Capitulo 67: Agentes (R-18)

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En el dormitorio, que estaba poco iluminado, el embriagador aroma a jazmín y sándalo llenaba el aire mientras Deborah y Lorenzo se dejaban caer en la lujosa cama con dosel. Deborah, todavía vestida con su vestido de noche de seda, arqueó la espalda, dejando que la tela se deslizara sensualmente por sus curvas, dejando al descubierto su piel cremosa. Su pecho, envuelto en un corsé de encaje, se agitaba con cada respiración agitada que tomaba.

Los ojos de Lorenzo, oscurecidos por el deseo, recorrieron su cuerpo antes de encontrarse con su mirada. "Eres impresionante", susurró con voz ronca. Él se inclinó, capturando sus labios rojos y carnosos en un beso abrasador, su lengua bailando con la de ella en un vals de pasión. Sus manos, fuertes pero suaves, se deslizaron por sus piernas cubiertas con medias hasta los muslos, alcanzando el delicado encaje de sus bragas.

Deborah gimió mientras lo besaba y sus uñas se clavaban en las sábanas blancas y tersas. Podía sentir el calor que se acumulaba entre sus muslos, ansiosa por su toque. "Te deseo, Lorenzo", jadeó, su voz era un susurro sensual.

La respuesta de Lorenzo fue un gruñido de aprobación mientras deslizaba sus bragas por sus bien formadas piernas, revelando su núcleo húmedo. "Estás tan mojada para mí, querida", ronroneó, inhalando su excitación.

Sus caderas se sacudieron con anticipación mientras él jugueteaba con su brote hinchado con sus dedos, rodeándolo, provocando escalofríos por su columna. "Oh, Lorenzo", gimió, con la espalda arqueada sobre la cama. "Te necesito dentro de mí ahora".

No pudo resistir más. Con un gemido de deseo, se posicionó en su entrada y, con un lento y deliberado empujón, la penetró. Ambos jadearon, sus cuerpos hechos el uno para el otro.

Slap

Slap

El sonido de sus carnes chocando llenó la habitación, una sinfonía sensual que aceleró sus respiraciones.

Las uñas de Deborah le recorrieron la espalda, instándolo a seguir adelante. "Más rápido, Lorenzo, pero no pares", jadeó, con la voz cruda de deseo. Él obedeció, acelerando el ritmo, sus caderas chocando en un tango sensual.

Sus manos encontraron sus pechos, apretándolos con fuerza, jugueteando con sus pezones hasta que ella gritó. "¡Ah! ¡Sí, justo ahí!" ella gimió, su espalda arqueada sobre la cama.

La respiración de Lorenzo era constante y sus embestidas se volvían más erráticas. "Te sientes tan bien, Deborah", gimió, su voz profunda de lujuria y amor.

A medida que aumentaba el ritmo, la cama crujía al compás de su apasionado ritmo, la cabecera golpeaba contra la pared al unísono. Las caderas de Lorenzo se sacudían salvajemente.

"Estoy cerca, Lorenzo", jadeó, su cuerpo se tensó.

Eso fue todo lo que hizo falta. Con un último grito estremecedor, Deborah llegó al clímax, su cuerpo temblando de éxtasis.

Pero Lorenzo aún no había terminado. Su poderoso físico le permitió continuar, sin inmutarse por su orgasmo. Siguió embistiéndola, sus movimientos ahora aún más salvajes, enviándola al límite una vez más.

El cuerpo de Deborah tembló, atrapado entre el placer y el ligero dolor mientras Lorenzo continuaba complaciéndose. Su clímax la había dejado sensible, pero las sensaciones eran demasiado intensas para ignorarlas.

Slap, Slap

"Lorenzo", jadeó, con los ojos cerrados con fuerza en éxtasis. "Yo... no puedo... voy a..."

Pero Lorenzo era implacable, sus poderosas caderas la penetraban con un fervor que rayaba en la desesperación.

Y entonces, justo cuando pensaba que no podía soportarlo más, el mundo de Deborah explotó una vez más. Su segundo clímax la invadió en oleadas, más intensas que la primera.

El Sistema en el PadrinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora