~ Ámame, Ámame, Ámame ~

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Todo había resultado un desastre.

La tarde de aquel miércoles había resultado un completo desastre.

O como lo describiría el Joven Satoru, una mierda.

Si embargo, ya todo estaba bien, Suguru al fin estaba en su tiempo, Satoru había logrado salvarlo y el Gojo adulto resultó sellado en su tiempo, teniendo así una amenaza de que, quien se ocurriera liberarlo, estaría condenado a muerte.

En el futuro, Satoru Gojo fue juzgado como un hechicero maleficio por volver al pasado y llevarse a un Joven Suguru Geto y además tenerlo cautivo en su casa, amarrado no solo con sogas sino también con sellos que le impedía escapar.

El futuro de aquella línea temporal era incierto, ya que, sin el más fuerte, las maldiciones podían volverse más fuertes, amenazando la seguridad de todos.

Algo que, aunque los preocupaba un poco, no le importaba al joven Suguru o al propio Satoru, ya que después de unos días tortuosos, pudieron regresar juntos.

Aunque no era fácil, estaban juntos.

Sin embargo, no fue como esperaban.

Ya que luego de un evento traumático de esa magnitud, Suguru por obvias razones no volvió a ser el mismo.

Estuvo encerrado en su habitación un tiempo, asustado cuando la noche llegaba, temeroso a que algo así volviera a ocurrir, levantándose en las madrugadas debido a las pesadilla que lo atormentaban. Debido a esto, por órdenes del profesor Yaga y porque quería, Satoru estuvo durmiendo cada noche con Suguru, buscando calmar sus ataques de pánico, tranquilizando su persona hasta que pudiera volver a dormir.

Ese no era el único problema, ahora Suguru no comía mucho más que apenas el desayuno, o algún que otro yogurt, o quizás alguna que otra fruta, ya no soportaba el kikufuku que Satoru solía comer, le generaba no solo una molestia, sino que le revolvía el estómago, no soportaba ni siquiera el olor.

Aunque para Satoru fue un golpe igual de duro, lo hizo por él, por su Suguru, no estaba dispuesto a abandonarlo, no estaba dispuesto a que sucediera lo mismo que en aquella línea temporal, donde no solo terminaban separados prácticamente de por vida, sino que terminaban con arrepentimientos, con sueños rotos y anhelos que jamás se cumplieron.

A pesar de todo eso, con el paso del tiempo y la ayuda adecuada, estuvieron bien, saliendo adelante juntos, estando lado a lado cada uno, sin soltarse en ningún momento. Fue difícil, tedioso y hasta quisieron abandonarlo en algún momento, sin embargo, lograron salir adelante.

Pasaron los años, y ahora Suguru estaba mejor, logró pasar aquella página luego de varios años, años en los que nunca estuvo solo, sino que Satoru siempre estuvo ahí con él. Estuvieron juntos luego del tan duro golpe de la misión de plasma estelar, estuvieron juntos cuando sucedió el incidente de la aldea, donde luego de rescatar a las niñas ambos salieron adelante.

En aquel incidente, Satoru llevó a Suguru a un lugar para que pudiera liberar toda su molestia y frustración, evitando una masacre, aunque si era sincero, el también quería hacer algo así, sin embargo, no quería arriesgar todo.

No quería arriesgar a Suguru.

— Sensei, eso fue... Demasiado poético - decía entre lágrimas aquel pelirrosa, luego de haber oído todo por lo que habían pasado sus profesores.

— Fue como... Un romance trágico - decía ahora la castaña, llorando junto a Itadori en aquel salón.
Fushiguro, por su parte, estaba en silencio, o más bien, aguantando sus lágrimas en silencio, aunque vivía con el albino, oír la historia completa era algo que pocas veces se daba por obvias razones, pero siempre le dolía todo por lo que había pasado.

~[Ámame, ámame, ámame]~ [Satosugu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora