Capítulo 11: A suffocating summer

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Hogwarts. Hermoso lugar. Acogedor. Cálido. No era más que un espléndido castillo en el centro de un parque verde junto a un lago que brillaba al sol. Incluso el Bosque Prohibido parecía más feliz en esta primera semana de julio. Animales mágicos y no mágicos realizaban tranquilamente sus actividades favoritas. Serpientes y mamíferos perezosos dormían al sol, disfrutando del calor ambiental, diferentes especies de pájaros cantaban en adorable concierto, los peces, y el pulpo gigante, saltaban en el agua del lago... Y entonces, por extraño que parezca, la escuela se quedó POR FIN en silencio: sin niños corriendo y riendo por el parque, sin gritos de profesores enfurecidos... para que los animales pudieran gritar su alegría. Lo que significaba ¡viva las vacaciones y adiós clases! ¡Libertad durante dos meses sin los diablillos! Hasta Dumbledore había vuelto a casa, o más bien estaba ilegalmente ocupado en casa de Sirius Black con su grupito de idiotas... de amigos intentando contrarrestar la horrible amenaza que suponía Voldemort Y los tradicionalistas. Todo el tiempo sabiendo que Voldemort nunca había hecho una entrada oficial. Tal vez su regreso había surgido de la imaginación exagerada de cierto viejo tonto.

Todo esto para decir que Hogwarts vibraba con vida mágica y natural. Y era simplemente... ¡fantástico!.

Pero la belleza de Hogwarts aquí carecía totalmente de interés para nuestros héroes.

Ron y Harry parecían dos zombis recién levantados de la tumba. Miraban el cielo y el sol como si fueran joyas. O mejor dicho, como si el sol se hubiera convertido de repente en una nave espacial alienígena. Su atención no se dirigía en absoluto al espléndido castillo. De hecho, estaban en el Bosque Prohibido, en una cañada secreta desde la que sólo se podía vislumbrar la cima de la torre de astronomía. En un rincón de este valle, entre arbustos y otra vegetación indistinta, había un diminuto pasadizo secreto que comunicaba el exterior de la Cámara con aquí. El pasadizo era tan pequeño que había que arrastrarse para atravesarlo. Para colmo, estaba húmedo y completamente cubierto de barro. Esto explicaba el aspecto zombi de los dos adolescentes.

Estaban totalmente cubiertos de suciedad y cosas sin identificar. Y claramente, era mejor que permanecieran desconocidas. Sus ojos estaban bordeados de negro, señal de que no habían dormido en días. Para empeorar las cosas, sus ropas y su pelo estaban hechos un desastre. Y su piel era blanca como el marfil. No movían ni un músculo. Zombis preparándose para el Apocalipsis. O tal vez estaban demasiado cansados para moverse...

-Odio a Godric y sus estúpidas ideas...- gruñó Ron, sofocando un bostezo.

-La próxima vez, haremos caso a Sally-. Harry asintió y se dejó caer al suelo.

Ron se quedó mirando un momento la extraña forma que era su hermano. ¿Era difícil reconocer a un ser humano en esa... cosa? Ron sabía que tenía que tener el mismo aspecto.

-¿No vas a dormir aquí? El suelo está duro!- Dijo horrorizado el pelirrojo... o quienquiera que fuese pelirrojo.

Su pelo se había vuelto castaño barro.

-Sí...- Respondió Harry simplemente, cerrando los ojos.

-¡Oh no, de ninguna manera! ¡Tenemos que ir a la Mansión del Grifo Dorado! Podemos dormir allí!-.

-Demasiado lejos... mañana...-

Ron suspiró, desesperado. Sin embargo, no podía ir en contra de su hermano él también estaba agotado. Se unió al más pequeño en el suelo.

-Nunca más...- Gimió el más alto.

-¡Qué clase de idea tuvo ese pájaro al dejarnos pudrirnos en un puto pasadizo durante dos días! ¡Podía habernos avisado de que era tan largo y estrecho! Podría, no sé, habernos enviado directamente aquí-.

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