Año 27 D.C.D.

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Fue una violenta noche de tormenta la que azotaba Ciudad de Vretias aquel día del año 27 tras la caída de los dragones en la Gran cacería. 24 años tras la Guerra de unificación del continente frente a las demás colonias que no fueran la Vrectanita. 22 años tras el fin de la Guerra de independencia. 22 años tras la coronación de Trilled "Matadragones" Drakell como único soberano en el continente de Cosdor.

Lady Lasan, esposa del emperador Zhork Drakell, hijo de Trilled; agonizaba en su cama acompañada de matronas, la emperatriz, agarrándole su mano derecha; y el equipo médico del enorme castillo. El parto había durado horas. Horas de incesante dolor constante intentando sacar al futuro heredero del Imperio de Cosdor.

Por un lado, Zhork, caminando por círculos en la habitación, haciendo caso omiso de los gritos de su esposa y de sus solicitudes de apoyo. Mordiéndose las uñas, con la mirada perdida en el suelo. Por otro lado, Trilled, el emperador; que a sus 54 años de edad imponía de la misma forma que cuando fue coronado. Mirando a Lady Lasan, con una cara de indiferencia, apoyado en la ventana siendo acompañado por el chocar de las gotas de lluvia en el cristal. Inmóvil y rígido.

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh! -Gritó la emperatriz.

- ¡Por los Padres -Gritó Zhork. -, ¿cuanto falta?!

-Pronto, mi emperador. -Contestó el jefe de médicos de la corte. -La dilatación se encuentra en su punto máximo.

El emperador continuó como si nada, de brazos cruzados, apoyado en la ventana, esperando por ver el nacimiento de su nieto. Un fuerte contraste con su hijo, quien se encontraba agitado. Apenas quedaba rastro de sus uñas, sus ojos se agitaban y la sangre empezaba a brotar de sus dedos.

-Zhork... -Dijo Trilled, acercándose a su hijo.

-Padre, no puedo soportarlo. ¡Es mucho!

-Zhork... -Al escuchar nuevamente su nombre se limitó a callar. -He criado a un emperador. No a un cobarde. Este es el nacimiento de tu hijo. Si no puedes soportarlo, ¿Qué te hace creer que podrás manejar a todo un imperio?

-Yo... -Zhork no podía decir nada. Sabía que era imposible refutar a alguien tan inteligente y observador como su padre.

-Sal de aquí y tranquilízate. Piensa en lo que te he dicho. Antes de que me decepcione aún más.

-Sí, padre... -Respondió el futuro emperador, retirándose con rapidez de la sala.

Trilled se acercó a la cama, fijando su mirada en Lady Lasan, quien todavía agonizaba. Su esposa, en cambio, se veía preocupada, acompañando a Lady Lasan desde el inicio del parto.

- ¡Cabeza saliendo!

Aquellas palabras desviaron la mirada del emperador hacia el grupo de médicos reunidos en torno a las partes de la esposa de su hijo. Tras unos minutos de esfuerzo, finalmente se escucharon unos llantos, junto al suspiro de alivio y cansancio de Lady Lansa.

-Es un niño, mi emperador. -Comentó el jefe de médicos, lo que dibujó una sonrisa en la cara del emperador.

-Dádselo a la madre. -Respondió Trilled.

-Por supuesto, mi emperador. -Respondió el jefe de médicos, acercándose a Lansa y dándole su bebé en sus brazos.

El rostro de la mujer no tenía precio. Era una alegría que no se podía medir con palabras. Algo que, para ella y todos los presentes, excepto Trilled; fue maravilloso.

-Has hecho bien, niña. -Le dijo Trilled. -Ahora nómbralo.

Como era costumbre en sus creencias religiosas, la mujer tenía el derecho de nombrar al vástago. Tras unos momentos pensando, Lansa finalmente habló.

-Lorgan...

La Elegía de CosdorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora