𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 18.

1K 88 30
                                    

NARRA GUS.

Me levanté de golpe en cuanto sentí como alguien me sacudía desesperadamente. No tuve tiempo para poder procesar lo que sucedía porque tan pronto como abrí los ojos alarmado, me tope con un par de ojos castaños y una pequeña nariz de puerquito... ¿Dónde estaba?

Intente protestar, pero aquella me hizo una seña para que guardara silencio. Algo impactado, aparte mi semblante, y en cuanto lo hice, esta vez me tope con un rostro más conocido, quien me observaba bastante similar a la niña. A lo lejos, pude percibir unos pasos que venían directo hacia aquí y en los barrotes pude observar como unos últimos hombres pasaban por allí, sin desaprovechar la oportunidad de darnos una mirada rápida.

Con esto, recordé en el horroroso lugar donde nos encontrábamos.

—El desayuno, pequeños fenómenos.

Unos fuertes golpes resonaron por todo el lugar antes de que, por un tipo de resbaladero, cayera un montón de extraños cuadritos minúsculos, hasta llegar a un enorme recipiente.

Todos los niños, que hace unos momentos atrás estaban escondidos, se apresuraron a llegar hasta aquel recipiente dispuesto a comer de esa cosa. Note como los dos chicos que estaban a mis costados, se levantaron dispuestos a seguirles el paso. Por otro lado, Lobita, quien parecía sumerja en su propio mundo, ni se inmutó ante esto.

—No comemos croquetas— Alcance a percibir como la niña de hace un rato hablaba con reproche hacia los demás. Y no sé si era impresión mía, pero al parecer hacía con sus manos un montón de señas extrañas...

—Pero tengo hambre— Contesto un chico puercoespín de la misma forma de ella.

—También tengo hambre, pero eso es comida de perros.

—¿Qué hay de Earl?

—¿Cómo que qué hay?

Aquella estuvo a nada de protestar, si no fuera porque su vista se detuvo en la del niño con aspecto de elefante, quien supongo era Earl. Desde aquí no podía ver mucho, pero asumía que estaba comiendo.

A diferencia de ellos, no tenía tanto apetito. No estaba seguro a que se debía, pero ciertamente no tenía ganas de nada.

Lobita también observaba desde su lugar, y por primera vez, creo que teníamos una actitud algo similar, a diferencia de que ella parecía estar mucho más afectada. Su seño estaba levemente fruncida, como si intentara deducir algo.

La niña... Wendy, quiero decir. Wendy se acercó hacia nosotros y no tardo en tomar asiento.

—A comer.

—No tengo hambre—Respondo sin mucho ánimo—Tenía un chocolate y me lo comí— Todo se tornó en un incómodo silencio por lo que volví a hablar—¿Qué hacías con las manos hace rato?

—Son señas—Contesta realizando nuevamente ese raro movimiento de manos.

—¿Señas?

—Muchos híbridos no hablan como tú y yo.

Estoy a punto de comentar que Lobita también habla, pero tan pronto como noto que su mirada se clava en mi amenazante, trago duro y opto que lo mejor es guardar silencio.

—¿Por qué no aprendieron?— Retomo.

—Eso o no pueden decir palabras porque no tiene cuerdas vocales para hablar. Así que buscamos otras maneras de comunicación.

Eso tiene mucho sentido. Unos graznidos se hacen de notar, y veo que provienen de una de las niñas que hace un rato se encontraban comiendo. Parece estar algo alterada y este producto por el niño zorrillo. Me pregunto que debe estarle diciendo. Como si me leyera la mente, Wendy decide hablar nuevamente.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 14, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

•𝓢𝔀𝓮𝓮𝓽 𝓣𝓸𝓸𝓽𝓱 𝓷𝓾𝓮𝓿𝓸 𝓶𝓾𝓷𝓭𝓸 𝓭𝓮 𝓱í𝓫𝓻𝓲𝓭𝓸𝓼  •(ɢᴜꜱ ʏ ᴛᴜ́)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora