Un hombre que se acercaba a la tercera edad contemplaba un casco amarillo que flotaba en la inmensa oscuridad que lo envolvía. La soledad del lugar era abrumadora.
-Nabu, no hagas esto. Si esa historia es cierta, liberar lo que hay dentro de la prisión confinadora puede ser extremadamente peligroso -advertía aquel hombre, quien se apoyaba con un bastón, su rostro surcado por las huellas del tiempo y la preocupación. Sus ojos, llenos de sabiduría y temor, miraban fijamente a su interlocutor, tratando de hacerle entender la gravedad de la situación. La atmósfera se tornaba tensa, y cada palabra parecía resonar en el aire, como un eco de advertencia.
Un leve silencio siguió a la voz de aquel hombre, una pausa que cargaba con un peso palpable. El ser con el que conversaba, en profunda reflexión, parecía sopesar la antes advertencia. Su mirada se perdía en el horizonte, como si buscara respuestas en la vasta nada que los rodeaba. La tensión en el aire se hacía densa, y el hombre, consciente de la indecisión de su compañero, aguardaba con la esperanza de que la razón prevaleciera.
-Kent Nelson, eres un receptáculo perfecto. Sin embargo, tu cuerpo comienza a envejecer, y debo buscar otro portador lo antes posible. ¿Y qué mejor que un ser como el que estos antiguos textos describen?- Declaró Nabu, mientras sostenía un extraño libro en sus manos, cuyas páginas estaban llenas de símbolos arcanos y secretos olvidados. Su voz resonaba con una mezcla de determinación y urgencia, revelando la inquietante realidad de su búsqueda.
A pesar de la explicación de su compañero, el hombre no parecía en absoluto convencido. Su expresión reflejaba una mezcla de desconfianza y temor, como si las palabras de Nabu resonaran en su mente aunque no lograrían calar en su corazón.
-Te recuerdo que ese clan Gojo utilizó todo su poder para sellarlo en esa prisión confinadora y encerrarlo en el propio vacío entre realidades -exclamó Kent Nelson, su voz resonando con la urgencia de la advertencia. Recordaba vívidamente las notas del antiguo libro, llenas de relatos sobre la formidable entidad que habían mantenido a raya durante siglos.
Las palabras de Kent flotaban en el aire, cargadas de un peso histórico. La idea de liberar a un ser tan poderoso, uno que se vieron en la obligación de contener, lo llenaba de inquietud.
-El linaje de hechiceros ha dejado mucha información sobre cómo liberar a este ser. Además, ya poseemos en nuestro poder el objeto maldito necesario y el hechizo que se debe utilizar para romper el sello- Afirmó Nabu, con determinación en su voz, negándose a echarse atrás. Su mirada estaba llena de convicción, como si la idea de llevar a cabo el ritual fuera un destino inevitable.
Nada de lo que Kent pudiera decir parecía calar en su compañero, así que decidió dejarlo actuar a su antojo, esperando que no hubiera consecuencias desastrosas por lo que estaban a punto de liberar. La frustración se mezclaba con la resignación en su corazón, y aunque sabía que había un riesgo inmenso, sentía que no podía hacer más para detenerlo.
-Es una energía diferente. Proviene de las emociones negativas de los seres vivos, espero que lo que sea que salga de ese cubo, no expanda su dominio de tiranía- Pensaba una mujer, quien parecía estar cuidando un gran jardín.
Sencillamente, el sitio donde Nabu y su portador llegarían era un lugar que no parecía tener un final. Era como si las leyes de la física y la realidad sencillamente no existieran. El horizonte brillaba con una luz propia, una luminosidad casi hipnótica que distorsionaba la percepción del espacio y el tiempo. Todo a su alrededor parecía estar en un estado de suspensión, donde el cielo y la tierra se fusionaban en una danza surrealista.
-Ese debe ser la prisión confinadora Gokumonkyō, que el libro mencionaba- Señaló Kent, su voz llena de asombro y temor. Recordaba haber leído sobre este lugar en aquellos antiguos textos, además de tener una imagen muy similar como representación. La descripción de la prisión resonaba en su mente, y la realidad frente a él parecía confirmar todos sus temores.
Extendiendo sus manos, una pluma comenzó a flotar muy cerca de la prisión confinadora. La energía que emanaba del objeto parecía resonar.
-Tendrá el suficiente poder para destruir la caja sin dañar su contenido. ¡Escalera de Jacob!- Exclamó Nabu, su voz retumbando en el vacío mientras pronunciaba el hechizo. La luz que surgió desde una gran altura era deslumbrante, una explosión de energía que iluminó el paisaje surrealista a su alrededor.
Donde la caja antes se encontraba, ahora se hallaba una manta flotando en el aire.
-Nabu, espera... Eso es- Detendría Kent, detectando algo que su compañero no, parándole que utilizara cualquier tipo de magia.
La chica que se encontraba en aquel jardín, abriría sus ojos al ver una cruz formarse de un momento para otro, reconociendo ese simbolismo y color amarillo.
-Doctor Destino, ¿qué sucedió?- Cuestionó la mujer, su voz llena de inquietud mientras notaba que Nabu y su portador, Kent, ya estaban de, regresado.
Un leve silencio sería la rápida respuesta, pues parecía difícil de explicar lo que habían presenciado. Las emociones y las experiencias vividas en ese breve, pero intenso encuentro aún pesaban sobre ellos.
-Mejor te lo muestro, Inza- Contestó el ahora conocido popularmente como Doctor Destino, su tono tranquilo.
Dos ojos azules brillantes que parecían reflejar el mismo cielo, fue lo primero que aquella mujer capto en tan solo un instante.
-¿Un bebé? - Cuestionó Inza, su voz llena de asombro y ternura mientras tomaba al infante en sus brazos.
-Esos ojos posen un poder inmenso, el equilibrio del mundo podría tornarse la balanza según lo que él se convierta- Diría Doctor Destino, viendo al pequeño como una posible amenaza.
El rostro de Inza reflejó un profundo rechazo a esa forma de pensar. Sus cejas se fruncieron y su mirada se endureció mientras sostenía al pequeño con más firmeza.
-Ese también debió ser el razonamiento de ese clan y por eso lo sellaron, pero él es solo un bebe- Mencionaría Inza, afirmando con seguridad que el infante simplemente con nacer con ese poder, fue más que suficiente para encerrarlo.
La forma de pensar y la formulación de lo que pudo haber llevado a sellar a un infante en la prisión confinadora parecían convencer tanto a Nabu como a Kent. Ambos intercambiaron miradas, sopesando las palabras de Inza con creciente comprensión.
-Su poder podrá llamar muy fácil la atención de muchos individuos. Lo mejor será esconderlo y ayudarle a controlar su poder- Exclamó el Doctor Destino, con una voz tranquila, dejando al infante en las manos de la mujer.
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Infinidad ilimitada (Satoru Gojo en el mundo de DC) Prologo pequeña Temporada
FanfictionBuscando a un nuevo recipientes. Nabu (Doctor Destino), toma la decisión de utilizar una antigua magia para atraer lo que el piensa que podría ser su portador definitivo, viajando hacia el propio infinito.