Tras ponerse de acuerdo unos días después de su primer ensayo, Joaquín y Emilio planearon encontrarse en la casa de Joaquín el viernes, aprovechando que no tendrían clases y que la escuela estaría cerrada por completo. Ambos estaban emocionados por la oportunidad de trabajar en su proyecto sin interrupciones y en un ambiente más cómodo.

El viernes por la mañana, Emilio llegó a la casa de Joaquín sintiéndose bastante asombrado por lo grande que era. Aunque sabía que la familia de Joaquín tenía una buena posición económica, no esperaba encontrar una casa tan imponente. La fachada elegante y los jardines cuidados daban una impresión de lujo y comodidad.

Joaquín salió a recibirlo con una sonrisa, notando la admiración en los ojos de Emilio.

—Bienvenido, Emilio. Me alegra que hayas podido venir —dijo Joaquín, extendiendo una mano.

—Gracias, Joaquín. Tu casa es increíble —respondió Emilio, estrechando la mano de Joaquín y mirando a su alrededor con fascinación.

—Ven, te daré un pequeño recorrido antes de que empecemos —ofreció Joaquín, guiando a Emilio hacia la entrada principal.

Entraron en la casa, y Emilio se quedó maravillado por la elegancia y el buen gusto de la decoración interior. El vestíbulo era amplio y luminoso, con suelos de mármol y una gran escalera de caracol que conducía al segundo piso. Joaquín lo llevó a través de varias habitaciones, cada una más impresionante que la anterior.

—Esta es la sala de estar —dijo Joaquín, señalando una espaciosa habitación con sofás cómodos y una chimenea decorativa— Aquí es donde pasamos mucho tiempo en familia.

—Es muy acogedora —comentó Emilio, observando los detalles en la decoración.

—Y aquí está el comedor —continuó Joaquín, llevándolo a una habitación con una gran mesa de madera y sillas elegantes— Es donde solemos tener nuestras cenas familiares.

Emilio asintió, impresionado por la amplitud y el estilo de la casa. Continuaron el recorrido, pasando por la cocina, que estaba equipada con electrodomésticos modernos y una isla central, y luego subieron al segundo piso.

—Este es mi cuarto —dijo Joaquín, abriendo una puerta para revelar una habitación espaciosa y ordenada—Paso mucho tiempo aquí, especialmente cuando necesito un poco de tiempo a solas.

—Tienes una vista increíble desde aquí —comentó Emilio, mirando por la ventana que daba al jardín trasero.

Finalmente, Joaquín llevó a Emilio a la sala de práctica de baile, que estaba ubicada en una extensión de la casa diseñada específicamente para ese propósito. La sala era amplia, con espejos en una de las paredes y un suelo de madera pulida. En una esquina, Joaquín había colocado un piano más pequeño que pertenecía a su padre.

—Aquí es donde suelo practicar —dijo Joaquín— Y como ves, traje este piano para que podamos trabajar en la melodía mientras ensayo los pasos.

—Es perfecto —respondió Emilio, sonriendo— Gracias por traer el piano. Estoy seguro de que será muy útil.

Emilio se acercó al piano y comenzó a tocar unas notas suaves, asegurándose de que todo estuviera en orden. Joaquín se cambió a su ropa de práctica y comenzó a calentar, estirándose y moviéndose por la sala con gracia y precisión.

—¿Listo para empezar? —preguntó Emilio, mirando a Joaquín.

—Listo —respondió Joaquín, colocándose en posición.

Emilio comenzó a tocar la melodía que habían trabajado en su primer ensayo. La música llenó la sala, y Joaquín comenzó a moverse, sus movimientos fluidos y precisos sincronizados perfectamente con la música. Cada paso, giro y salto estaba en perfecta armonía con las notas que Emilio tocaba.

Sinfonía de corazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora