VII. Entrenamiento

25 5 0
                                    

Lamentaba haber aceptado la invitación de venir a entrenar, en lo más profundo de mi ser en cuanto empecé a entrenar con Hwan. Verlo en acción con los simuladores dejaba claro por qué estaba en un nivel tan alto. Cada movimiento suyo era preciso, fluido, como si estuviera bailando con el peligro y dominándolo con gracia. Me sentí abrumado por su habilidad, mientras observaba impotente cómo terminaba cada sesión con un puntaje perfecto, sin esfuerzo aparente.

—Tu turno —me dijo finalmente, saliendo del simulador con una sonrisa tranquilizadora.

Respiré profundamente y entré, sintiendo cómo mi corazón latía con fuerza. La pantalla mostraba el modo difícil, y supe que enfrentaría un desafío considerable. Extendí mis alas con determinación y me preparé para el combate.

Los primeros momentos fueron confusos. A diferencia de las prácticas habituales, cada golpe en este simulador era real, diseñado para herir. Me esforzaba por mantenerme enfocado, utilizando mis habilidades con todo lo que tenía.

En los entrenamientos, los Kalistar eran criaturas excepcionales y versátiles. Su habilidad para imitar otras especies los convertía en herramientas invaluablemente útiles para los estudiantes de la escuela. Su capacidad para transformarse en diferentes formas, ya sean hadas, elfos, o incluso criaturas más grandes como dragones o seres elementales, los hacía perfectos para simular situaciones de combate realistas y desafiantes.

Los Kalistar no solo replicaban la apariencia física de otras criaturas, sino que también adoptaban sus habilidades y técnicas de combate. Esto permitía a los estudiantes enfrentarse a una variedad de escenarios y oponentes sin el riesgo real de daño grave. Desde la forma elegante y ágil de los elfos hasta la fuerza y la ferocidad de los dragones, los Kalistar proporcionaban una experiencia de aprendizaje dinámica y enriquecedora para los jóvenes aprendices en la escuela, normalmente eran inofensivos, oero justo ahora todos parecían que me quería matar. Un Kalistar se transformó en un hada de fuego y lanzó una bola ardiente que alcanzó mi brazo.

—¡Agh! —me quejé, sintiendo la quemadura en mi piel.

Me levanté rápidamente, esquivando las llamas que seguían llegando. Hasta que finalmente, me encontré acorralado en un rincón del simulador, incapaz de evitar más ataques.

—¡Para! —le grité a Hwan, mi voz llena de miedo y dolor—. ¡Haz que pare!

Pero Hwan parecía no escucharme, o quizás estaba demasiado concentrado en su papel como instructor. Me preparé para lo peor, levantando mis manos para proteger mi rostro justo cuando otra llamarada se dirigía hacia mí. Pero antes de que el fuego me alcanzara, sentí un campo de fuerza que me protegía.

Confundido, giré para ver quién había intervenido. Y ahí estaba Jungkook, sus ojos morados brillando intensamente mientras recitaba un hechizo. Mi pecho se llenó de un alivio abrumador al verlo allí, salvándome.

Permanecí allí, mi respiración agitada mientras observaba a Jungkook con una mezcla de gratitud y sorpresa.

Al abrir las puertas del simulador, Hwan fue el primero en reaccionar. Corrió hacia mí con una expresión preocupada en su rostro.

—Lo siento, no escuché tus gritos —se disculpó, observando mi brazo lastimado con preocupación.

—No es nada —mentí, intentando minimizar la situación aunque la sangre seguía brotando de la quemadura en mi brazo.

Antes de que pudiera protestar más, Jungkook se acercó y tomó mi brazo con firmeza para examinar la herida.

—Dije que no es nada —insistí, sintiendo una mezcla de molestia y agradecimiento por su intervención.

El Legado del Mago|| KOOKJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora