Capitulo 2 [Un gran aliado o un inmenso enemigo]

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Una esfera azul tendría la capacidad de atraer materia hacia su núcleo, acumulando suficiente masa hasta provocar una explosión en el aire. Este fenómeno generó un impacto visual impresionante. Liberando energía de manera repentina. Creando ondas de choque que se propagarían en todas direcciones.

—Han pasado algunos años desde su llegada. Según las nuevas notas que encontramos, su nombre es Satoru Gojo. Su poder ocular es, conocido como los "Seis Ojos"— Reflexionaba Inza, mientras recordaba que habían hallado antiguos libros que hablaban en especial de este enigmático infante.

Desde una considerable altura, el Doctor Destino contemplaba la escena con atención. Su expresión era imperturbable, como si estuviera sopesando las implicaciones de lo que acababa de suceder. Sin una reacción aparente, decidió desaparecer en una de sus habituales cruces mágicas.

—Espléndido, Satoru. Cada vez dominas más tus habilidades— Elogió Inza, mientras observaba cómo un niño de cabello blanco y ojos azules, que parecían reflejar el cielo, se acercaba con paso decidido.

Con una sonrisa que emanaba confianza y seguridad. El pequeño albino comenzó a estirarse, como si estuviera preparándose para un nuevo desafío. Sus movimientos eran, fluidos y llenos de energía, y había algo en su postura que indicaba que estaba listo para enfrentar cualquier obstáculo que se presentara.

—Por supuesto, después de todo, soy el gran y poderoso Satoru Gojo—Mencionó el infante, con un tono claramente soberbio que resonaba en el aire.

—Pese a que fue, criado por nosotros, su forma de actuar no concuerda con ninguno de nuestros valores— Pensaba Inza, mientras una gota de sudor le recorría la frente. Negaba con la cabeza, convencida de que esa actitud arrogante no era, resultado de sus enseñanzas. A pesar de su talento excepcional, había algo en su comportamiento que la inquietaba. La confianza era una cosa, pero la soberbia era otra muy diferente, y se preguntaba cómo podría guiarlo para que entendiera la importancia de la humildad y el respeto hacia los demás. Trayendo inevitablemente la advertencia que este niño podría ser una salvación o peligro para el universo.

Con la vista fija en aquel casco, Kent permanecía en silencio, esperando que este se comunicara con él. La tensión en el aire era palpable, como si el objeto antiguo guardara secretos que solo él podía desentrañar.

—Las habilidades del niño hechicero es descomunal, tal como lo anticipamos— Exclamó Nabu, convencido de que su intuición sobre el potencial del ser que habían liberado no estaba equivocada. Sus palabras resonaban en la sala, llenando el ambiente de una mezcla de asombro y expectativa.

La expresión de Kent revelaba su escepticismo, evidenciando que no estaba del todo convencido. A pesar de las palabras de Nabu, el niño seguía proyectando una inquietante aura de peligro. Cada vez que Kent se encontraba con esos ojos, capaces de liberar tanta energía, una sensación de alarma crecía en su interior. Era como si el pequeño poseyera un poder latente, listo para desatarse en cualquier momento, y eso lo mantenía en alerta constante. La dualidad de la inocencia infantil y la formidable fuerza que emanaba de él lo llenaba de dudas y temores.

—Increíble, no puedo tocarte; me detengo antes de hacerlo— Dijo Inza, asombrada ante la presencia de lo que parecía ser una barrera mágica que impedía cualquier contacto con el albino.

—En realidad, no te detienes; simplemente te mueves más lento a medida que te acercas— Explicó Satoru, con una sonrisa en el rostro, desmintiendo la idea de que su mano se frenara realmente en algún momento. Su tono era casi juguetón, disfrutando del desconcierto de Inza.

Los ojos del infante se fijaron en un punto específico, como si tuviera la capacidad de percibir algo más allá de las paredes que lo rodeaban. Su mirada, intensa y penetrante, parecía atravesar la materia con una claridad asombrosa. Era evidente que su conexión con el entorno iba más allá de lo común.

—Claramente, él puede vernos; su poder ocular le permite percibir todo con una claridad asombrosa— Comentó Nabu, observando la intensa mirada del infante se posaba sobre ellos. Su voz era seria, como si comprendiera la magnitud de la habilidad que manifestaba el niño.

—Los seis ojos... Según las notas, solo un miembro de la familia Gojo puede heredar este poder, pero incluso entre ellos es infinitamente raro encontrar a un portador— Razonaba Inza, mientras seguía la intensa mirada del infante, comprendiendo que él era capaz de ver mucho más de lo que los demás podían imaginar.

Teniendo imágenes de diferentes tierras en forma de recuerdos, el dúo parece analizar estas con claridad.

—Existen realidades variadas en su universo, donde no fue, sellado al nacer, pero por alguna razón. Este Satoru posee un poder aún más grande—Comentó Nabu, señalando las diferencias entre los distintos mundos. Su tono era reflexivo, como si estuviera intentando desentrañar los misterios que rodeaban al niño. Cada universo parecía tener sus propias reglas y circunstancias, y el hecho de que su Satoru destacara incluso en esos escenarios alternativos era algo digno de atención.

—Aunque parece que la arrogancia es una constante en su ser— Mencionó Kent, con un tono de desdén, señalando que, a pesar de las diferencias entre los mundos, lo único que no había cambiado era su forma de ser.

Colocándose unos lentes, el pequeño Satoru se acomodó en una cama, buscando un momento de relajación. Su postura era pensativa, con la mirada perdida en el techo, como si estuviera sumido en sus propios pensamientos. La habitación, con sus sombras y luces suaves, parecía ofrecerle un refugio temporal de la intensidad que lo rodeaba.

—Es más que claro que Nabu quiere que sea su nuevo portador; por eso me liberó de la prisión confinadora. Aunque últimamente solo ha estado observando desde su santuario. ¡Es un acosador de manual!— Exclamó Satoru para sí mismo, dejando escapar una sonrisa que rápidamente se transformó en risa. La ironía de la situación lo divertía, y esas carcajadas resonaba en la habitación, llenándola de una energía juguetona.

—Su poder destructivo es inmenso; en poco tiempo, el azul atrajo una enorme cantidad de materia— Mencionó Inza, mientras se encontraba en el sitio donde aquella esfera de poder del infante había explotado. La escena era devastadora, con fragmentos de tierra y escombros esparcidos por todas partes, como si el mismo paisaje hubiera sido arrancado de cuajo.

El Doctor Destino, quien apareció a un lado de Inza, también reveló su impresión ante tal muestra de poder.

—Un gran aliado o un inmenso enemigo— Fueron las únicas palabras que se escucharon directamente de Nabu, quien observaba la escena con una mirada seria y profunda.

Infinidad ilimitada (Satoru Gojo en el mundo de DC) Prologo pequeña TemporadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora