Capítulo 2: Instituto

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Me dormí y casi llego tarde al autobús, ahora estoy sentada casi al fondo de este, hoy no hay mucha gente así que no tengo a casi nadie cerca.

Enciendo mi móvil y empiezo a escribir a Sarah otra vez.

Dónde? -

Le doy a enviar y espero unos segundos -En línea -. Puedo ver que ya leyó mi mensaje. -Escribiendo-.

- Llegando

Por dónde? -

- Dame unos 5 minutos

No tardes -

- Eso díselo al atasco JAJAJAJA

Suspiro y pago el móvil, miro por la ventana y sonrió.

Llegó al instituto y voy hacia el banco de siempre, no estaba ocupado así que me siento, miro el reposabrazos y veo que todavía siguen las pintadas que dimos el día que me traje las pinturas -Sonrio-.

Espero pacientemente, ya son las 8:18, la clase ya habrá empezado -Suspiro- Desde que Sarah empezó a ser mi amiga ahora llego tarde a clase, ya no solo porque ella a veces quiera darse vueltas si no porque me lo ha contagiado y ahora soy yo la que más quiere llegar tarde. Vuelvo a concentrarme otra vez en los post de Instagram aburrida.

—Hola —Dice Sarah con una sonrisa—;¿Vamos ya a clase? -Pregunta-.

—Por fin, vamos pero dando la vuelta —Le ruego apagando el móvil— No quiero llegar temprano.

—Ya han pasado 5 minutos al menos desde que empezó, y estamos aquí —Dice mi amiga haciendo un movimiento con la cabeza para indicar el camino.

Veo que es para dar la vuelta y rápidamente me levanto.

—5 minutos no son nada —Digo alegre— Nuestro máximo ha sido 20 minutos tarde —Digo orgullosa.

—¿Y por la culpa de quién llegamos tan tarde? —Pregunta con mirada amenazante y arqueando una ceja.

—Mía seguro que no —Me hago la inocente —Tu pierdes mucho tiempo hablando con tu hermana —La señalo.

—¿Si claro, y quien es la que quiere ir a verla?.

Me hago la sorda y sigo caminando hasta que llegamos a la puerta de la clase, dejo abrir a Sarah.

—Bueno, Sarah y Arah, como siempre tarde, no se preocupen por la falta, les puse retraso —Dice Agatha, la profesora de Matemáticas —Sientense ya y déjenme seguir con la clase.

Puedo percibir la rabia en sus palabras y en su mirada; apenas se esfuerza por ocultarlo. Llevamos más de medio trimestre llegando tarde a casi todas sus clases. Caminamos hacia nuestra mesa, dejo mi mochila caer al suelo y saco discretamente el móvil del bolsillo para pasárselo a Sarah. Ella lo coloca detrás de la columna que nos tapa; por suerte, estamos sentadas cerca de la puerta junto a la pared donde hay una columna, casi como si estuviéramos escondidas. Abro la mochila rápidamente y saco mis cosas: el estuche y el archivador. Miro a Sarah para ver si tiene el libro y me doy cuenta de que tampoco lo tiene, así que me preparo para intentar prestar atención en clase.

La clase pasa aburrida, cuando por fin suena el timbre para el cambio de clase la profesora nos retiene para mandarnos una montaña de deberes, como siempre, luego se pregunta porque llegamos tarde —suspiro.

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