Mi mente era un campo de batalla donde la depresión, la ansiedad y las inseguridades me atacaban sin cesar. Me sentía atrapada en una espiral de negatividad que me impedía disfrutar de la vida como los demás.
Cada mañana era una lucha para levantarme de la cama. La tristeza me envolvía como una manta pesada, robándome la energía y la motivación. Me miraba en el espejo y solo veía defectos, juzgando cada parte de mi cuerpo con severidad. Las voces en mi cabeza me susurraban palabras hirientes, diciéndole que no era lo suficientemente buena, que no valía la pena.
En la escuela, Me aislaba del resto. Solo tenían dos amigas Vic y Mady. Me sentía invisible, como si no perteneciera a ningún lugar. Observaba a mis compañeros reír y disfrutar, y anhelaba desesperadamente poder sentir esa misma alegría.
En casa, la situación no era mejor. Mis padres, preocupados por mi estado, no sabían cómo ayudarme. Me rodeaban de cuidados y atenciones, pero solo quería sentirme normal. Anhelaba poder hablar con ellos sobre lo que sentía, pero el miedo a decepcionarlos me detenía.
Un día, encontré un refugio en mis dos mejores amigos y en la música. Me refugió en las letras de canciones que hablaban de sus emociones, identificándose con cada palabra. La música le hablaba al alma, le brindaba consuelo, En mis amigos que me escuchaban, entendían y me hacían seguir adelante y todo eso me daba la esperanza de que no estuviera sola.
(Quieres saber sobre la verdadera amistad?, lee proximamente mi libro ". Un caos perfecto")
Luchaba contra una batalla interna que me consumía día a día. La depresión y la ansiedad eran mis compañeras inseparables, sombras que oscurecían mi mente y me llenaban de un vacío profundo. Desde la infancia, los traumas me habían marcado, dejando cicatrices invisibles que dolían con cada latido de mi corazón.
Los recuerdos de mi niñez me perseguían como fantasmas. La violencia doméstica, el abandono y la soledad habían moldeado mi percepción del mundo, tiñéndolo de colores grises y sin esperanza. La alegría era una palabra lejana, un espejismo que solo brillaba en mis sueños.
A pesar de mis esfuerzos, no lograba encontrar la luz al final del túnel. Los medicamentos me adormecían, pero no curaban mis heridas de su alma. La terapia me brindaba herramientas, pero no borraba las cicatrices del pasado. Cada día era una lucha por levantarse de la cama, por enfrentar el mundo con una sonrisa fingida mientras mi interior se desmoronaba.
En algunos momentos, la esperanza asomaba como un rayo de sol entre las nubes. En esos instantes fugaces, la belleza del mundo me conmovía y me hacía creer en la posibilidad de la felicidad.
Sin embargo, la sombra de la depresión y la ansiedad siempre regresaba, más fuerte y más oscura. La culpa, el miedo y la incapacidad me invadían, haciéndome sentir atrapada en una jaula invisible.
Es como si una nube gris me persiguiera a todas partes. Una nube que me susurra al oído que no valgo nada, que soy un fracaso, que nadie me quiere. Es como si mi corazón estuviera hecho de cristal, roto en mil pedazos que me laceran por dentro.
Mi primer amor, el que creía que era mi alma gemela, se fue sin mirar atrás. Me dejó con un vacío tan grande que siento que puedo caer en él y desaparecer para siempre. Mi padre, el que se suponía que debía protegerme, me abandonó cuando más lo necesitaba. Me dejó sola en este mundo cruel, sin nadie que me diera un abrazo o me dijera que todo estará bien.
Los recuerdos del abuso aún me atormentan. Las pesadillas me visitan cada noche, reviviendo el dolor y la humillación. Me siento sucia, avergonzada, como si mi cuerpo no me perteneciera.
He intentado escapar de este dolor, de esta oscuridad que me consume. He intentado silenciar las voces en mi cabeza que me dicen que muera, que ya no vale la pena seguir luchando. He intentado acabar con todo, dos veces. Pero algo me detiene, una pequeña luz que aún brilla dentro de mí, una voz que me dice que no me rinda, que siga adelante.
No sé cuánto tiempo más podré soportar este dolor. Cada día es una batalla, una lucha por levantarme de la cama y poner un pie frente al otro. Siento que estoy perdiendo la esperanza, que me estoy hundiendo en un abismo sin fondo.
Pero aún hay una parte de mí que quiere vivir, que quiere ser feliz. Quiero sentir el sol en mi piel, la risa en mis labios, el amor en mi corazón. Quiero poder soñar con un futuro mejor, sin dolor, sin miedo, sin oscuridad.
No sé si lo lograré, pero no me rendiré. Seguiré luchando, por mí, por mi futuro, por la pequeña luz que aún brilla dentro de mí.
Miles de pensamientos en mi cabeza, pero ninguno se iban
Agarre mi teléfono puse "la carretera " de prince royce
Empecé a cantar y a buscar mis cosas para el colegio, cuando por el rabiño del ojo veo llegar a mi mejor amiga Mady
- nmms aun no estas lista? Llegaremos tarde Ailani..... otra vez
- también me da gusto verte eh- rio y ella me avienta una almohada
_ apúrate guardare tus cosas en la mochila......... que es esto?
Se quedo viendo unas notas que había en mi computadora y me dice
- otra vez no pudiste dormir? –asiento y ella dice con una sonrisa- ahorita te duermes en clase de barredo
- Jajaja amo dormirme ahí, ya nos vamos?
- Corre que se nos va el bus
La calle, aún desierta a esa hora, era nuestra pista de carreras improvisada. Nuestros pies golpeaban el pavimento con fuerza.
A medida que nos acercábamos a la parada, nuestros corazones latían con fuerza en el pecho. La imagen del autobús, alejándose sin nosotras, nos llenaba de pánico. Apretamos el paso, ignorando el dolor en las piernas y la falta de aliento.
Finalmente, llegamos a la parada justo cuando el autobús se detenía con un chirrido. Subimos a bordo jadeando, agradeciendo en silencio no haber perdido el autobús.
Nos sentamos en los primeros asientos disponibles, tratando de recuperar el aliento. Observamos a los demás pasajeros, algunos con cara de sueño, otros leyendo o revisando sus teléfono, en cambio nosotras solo reímos, solo podíamos pensar en la carrera que acabábamos de ganar.
No éramos como otras amigas que se conocían desde la infancia, nos habíamos conocido hace casi un año en el colegio y nos volvimos inseparables...
caminábamos juntas hacia la escuela, charlando animadamente como cada mañana. El sol brillaba radiante, iluminando el camino y contagiándolas de su energía.
Al llegar al patio del colegio, nos encontramos con un grupo de amigos que fuimos a saludar con entusiasmo. Entre risas y bromas, todos nos dirigimos a las aulas, sin imaginar que ese día sería diferente a todos los demás.
Durante la primera clase, la profesora de matemáticas, Alicia anunció un examen sorpresa para el día siguiente. Sofía, una estudiante aplicada y responsable, se sintió un poco preocupada, ya que no había tenido tiempo suficiente para estudiar. Valentina, en cambio, se tomó la noticia con calma, ya que era una alumna brillante y no le preocupaban los exámenes.
Al salir de clase, Mady y yo no sabíamos que haríamos en le examen de mañana
Así que pasamos una hora estudiando y las demás haciendo cosas divertidas, como siempre eran y vic llego tan tarde que los profesores no lo dejaban entrar y Mady y yo reíamos
Al finalizar la jornada escolar, nos sentíamos mucho más preparadas para el examen.
- Apuesto a que me extrañaron verdad- dijo vic y nos soltamos riendo
- Clarooo sin nuestra jota fav no somos nada
- Claro yo soy su chispa....ARRIBA LOS HOMOSEXUALES
- Jajaja te amamos vic
Sin duda vic era el mejor amigo gay que siempredeseamos y el más disléxico y así lo amábamos
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Faltas Tu
Fiksi Remajatras una serie de traumas, abusos y mas cosas, Ailani una chica de 16 años encuentra su paz en amigos y la musica, mas un mensaje de un chico random hara que toda su vida mejore-empeore ala vez, llevandola a tomar decisiones importantes. y para su s...