Año 21 D.C
Ciudad Prime
Población: 550 personas
Me dolía todo el cuerpo al despertar. Miraba el techo de mi estrecho cuarto de paredes con varios rombos naranjas. Me pasé las manos por la cara, sintiendo una pereza horrible. Había estado entrenando mucho para mantenerme en forma y poder aniquilar a más caníbales durante sus ataques nocturnos.
-Hay que empezar el día -me dije a mi misma y me bajé de la cama. Me estiré recordando que mamá me dijo anoche que debía ayudarla a sacar la basura. Bufé. Su marido podría ayudarla un poco más en las labores de la casa mientras estoy en la academia, pero no, siempre está bebiendo en el bar de la ciudad. Hombres.
Me miré al espejo: los shorts que llevaba eran muy cortos como para salir a la cocina y exhibirme con ese hombre presente, al igual que la blusa. Negué con la cabeza. Debía cambiarme. Me dirigí al pequeño armario que se encontraba a unos pasos del espejo y abrí uno de los cajones. Saqué una camisa blanca y unos pantalones negros para poder comenzar el día.
Salí de mi habitación media hora después y ya podía sentir el aroma a huevos revueltos con mucha sazón proveniente de la cocina. Mi estómago rugió como un león hambriento y solo me eché a reír. Recorrí el largo pasillo lleno de puertas y cuadros donde podían verse la sociedad antes del cataclismo; un gran recuerdo de cómo era nuestro mundo. Me detuve frente a una que representaba a una mujer con una antorcha en su mano y pasé lentamente mi dedo por esa antorcha, pudiendo sentir como su fuego quemaba mi piel. Retiré la mano. A veces me gustaba imaginar cómo eran las cosas antes a través de las fotos que mamá me mostraba.
-¡Lauren! ¡Ya está el desayuno! -sentí su llamado y sonreí, encaminándome hacia la cocina.
La cocina con forma de polígono, olía a incienso de menta. El favorito de mamá. Me acerqué a ella y dejé un suave beso en su mejilla, robándole una pequeña sonrisa.
-¿Dormiste bien? Anoche Tommy me dijo que habían entrenado hasta tarde -dijo volteándose hacia mí. En su rostro se asomaban algunas arrugas, mostrando como el tiempo había pasado en ella. Sus ojos marrones brillaron al encontrarse con los míos. Su cabello era castaño y liso, recogido en una larga cola de caballo.
-Tenemos que estar preparados para lo que venga -respondí yendo al refri. Lo abrí y saqué una jarra con jugo que habíamos dejado ayer en la noche-. Nuestro instructor nos dijo que estábamos muy listo para un próximo ataque caníbal y confío mucho en nuestra actual fortaleza.
-Al menos no se han reportado nuevos ataques -mencionó con alivio. Odiaba cuando tenía que verme salir a luchar por proteger nuestro territorio-. Tenemos que fortificar la valla -escuché lo que murmuró y me dirigí a la mesa para colocar la jarra en el centro.
-Cuando pusieron la urna en la plaza, hice mi petición de la valla -la miré-, espero que durante la reunión de esta noche se tomen algunas decisiones -caminé al estante donde guardamos los cubiertos y otros utensilios y agarré nuestras jarras: la suya tenía forma de perrito y la mía de un dragón. Siempre había amado los dragones, de hecho, mi primer juguete fue un dragón que fue fabricado por un hombre en la villa de artesanos. Mamá siempre dijo que papá era el mejor artesano que había conocido y cuando yo cumplí seis meses de nacida, hizo las jarras solo para nosotras. A pesar del tiempo que ha pasado, aún estaban intactas.
Dejé las jarras en la mesa y ella colocó los platos con los huevos bañados en queso frente a nuestras sillas.
-Tienes que alimentarte bien para el entrenamiento de hoy -pasó una mano por mi cabello y le sonreí un poco. Amaba lo protectora que era conmigo, me cuidó muy bien siempre y cuando papá murió, tuvo que ver aún más por mí. Admiraba a mi madre por todo lo que había hecho.
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La Segunda Aurora (Amores Intergalácticos 1)
Science FictionLauren es una joven que vive en la Villa #1 de Ciudad Prime. Va a la Academia Nuevo Amanecer y lleva una vida normal en su comunidad Hasta que un día, encuentra una extraña cápsula en el bosque luego de que se retrasara en la academia y queda encant...