El cruel príncipe Iván.

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Había una vez, en un muy, muy lejano reino, un hermoso príncipe de nombre Iván. Tenía el cabello oscuro, suave como la seda, brillantes ojos que recordaban al café diluido y una tez blanca como la luna. El reino adoraba al príncipe Iván, pues era afable y bondadoso.

Para desgracia de las jóvenes casaderas, el príncipe estaba prometido con una joven dama de la corte con quien había pasado sus días en el instituto y quien, decían, había encandilado al príncipe con sucias artimañas para casarse con él. Según rumores, la tramposa dama había puesto en duda la virtud del bondadoso príncipe, quien no había hallado más salida que unirse a ella en matrimonio. El pueblo estaba triste por el pobre destino de su amado príncipe, caído a manos de una arpía.

Sin embargo, cuando las puertas del palacio se cerraban y los ojos se alejaban de las puertas, la dulce sonrisa del príncipe se transformaba en una horrorosa mueca de disgusto. Sus ojos pasaban de mostrar una bondad infinita a delatar un marcado hastío. Contrario a lo que la mayoría podía creer y diferente de como la historia se podía contar, el príncipe odiaba a su prometida.

A pesar de la cordialidad mostrada en las cenas de estado y los bailes reales, se negaba a mirarla a la cara en público. Su futura esposa pasaba horas frente al tocador, trabajando arduamente junto a sus damas de honor, para que su próximo marido no reparara ni una mirada en ella. Lo peor de todo, lo que más le dolía a la futura princesa, era que el apuesto príncipe siempre se había negado a pasar más tiempo del necesario con ella. En cuanto el reloj daba la primera campanada, su alteza ya había desaparecido de la sala. En cuanto la princesa daba la vuelta para iniciar una conversación con su marido, este ya daba la vuelta para salir de la estancia.

Lo que la pobre princesa no sabía era que esta actitud se repetiría por el resto de sus vidas nupciales. Pobre princesa, desdichada, nunca recibiría la atención de su propio esposo, mientras este coqueteaba y miraba (poco discretamente, se ha de agregar) a las demás jóvenes nobles de la sociedad.

Las Aventuras del Cruel Principe Iván (Y su pobre y desdichada prometida)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora