Dos días habían pasado desde aquel momento inolvidable y a la vez confuso entre Joaquín y Emilio. Durante esos días, Joaquín había estado buscando desesperadamente a Emilio para disculparse y aclarar lo sucedido, pero Emilio parecía evitarlo a toda costa. No solo no respondió sus llamadas, sino que también ignoró el mensaje que Joaquín le envió esa misma mañana. La angustia y la incertidumbre se apoderaron de Joaquín, quien no podía dejar de pensar en el beso que habían compartido y lo que había significado para ambos.
Para tratar de olvidarse de la confusión que lo envolvía, Joaquín decidió salir con sus amigos Francisco y Alessandra. No había tenido mucho tiempo para ellos debido a los intensos preparativos para la audición, y sentía que necesitaba distraerse y ponerse al corriente con sus vidas. Francisco y Alessandra eran dos de sus amigos más cercanos, y siempre había encontrado consuelo en su compañía.
El día comenzó con un desayuno tardío en un acogedor café, donde rieron y compartieron historias. Joaquín intentaba concentrarse en la conversación, pero su mente volvía una y otra vez a Emilio. Después del desayuno, decidieron ir a un nuevo restaurante que había abierto recientemente en el centro de la ciudad. Francisco había oído hablar maravillas del lugar, y todos estaban emocionados por probarlo.
Al llegar, Joaquín no pudo evitar sentir un nudo en el estómago cuando reconoció el lugar. Era justo donde Emilio trabajaba. No había esperado encontrárselo allí, pero ahora que la situación se presentaba, supo que debía aprovechar la oportunidad para hablar con él. Se despidió momentáneamente de Francisco y Alessandra, explicándoles que necesitaba resolver algo importante.
Con el corazón acelerado, Joaquín se dirigió al área donde Emilio estaba trabajando. Al verlo, Emilio pareció sorprendido y un poco incómodo, pero no evitó la conversación. Joaquín respiró hondo y se acercó con una sonrisa nerviosa.
—Emilio, por favor, necesitamos hablar —dijo Joaquín, tratando de mantener la calma.
Emilio asintió, y ambos se dirigieron a un rincón más tranquilo del restaurante, lejos del bullicio de los comensales y el personal. La tensión era palpable, pero Joaquín estaba decidido a aclarar las cosas.
—He estado intentando hablar contigo desde hace dos días —comenzó Joaquín—. Quiero disculparme si el beso te hizo sentir incómodo. No era mi intención hacerte sentir así.
Emilio lo miró con una mezcla de tristeza y confusión en sus ojos.
—Joaquín, no me arrepiento del beso —dijo Emilio finalmente, con voz suave—. Pero estoy muy confundido. Fue un momento increíble, pero no sé cómo manejar lo que siento. Necesito tiempo para entenderlo.
La sinceridad de Emilio tocó profundamente a Joaquín, quien asintió comprensivamente.
—Lo entiendo, Emilio. No quiero presionarte ni hacerte sentir incómodo. Solo quería que supieras lo importante que eres para mí y lo mucho que significas. No tengo prisa, podemos dejar que las cosas fluyan a su propio ritmo.
Emilio suspiró aliviado, agradeciendo la comprensión de Joaquín.
—Gracias por entender. Me gustaría que sigamos viéndonos y que dejemos que las cosas sucedan naturalmente —dijo Emilio, con una pequeña sonrisa.
Joaquín asintió, sintiéndose aliviado por haber tenido esta conversación. La tensión que había sentido durante los últimos días comenzó a disiparse.
—¿Te parece si salimos cuando termines tu turno? Hoy sales a las cinco, ¿verdad? —propuso Joaquín.
Emilio sonrió más ampliamente y asintió.
—Sí, me parece bien. Nos vemos a las cinco entonces.
Joaquín regresó al restaurante, donde Francisco y Alessandra lo esperaban con curiosidad evidente en sus rostros. Mientras se acercaba, notó sus miradas inquisitivas y supo que tendría que explicar lo que había pasado. Se sentó con ellos, y antes de que pudiera decir una palabra, Francisco fue el primero en romper el silencio.
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Sinfonía de corazones
FanfictionJoaquín un gran bailarin apasionado por bailar que regresa después de una estancia en Italia, conoce a Emilio un joven músico prometedor. ¿Qué es lo que pasará entre ellos?