*' ● 🌻 𝕮𝖍𝖆𝖒𝖕 ᵈᵉ 𝕿𝖔𝖚𝖗𝖓𝖊𝖘𝖔𝖑𝖘 🌻 ○ ▪︎*

°˖❀_Four Tournesols_❀˖°

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— absolutamente, no. — se negó su hermano al instante, posandose de brazos cruzados a la puerta de la habitación en la posada, indispuesto a dejarlo salir.

Freminet no supo que hacer, manteniendo una expresión desesperada y triste. Nunca desobedecia a sus hermanos o a Padre... pero... esta vez...

— por favor... Lyney... — suplicó con dificultad para lo mismo, aferrando sus manos delgadas al bordillo de su abrigo. No sabía para nada como suplicar... nunca se atrevió hasta el momento de intentarlo, siquiera. Observó a los ojos de su hermano solo para terminar viendo al suelo, luego de encontrarse con la angustia en su mirada y ese ceño fruncido.

¿Cómo podía protestar contra él?

— vamos, hermano, estaban juntos ayer y hoy por la tarde. No parecía un mal chico, Freminet estará bien — pronunció lynette en su auxilio, intentando persuadir al mago mientras le tomaba del brazo, buscando hacerlo sucumbir — es justo que tenga un amigo, ¿no quieres que tenga amigos además de Pers? — le cuestionó esta en un tono más bajo y algo disimulado, haciendo que él apretara un poco más su abrigo. Podía escucharla claramente.

Sabía que la híbrida no trataba de ser mala con sus palabras ni herirlo de ninguna forma, pero era un poco pesado escuchar con claridad que no tenía amigos.

— pero nos tiene a nosotros, a todos sus hermanos... a Padre. ¿Porque tiene que salir con un chico extraño de Liyue justo a la hora de descanso? — refunfuñaba Lyney, a la defensiva y sin apartarse ni un centímetro de la puerta. No le había gustado para nada la idea de que saliera por ahí con Gaming en la noche... nisiquiera le había dejado terminar bien de pedir permiso para cuando se anclo al frente de la salida — no sabemos quien es ni qué podría hacerle, o cuales serían sus intenciones — reclamó, reafirmando su posición sobreprotectora frente a la puerta. No había casi ninguna posibilidad de que le dejara salir.

Lynette para ese momento había puesto cara de hartazgo y pocos amigos, atacando al momento la oreja del mago para pellizcarsela y hacerlo sucumbir de su firme posición, obligandole a quejarse y sisear por el dolor.

— Claro, pero si se trata de ya sabes quien, ya habrías ido tú corriendo, aún sin conocerlo como en el muelle, en Fontaine, ¿no? — le atacó de manera astuta, haciendo titubear al de pelo grisáceo una vez que le soltó y se estuvo sobando la oreja herida — lo único que consigues es que nuestro hermanito esté triste y sólo. Padre estaría de acuerdo con que se divirtiera, ¿Porque tu no? — le regañó, haciendo que Lyney curvara los labios en una mueca de disgusto, conllevando una expresión que gritaba "tienes razón, aunque no quiera admitirlo".

Tras unos segundos de silencio y un par de miradas, finalmente el mago suspiro y se sacó su sombrero, sosteniendolo contra su pecho con una cara no muy contenta.

— bien — murmuró, antes de señalarlo como una madre haría — si no regresas a las 10 iré a buscarte — Pronunció refunfuñando, a lo que solo pudo mostrarse algo contento y asentir, acercándose a su hermano en pasos lentos que se volvieron un poco más veloces, abalanzandose a abrazarlo. Estaba agradecido de que se preocupara tanto por él, pero también agradecido porque sediera y lo dejará salir.

— a las 10 — murmuró mientras este pasaba de la sorpresa por ser abrazado, procediendo a regresarle el abrazo.

— ya ya, ve antes de que cambie de opinión — murmuró, sacandole una sonrisa de entre sus labios. Su tono no era nada más que cálido, de ese tipo de cálido que dejaba la chimenea cuando todos se reunían para opacar el frío de fuera en casa... — y este chico, quiero saber a detalle quien es más tarde — agregó como extra de su reclamó, antes de revolverle el cabello mientras le soltaba.

Así se despidió de sus hermanos y salió finalmente de la posada a toda prisa para no llegar tarde a donde había acordado con Gaming, pasandose por desapercibido la larga y ondeante trenza rubia , al lado de una capa blanca y una pequeña criatura voladora que pasaba justo por la entrada de la posada hacia el ascensor.

Freminet no solía correr muy a menudo, por lo que se canso un par de veces mientras iba todo el camino hasta donde había quedado con el de mechones color rojizo.

Corrió hasta que pudo ver las luces de la ciudad algo lejos, rogando a todos los arcontes porque el chico siguiera allí como acordaron, justo en el puente que conectaba con la gran ciudad...

Y... como si hubieran escuchado su suplica...

Justo allí estaba él,  esperando bajo la luz de la luna y el tenue brillo de algunas farolas que mantenían los caminos iluminados, apoyándose contra la oscura madera. Su expresión era bastante serena... y en su mano, atrayendo la atención de sus ojos dorados, se encontraba una bonita flor de color azul.

Freminet sintió que su corazón se le iba a salir del pecho para entonces... pero, asimilo que eso era por correr hasta allí a toda prisa.

Fue acercándose tímidamente mientras recuperaba el aire, encontrándose con que este le prestará atención a su llegada y, como si fuese por arte de magia, se le iluminará la expresión, notándose más que nada contento de verlo.

— hola de nuevo — Saludó, provocando que se sonrojara mientras este se paraba correctamente con la muletilla para acercarse a él, cortando distancia — ¿vamos? — señaló hacía la ciudad con un muy buen humor, haciéndole asentir bajo la incapacidad de soltar palabra enfrente suya.

Gaming no tardó en empezar a conversar de forma muy natural, contándole sobre comida, los buenos sabores o los placeres de la vida en un platillo, fascinandole y atrayendole de forma automática hacia él.

Freminet en ese momento podía decirlo con algo de claridad.

Sentía un fuerte sentimiento hacia el otro... aunque no supiera explicar cual, o el porqué.

Pero lo sentía con firmeza en el corazón.

Gaming le gustaba, aunque no estuviese identificando ese tipo de gustar.

El gustar de alguien, en forma romántica

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