XX. Ataque

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Esa noche, el campamento estaba envuelto en una calma engañosa. Las estrellas brillaban en el cielo, y el crujido suave de la fogata era el único sonido que rompía el silencio. Después de un día agotador de entrenamientos y risas, todos nos habíamos acurrucado bajo nuestras mantas, agradecidos por el respiro.

Pero esa tranquilidad se rompió abruptamente con un estruendo que resonó por todo el campamento. Me desperté de golpe, el corazón latiéndome con fuerza en el pecho. A mi alrededor, los demás también se levantaban, sus rostros llenos de confusión y temor.

—¡¿Qué está pasando?!— exclamó Jimin, su voz cargada de alarma.

Me levanté rápidamente, sacudiéndome las hojas y el polvo de encima. El sonido era ensordecedor, como si la mismísima tierra estuviera siendo golpeada por un martillo gigante. Al mirar hacia el origen del ruido, mi sangre se heló.

Tres gigantes colosales estaban golpeando nuestra barrera mágica con una fuerza imparable. Sus enormes puños se estrellaban contra el escudo invisible, haciendo que éste vibrara y emitiera destellos de luz en cada impacto. Sus rostros eran una mezcla de furia y determinación, y sus ojos brillaban con una malevolencia que parecía atravesar nuestras almas.

Los primeros en reaccionar fueron Hwan y Jungkook. Sin perder un segundo, se pusieron de pie y comenzaron a conjurar sus hechizos. Hwan levantó sus manos, y una energía azulada se concentró en sus palmas antes de lanzarse hacia los gigantes. Jungkook, con su habilidad superior, creó un símbolo en el aire que brillaba con un resplandor dorado.

—¡Fuerza Arcana!—gritó Hwan, y una ráfaga de energía mágica salió disparada hacia los gigantes.

—¡Escudo Celestial!— agregó Jungkook, reforzando la barrera con una luz cegadora.

Por un momento, los golpes cesaron, y la barrera pareció estabilizarse. Todos respiramos con alivio, pensando que el peligro había pasado. Pero esa paz duró poco.

Un rugido profundo y gutural resonó en el aire, y cuando levanté la vista, vi algo que hizo que mi corazón se detuviera. Dragones. Tres imponentes dragones de escamas negras y ojos ardientes se cernían sobre nosotros, batiendo sus alas con furia. Sus bocas se abrieron, y de ellas emergió un torrente de fuego y ácido que se estrelló contra nuestra barrera.

El escudo mágico, debilitado por los golpes de los gigantes, no pudo soportar el asalto combinado. Con un estruendo final, la barrera cedió y se desmoronó en fragmentos de luz que se disiparon en el aire. El campamento quedó expuesto, vulnerable ante el ataque inminente.

—¡Defiéndanse!— gritó Jungkook, su voz firme y autoritaria.

De las sombras del bosque y las grietas del suelo, criaturas oscuras empezaron a emerger. Eran bestias retorcidas, abominaciones que sólo podían haber sido creadas por el Rey Oscuro. Sus cuerpos estaban cubiertos de espinas y escamas, y sus ojos brillaban con un hambre insaciable. Gritaban y rugían mientras se lanzaban hacia nosotros con una ferocidad desenfrenada.

Sin pensarlo, levanté mis manos y conjuré una bola de fuego. La lancé hacia una de las criaturas, pero mi ataque apenas la detuvo. A mi alrededor, los demás también estaban luchando. Hwan y Jungkook lanzaban hechizos con una rapidez y precisión asombrosas, mientras que Jimin y Hoseok usaban sus habilidades para defenderse y proteger a los más vulnerables.

—¡Jin, cuidado!— grité Hoseok, empujándome justo a tiempo para evitar una garra afilada que se dirigía hacia mí.

Nos encontramos en una batalla desesperada, luchando con todas nuestras fuerzas para repeler a los invasores. Los dragones sobrevolaban el campamento, lanzando ráfagas de fuego que incendiaban todo a su paso. Los gigantes seguían avanzando, aplastando cualquier cosa en su camino.

El Legado del Mago|| KOOKJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora