ERLEA (5)

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Sigo sin asimilar lo que acababa de pasar.

Estaba bastante aburrida en casa y decidí quedar con mi amiga Mar.

Acababa de salir de mi última clase de baile de este año y no tenía ningún otro plan para aquella tarde de verano que no fuera quedarme sola en casa mientras mi abuela volvía de jugar al bingo.

Al llegar a casa, me tumbé en el gran sofá de mi abuela y resoplé.

Me sumergí entre mis pensamientos hasta que una llamada me hizo volver a la realidad. No me lo puedo creer, esta muchacha siempre me llama en los momentos oportunos.

-Erleeeeee cariñoooo.

-Mar no te puedo amar más. Me has leído la mente.

- ¿Eso quiere decir que tú también estabas pensando en colarnos en el patio del colegio a cantar karaoke?

-No exactamente, pero la verdad es que me encanta lo que me acabas de proponer.

-Lo sé si es que soy la mejor. Prepárate que en 10 estoy en tu casa.

-Tía necesito darme una ducha que acabo de llegar a casa y me tengo que cambiar la ropa de baile.

-Es verdad tía se me había olvidado.

-Tía en 30 minutos estoy en tu casa, no te preocupes. No hace falta que vengas hasta aquí andando.

-Okeeyy. Pero Erlea... NO LLEGUES TARDE. Que siempre me toca esperarte tres horas.

-Lo siento tía. Voy a intentarlo, pero no te prometo nada. Nos vemos. Chaooo.

-Aaadioss.

Tras la llamada me quité la ropa y me metí lo más rápidamente posible en la ducha. Tenía razón. Siempre llego tarde. Es algo que me agobia mucho. Procuro llegar a los sitios a la hora y prepararme con antelación, pero siempre llego tarde. El tiempo se me pasa volando y sé que tengo que hacer algo para remediarlo.

Al acabar de ducharme me puse un vestidito muy mono y me recogí media parte del pelo en una coletita con el lazo que me regaló mi madre al nacer.

Me encanta llevarlo a todos lados, forma parte de mi esencia y me encanta olerlo de vez en cuando porque parece que el aroma de mi madre sigue ahí después de tantos años.

Este tipo de tardes son peligrosas porque, cuando no tengo nada que hacer, me da por pensar.

Lo sobrepienso todo; pasado, presente y futuro, y me reconcome por dentro, así que agradezco el plan que mi amiga Mar me propuso aquella tarde.


2 horas después...


- Mar...

-Erlea...

Mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y Mar ya sabía de qué se trataba.

-Hoy es el cumpleaños de mi madre, cumpliría 46 años. Al llegar de baile, me ha dado por pensar, y ya sabes como soy.

-Lo sé. Llevamos toda la vida juntas y, al igual que sé cómo sobre piensas todo, sé también que vas a poder superar todo este duelo.

Erle. No te he llamado por casualidad, sabía que hoy era el cumpleaños de tu madre.

-¿Enserio Mar? Te agradezco mucho lo que has hecho por mí. La verdad es que no sé qué habría sido de mi si me hubiese quedado toda la tarde sola en casa.

-Lo sé Erle, lo sé. Y... Lo del karaoke tampoco ha sido casualidad. Adivina por qué he traído solo un micro hoy.

Al comprender lo que estaba tratando de decirme, una oleada de orgullo me recorrió el cuerpo.

Cogí el micro, y dejé que las lágrimas recorrieran mi cara a toda velocidad. Cada nota que salió por mi boca iba cargada de puro sentimiento.

Mi mejor amiga Mar tenía las mejores ideas del mundo.

Me sentí muy unida a mis padres cantando Rewrite The Stars.

Aquella canción lo era todo para mí. Era la canción favorita de mi madre, y a mi padre le encantaba cantarla solo por ver la sonrisa de mi madre.

Cantar aquella canción el día del cumpleaños de mi madre me hacía sentir muy aliviada.

Todo iba bien hasta que dos siluetas aparecieron.

El resto ya lo sabéis vosotros.



Era casi de día, y la lluvia me empapaba la cara. He de admitir que no habría salido del patio del colegio sin la ayuda de aquel prepotente.

Aún sentía el susto en el cuerpo y aunque no conociese de nada a aquel chico que apareció de entre las sombras con su amigo, (aún más idiota todavía), no podía evitar preguntarme quién era.

Sentía que lo conocía de antes, pero no sé muy bien de qué.

Aún así, era un tremendo imbécil y rogaba por nunca más volver a verle.


Al día siguiente.

Ya era por la mañana y puesto que había llegado a casa a las siete de la mañana aquel día, conseguí dormir tres horas.

Al despertarme revisé mi teléfono y vi quince llamadas perdidas de Mar.

Rápidamente la llamé.

-¿Mar qué ocurre?

-Tía. ¿Dónde estuviste ayer? ¿Te pilló la policía?

-Que va tía. Pero gracias por preocuparte eh. Si no hubiera sido por el idiota, me habría quedado durmiendo en el patio del colegio, o peor aún, EN COMISARIA.

-Ay tía, que no te pongas así, que no fue para tanto...

-Como quieras... Bueno, ¿qué querías?

-Tía. Es que ayer, cuando Jonathan y yo salimos corriendo...

-Espera. ¿Jonathan es el gilipollas que estaba al lado del idiota ayer?

-Sí tía. El caso. Nos cansamos de correr y paramos en un callejón, y resulta que comenzamos a hablar y una cosa llevó a la otra y acabamos liándonos.

-Mar te juro que cada día me sorprendes más. No te entiendo.

- Pero tía, eso no era lo único por lo que te llamaba...

- ¿Qué pasa?

-Jonathan me ha dicho que te pregunte por si sabías algo de su amigo. Dice que no aparece desde ayer y tampoco contesta los mensajes.

-Dile a Jonathan que no sé nada de su amigo, que tomamos rumbos distintos y que ni siquiera se como se llama, y que tampoco me interesa saberlo.

-Joder tía, menudo carácter. Está bien, se lo diré. Te quiero.

Al colgar, me dispuse a hacer de mi mañana algo productiva.







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⏰ Last updated: Jun 25 ⏰

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