CAPÍTULO IV

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La noche parecía ser eterna para Itachi Uchiha, quien estaba sentado junto a la ventana de su habitación, observando las nubes pasar en el oscuro y profundo cielo, intentando buscar algo de consuelo en la luna o que el viento se llevara sus preocupaciones y sus problemas. Estaba cansado, pero aún así no podía dormir, los problemas de insomnio lo habían estado atormentando desde hace años, agotando cada día su alma y drenando su vida. Era la causa de esas ojeras que adornaban su rostro y la razón del porque siempre parecía estar tan cansado, aún así se mantenía firme y hacía todo su trabajo sin problemas.

Sin embargo, ya no sólo se trataba de su trabajo, tenía un gran problema que no parecía tener ninguna solución, la vida de su amo estaba en juego y también había presenciado el como un muerto volvía a la vida, un problema más para la lista. Su mente estaba agotada y no encontraba ninguna alternativa ni ninguna solución, por mucho que su corazón le pedía que luchara para salvar a esa persona tan importante para él, su mente no podía ni siquiera terminar de procesar todo lo que había pasado esa noche.

Era como una historia de terror, donde los protagonistas ya no podían hacer nada más que esperar que la propia muerte llegara por ellos, se sentía en cierta forma devastado y era complicado mantenerse firme y cuerdo, todo era poco creíble, sin embargo, estaba pasando.

—No puedes entrar sin permiso. —Itachi se levantó del fino y cómodo cojín en el que estaba sentado al escuchar la voz de Shisui afuera de su habitación, a la vez que escuchaba una escandalosa y reconocible voz en el pasillo.

—¡No me importa! De todas formas voy a entrar —contestó molesto—. Él entró a mi casa sin permiso, es un trato justo, pero alguien con un cerebro tan pequeño no lo entendería.

—¿Cómo te atreves? —Se escuchó como Shisui empujaba a esa persona a una pared, y luego ambas voces empezaron a escucharse por todo el pasillo por aquella discusión.

Itachi no tuvo más remedio que caminar hasta la puerta, deslizandola para ver que tanto alboroto estaban haciendo esos dos. Observando molesto y cansado el como Shisui y Deidara se empujaban y forcejeaban entre sí, el azabache tenía arrinconado al rubio en la pared del pasillo y eso sólo irritaba más a Itachi.

—¿Qué están haciendo? ¿Acaso son niños? —preguntó Itachi con una voz gruesa, asustando a ambos hombres quienes pararon de pelear de inmediato—. Ya es muy tarde, no hagan escándalo, para todos es difícil dormir en estos momentos, no molesten.

—Él quería entrar sin permiso... —contestó Shisui, con una pizca de odio viendo molesto al rubio.

—¿Y qué quieres que haga? No quiero ir a mi casa siendo tan tarde —dijo Deidara indignado—. Lo mínimo que pueden hacer ustedes por mí es darme un lugar donde dormir.

—Ya es suficiente. —Itachi llevó una mano a su frente para darse un pequeño y corto masaje, no entendía que clase de pecado estaba pagando como para tener que lidiar con un par de idiotas en una situación tan crítica, dio un paso hacia atrás sin cerrar la puerta, viendo seriamente al rubio—. Entra —ordenó con frialdad.

Deidara y Shisui se vieron de reojo, por primera vez como cómplices y no como enemigos, ambos se sintieron tensos por el mal humor de Itachi y se arrepintieron de haberlo molestado a esa hora.

—¿Sabes qué? Creo que voy a buscar otra habitación —comentó el rubio, dando media vuelta para retirarse.

—Yo te ayudo. —Se ofreció Shisui, dándole un par de palmadas en el hombro a Deidara, al mismo tiempo que lo empujaba para empezar a caminar, lo que ninguno de los esperaba, fue que Itachi se acercara a ellos para jalar al rubio por la muñeca, empujando también a Shisui en el proceso—. ¿Qué te pasa? —preguntó ofendido.

Comprador De Almas | KakaObi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora