubrirse, pues no tenía tantas manos ¡Dios!
La capa de Meliodas fue desechada poco después de quitarla del cuerpo de la joven. Estaba cubierta de barro.















Meliodas no actuó racionalmente. Nadie tenía que confundirse, él era un demonio y posiblemente el ser más oscuro, pero no era un mounstro, no sobrepasaría los límites más de los que ya los había cruzado.

Que tonto era. No debió botar su capa.

¡Ah! Era imposible buscar una solución tan rápido.

Ella no podia seguirla desnuda. Además de la vestisca fresca que rozaba lo frío. Se resfriaria.

Un momento. En primer lugar, ¿Por qué le importaba si ella cogía un resfriado o si simplemente moría?

¡¿Por qué?! ¡Él era un demonio, el primogénito del rey!

No, no tenía porque siquiera considerarlo. Él era mejor que un sujeto demente, tenía sentido común y eso implica respetar a su prójimo.

Demonio penoso |Meliodas x Miwako| Nanatsu No Taizai x Paradise Kiss Donde viven las historias. Descúbrelo ahora