Número 1

26 8 0
                                    

Me encontraba mirando las mismas ruinas de siempre, con pies tambaleantes ya sea por el frío que se colaba por aquella pequeña ventana y la oxidada puerta o por mi falta de estatura, intentaba mantenerme lo más estable posible sobre aquellas cajas para poder admirar aquella vista, era algo precioso para mi aunque número dos no estuviera de acuerdo.

-Número uno por favor para, pronto volverá el demonio y nos castigará si te ve jugando- me regañó a lo que solo pude hacer un puchero y bajar de aquellas cajas de madera, a mis cortos 9 años había entendido que lo mejor que podía hacer era no molestar a nuestro señor.

Caminé un rato más alrededor de la habitación bajo el molesto sonido de una cadena siendo arrastrada por el suelo, sintiendo el dolor gracias al frío en mi cuerpo, el no poder calentarme por movimiento me hizo irritar haciendo jalar aquella cadena en mi cuello cansada de aquello produciendo el fuerte sonido del metal chocando, número dos me miró entre alarmada y molesta y solo pude dedicarle un susurro de disculpa por interrumpir su estudio.

Número dos llegó hace un año es una compañera de mi edad según nos dijo nuestro amo pero ella se ve incluso más pequeña que yo, suele irritarse con facilidad y a pesar de ser quien más intentos de escape ha tenido es la que más se esfuerza en los estudios, gracias a ella tenemos que usar estas correas tras su último intento de escape en donde casi lo consigue, yo nunca me molesté en hacerlo.

Nuestro amo no era mala persona o tal vez sea por que al contrario de Número dos yo nunca conocí la "libertad" de la cual ella habla ya que por lo que me ha contado ella tenía una familia y su antiguo nombre era Neoma sin embargo nuestro amo no nos permitía utilizar aquel nombre.

Cansada de divagar tomé un libro y me puse a estudiar al fin, me senté sobre una de las cajas ya que la madera era menos fría que el piso e intenté meter mis piernas dentro de mi vestido blanco para taparlas, el mio estaba más sucio supongo que por que a mi si me gusta jugar por la habitación.

-¿Crees que hoy nos den de comer? No quiero ir con los perros otra vez- me queje moviendo un poco los pies ansiosa, escuché un suspiro por parte de número dos.

-Espero que si...esta semana me he portado bien así que supongo que traerán algo- respondió mirando a otro lado apenada.

-Ven, sentémonos juntas, afuera está nevando y en la noche hará más frío- hablé haciéndome a un lado para darle mi asiento ya que lo había calentado un poco sintiendo la fría madera al cambiarme de lugar, ella no dudó mucho antes de acercarse a mí y sentarse a mi lado, tapamos muestras piernas con nuestros vestidos.

Ambas escuchamos como la puerta de metal oxidada rechinaba siendo abierta, pude notar como número dos se ponía tensa.

-Buenas noches mi señor- hablé alegre a lo cual el me miró sorprendido, me baje de aquellas cajas y me acerqué a él lo más que pude debido a la cadena, nuestro amo dejo algunas bolsas sobre la pequeña mesa casi deshecha y algunas otras las dejó en el piso, se acercó a mí para quitarme aquel molesto collar tanto a mi como a número dos.

-Buenas noches número uno- acarició mi cabeza a lo cual le sonreí feliz, él se quitó su gorro ushanka dándomelo para que lo dejara en donde quisiera sin embargo yo al no ser buena con el frío me lo puse sin dudar, el solo me miró confundido más no dijo nada.

Número dos se acercó un poco, no dijo nada, nuestro amo se sentó en el único mueble que había, nunca nos atrevimos a sentarnos ahí, ambas sabíamos que era el lugar favorito de nuestro señor así que si llegábamos a dañarlo...bueno no me quería imaginar las consecuencias.

-Mi señor, déjeme darle un masaje se ve cansado- me ofrecí a lo cual dudó un poco pero aceptó, se sentó un poco de lado y yo empecé a trabajar feliz por poder ayudarlo.

-Número dos en aquella bolsa traje algunas cosas para que se refugien del frío esta noche, se han portado bien estos días así que se lo merecen- habló relajando su cuerpo, mi compañera empezó a trabajar al instante sacando algunas sabanas acolchonadas.

-Muchas gracias- hablé en nombre de ambas a lo cual le escuché reír un poco.

-¿Hay algo que quieras número uno?- preguntó a lo cual lo miré sorprendida.

-¿Disculpe?- no sabía si había escuchado bien, nunca me había preguntado eso.

-Ultimamente estuve pensando y me dí cuenta que por los intentos de escape de número dos te he estado descuidando y castigando sin razón, tu no tienes la culpa pero también tienes que aprender que habrá consecuencias si haces algo así- habló mi amo, se giró para mirarme directamente a los ojos, el color púrpura oscuro de su mirada me hipnotizaba -¿Número uno?

-Yo nunca sería capaz de dejarlo mi señor- hablé rápidamente poniéndome de rodillas ante él -Usted se ha ocupado de mí desde que era pequeña, no seré malagradecida con usted, usted es mi amo...- murmuré un poco avergonzada sin embargo era lo que de verdad sentía, pude escuchar una ligera risa lo cual me hizo sonrojar.

-Es bueno que reconozcas lo que he hecho por ti, por ello mismo te concederé un deseo, no importa si me pides irte, te liberaré de todo ¿Entiendes?- en realidad no entendía pero aún así asentí con la cabeza, miré a número dos pero su mirada me hizo temblar, me miraba molesta, se veía muy enojada pero no entendí el por qué.

-Numero uno, te estoy esperando- me habló tranquilo así que lo miré de nuevo.

-En realidad no hay nada que yo deseé pero...- lo miré algo tímida a lo cual él me miró algo curioso.

-¿Pero?- preguntó con calma.

-¿Puede contarme un cuento?- pregunté sintiendo mi cara arder, no lo miré a la cara y el silencio se mantuvo durante unos minutos haciéndome sentir incómoda, estaba a punto de retractarme pero él me interrumpió.

-Ven aquí- me habló con voz cálida, levanté la mirada al sentir como me ayudaba a levantarme y me sentaba en su regazo mientras me tapaba con su capa de manera cariñosa haciéndome sentir cálida y feliz.

-No me se muchas historias para niños pero hay una que tal vez te pueda gustar- habló mientras disimuladamente me acurrucaba en su pecho.

-Había una vez un pequeño tigre al que se le encomendó una tarea muy valiosa, cuidar de un libro ese libro era muy importante pero al no saber el valor de aquello de lo cual cuidaba lo dejó, viviendo por su cuenta, gracias a aquel deseo tan banal y egoísta el tigre cometió actos tan pecaminosos que dejo que el mundo se hundiera en miles y miles de desastres, tiempo después llegó un pequeño ratón que al vivir bajo aquel cruel mundo ayudó a que el líder de los ratones llegara a obtener aquel libro en el cual reescribió la historia liberando a todos de sus pecados llevándolos a la verdadera y eterna libertad.

-¿Y qué pasó con el tigre? ¿También fue libre?- pregunté preocupada a lo cual él rió un poco.

-Claro que si, todos alcanzarán la libertad- dijo lo cual me dejó un poco curiosa pero lo dejé pasar, el me cargó con un poco de dificultad y me dejó en el sillón mientras él se sacudió su traje, me quitó su gorro y se lo puso para después mirarnos a ambas.

-Ya me tengo que ir, les deje comida si la racionan bien les durará para mañana y no se olviden de estudiar- caminó hacia la puerta y al abrirla el frío viento me caló hasta los huesos haciéndome temblar al instante -Numero uno, la próxima vez que te portes tan bien como hasta ahora te contaré otra buena historia ¿Está bien?

-¡Si mi señor!- hablé con emoción, él me sonrió y se fue sin más dejándome en la espera de su próximo cuento.


------------------------

Hola espero que les haya gustado este primer capítulo, sientanse en libertad de votar y comentar si les ha gustado, los tkm <3

No. 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora