Capítulo 12: Goblin's game

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Ese último día de julio fue tan luminoso como cualquier otro día del mes. Hacía calor, el cielo estaba azul y la gente disfrutaba del sol o de la sombra.

En medio de Londres se encontraba el Callejón Diagon, el único distrito "mágico especial". Los desconocidos creadores del camino habían tenido la brillante idea de rodearlo de poderosos escudos antimuggles. Como resultado, la magia circulaba libremente. Los búhos volaban entre los edificios, guardando la mayoría de las cartas. Los magos, muchos de ellos, se movían de un lado a otro, riendo, vestidos con túnicas u otras prendas mágicas. Todo era fascinante, hermoso, irreal. Muchos pensaban que Voldemort no era más que una invención: al fin y al cabo, no había habido atentados.

Dos adolescentes caminaban por la calle. Pasaron entre la multitud sin una mirada. Pasaron desapercibidos. Ambos se dirigían al gran edificio de mármol blanco que dominaba la calle: Gringott, el Banco de Magos propiedad de duendes.

Harry hizo un mohín cuando, una vez más, perdió la "vista" de Ron entre la multitud. Aunque sabía perfectamente cómo controlar su don, era la primera vez que lo utilizaba en compañía de tanta gente. Era inquietante: podía "ver" un gran número de colores diferentes. Aún no estaba acostumbrado.

El pequeño moreno jadeó cuando sintió que alguien le cogía de la mano y tiraba de él. Se relajó cuando reconoció el aura roja de Ron. Los dos caminaron unos minutos más hasta llegar a su destino. Se detuvieron.

-Aquí es donde empieza todo...- Murmuró Ron, casi emocionado.

Harry acarició la mano de su hermano con una sonrisa. Parecía extraño estar de nuevo aquí. Habían pasado tantas cosas desde el momento en que los encerraron en la Cámara al final de su segundo año.  El adolescente más alto se volvió hacia ella.

-Y si todas las negociaciones van mal, ¿tienes la moneda de cambio para presionarles?-.

-¡Está en el bolsillo!- anunció Harry en voz baja, colocando la mano sobre un objeto rodeado por una tela protectora de color marrón.

Harry suspiró al ver que su hermano seguía nervioso, antes de empujar a Ron hacia el interior. El banco brillaba con un intenso color dorado. Harry soltó una risita. Incluso el edificio amaba el dinero. Era de esperar. El banco era mágico y se alimentaba del propio oro para fortalecer sus escudos. No había mejor protección para un pueblo guerrero y banquero.

Los dos hermanos continuaron su avance para entrar directamente en el banco. Saludaron discretamente a los dos guardias ocultos tras una ilusión. Eran fáciles de encontrar si sabías dónde mirar. O cuando poseías su visión. Harry notó que las auras doradas de los guardias se difuminaban, señal de su sorpresa. No todos los días eran recibidos por magos lo bastante inteligentes como para ver más allá de sus ilusiones.

Harry parpadeó cuando se encontraron en el vestíbulo. Todo brillaba en oro o plata. Se fijó en el "palco" detrás del cual los duendes esperaban valientemente frente a los apresurados magos. Al igual que los dos guardias, tenían auras doradas, pero algunos tenían plateadas. Harry escudriñó la habitación, buscando algo en particular.

-¿Y bien? ¿Lo tienes?- Ron le apretó el oído.

-Un momento...-

Harry sonrió cuando por fin "vio" lo que quería.

-¡Por ahí!-.

Señaló una 'caja' un poco apartada del resto. Esta 'caja' especial estaba en un pequeño recoveco oculto entre las sombras. Sólo era visible si sabías que estaba allí. Harry la había divisado gracias al duende de la extraña aura: una mezcla de oro y plata, el único en la sala. Gracias a las enseñanzas de Sally y Godric, los dos adolescentes conocían el propósito de aquella "caja".

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