III- Trabajo duro, parte 1

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Año 2024
Planeta Modrý

La cola de la princesa Nymeria, se movía dentro de la estrecha vagina de su esposa. La joven gemía aferrándose a las rojas y finas sábanas de aquella cama matrimonial. Nymeria sonrió con lujuria y la tomó del cuello, moviendo sus caderas con maestría y sincronización para que su cola del mismo de su puño. Su cola era como una extensión de ella misma; una apéndice extra que podían usarlo como quisieran y que le daba la posibilidad de reproducirse.

-Princesa -gimió la joven de cabellos naranjosos y ojos grises brillantes, que pedían por más. Nymeria, se inclinó más hacia ella y lamió su mejilla con la punta de su lengua, sin detener aquellas embestidas. El sudor corría por su rostro y entre sus pechos. Sus pezones estaban erguidos y rozaban con la piel de la otra.

Nymeria se arqueó hacia atrás y la cola se mantuvo quieta, liberando su semilla. La joven de cabellos negros apoyó las manos a ambos lados de su esposa, con la respiración agitada.

-Creo que... Debo descansar -la cola salió lentamente y el líquido espeso y casi transparente, brotó de la intimidad de la chica.

Nymeria se tumbó a un lado y pasó las manos por su rostro, limpiando así el sudor que se había adherido a su piel.

-Adhira, tenemos que bañarnos para ir al banquete, papá notará que no estamos -se incorporó en la cama. Adhira tomó su mano y entrelazó los dedos, buscando que Nymeria se quedara pero la joven solo retiró su mano. Bajó de la cama y se fue colocando la ropa rápidamente.

-Deberiamos pasar más tiempo juntas, ¿No crees? -Adhira se acercó al borde de la cama y se inclinó hacia la espalda llena de cicatrices pasadas de su pareja. Nymeria se giró hacia ella y negó con la cabeza.

-Sabes como es esto, Adhira -tomó su mano cuando la mujer fue a tocar su pecho-. Mi padre nos casó para preservar nuestro linaje, nada más -le recordó con una mirada severa. Soltó su mano y recogió su chaleco del suelo. Se lo colocó y abrochó los botones.

-Quisiera ser una pareja normal y tener hijos -añadió Adhira, mirando hacia el suelo. Nymeria la observó con pena. Estaba queriendo algo con la persona incorrecta.

-Mejor vamos a vestirnos, hablamos sobre esto más tarde -finalizó Nymeria, inclinándose hacia su frente y dejó un suave beso.

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Lauren

Me estiré saliendo de la habitación. Había una siesta reparadora. La Alien dormía plácidamente en el sofá. Al menos eso. Me acerque a ella con cautela, con algo de temor a que despertara de repente. Observé más de cerca su piel azulada similar a la de un lagarto. Acerqué mi mano para tocarla pero en un movimiento rápido, la atrapó, haciéndome saltar.

-Mierda -maldije. Ella me miró directo a los ojos y trague saliva. Mantenía un rostro serio pero no se movía.

Soltó mi mano y di un paso hacia atrás. Sus verdosos ojos me observaba con frialdad. Lo mejor era mantener la distancia, no sabía que podía hacer.

Miré hacia el reloj de pared: las 9:30 PM. Quedaban pocos minutos para la reunión. Llegaré tarde otra vez. Le eché una última vista a la mujer y salí de la caravana.

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Entre la multitud pude divisar a mi madre. Hablaba muy animada con un hombre que estaba de espaldas. Me abrí paso entre todas aquellas personas hasta llegar a ellos.

-Madre -llamé su atención. El hombre de giró y para mi mala suerte, era Jousha. Rodeé los ojos con fastidio.

-Cambia esa actitud, hija -me regañó mamá. Él sonrió de forma burlona. En tan solo un día habían sucedido muchas cosas.

La Segunda Aurora (Amores Intergalácticos 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora