XXIII. Verdadera identidad

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Al abrir los ojos, sentí una sensación de desorientación y frío. Mis piernas temblaban mientras me levantaba del suelo, y al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que no estaba en el campamento. La vista que se desplegaba ante mí era completamente diferente.

Frente a nosotros, en lo alto de una montaña, se alzaba un imponente castillo. Era una estructura majestuosa y aterradora a la vez, con torres altas y estrechas que parecían arañar el cielo. Las paredes de piedra negra daban la impresión de ser antiguas y robustas, pero al mismo tiempo, había algo en su diseño que inspiraba temor. El castillo emitía un aura de miedo y terror, como si estuviera vivo, observándonos desde las alturas.

Bajo la sombra del castillo, pequeñas casas se alineaban a lo largo de las laderas de la montaña. A diferencia del castillo, estas viviendas tenían un aspecto acogedor y hogareño. Eran de madera y piedra, con techos de tejas y chimeneas que echaban humo. Las ventanas de las casas emitían una cálida luz amarilla, creando un contraste sorprendente con la oscuridad imponente del castillo. Parecía un pequeño pueblo lleno de vida, protegido, pero a la vez dominado por la presencia ominosa del castillo.

El aire era fresco y limpio, y una brisa suave movía las hojas de los árboles circundantes. Mientras caminaba, podía sentir el pasto húmedo bajo mis pies descalzos, y el viento fresco acariciaba mi rostro. A lo lejos, los primeros rayos del sol comenzaban a iluminar el cielo, pero la sombra del castillo aún lo dominaba todo, proyectando una sensación de incertidumbre y peligro.

Mis compañeros también comenzaban a levantarse, sus rostros reflejaban la misma mezcla de confusión y asombro que sentía yo. Nos miramos unos a otros, tratando de entender dónde estábamos y qué significaba todo esto. El silencio solo era roto por el crujido de las hojas y el susurro del viento.

A pesar de la apariencia hogareña de las casas, el castillo en la cima de la montaña parecía dominarlo todo con su presencia ominosa. Era como si nos estuviera vigilando, evaluando cada uno de nuestros movimientos. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras observaba la estructura, tratando de descifrar qué nos esperaba en ese lugar desconocido.

Poco a poco, nos fuimos organizando, sacudiéndonos el polvo y el miedo. Teníamos que descubrir más sobre este lugar y sobre por qué Jungkook nos había traído aquí. Aunque el castillo parecía lleno de misterios y peligros, las casas ofrecían una promesa de refugio y calidez, al menos por un momento.

Mientras avanzábamos cautelosamente hacia el pueblo, no podía dejar de sentir una mezcla de esperanza y temor. La calidez de las casas contrastaba fuertemente con la frialdad del castillo, y aunque necesitábamos descansar y recuperarnos, sabíamos que las respuestas a nuestras preguntas probablemente se encontraban en ese lugar oscuro y misterioso en lo alto de la montaña.

—¿Dónde estamos?— pregunté a Jungkook, quien iba encabezando la caminata junto a Hwan. A diferencia de los demás, Hwan no parecía perturbado por todo lo que había sucedido.

—¡Jungkook!— grité para llamar su atención, y funcionó. —¿Dónde estamos y qué está pasando?

—¿Por qué dices que la guerra empezó?— interrogó Sun Ho, su voz temblando de inquietud.

—¿Quién eres?— preguntó Hoseok, su expresión llena de confusión y desconfianza.

Todos miramos a Jungkook, buscando respuestas. La tensión en el aire era palpable, cada uno de nosotros ansioso por entender la verdad detrás de nuestra situación.

—Son muchas preguntas— nos miró con calma—. ¿Por cuál empezamos?

—¿Dónde estamos?— insistí, mi voz reflejando la urgencia de la pregunta.

—Estamos en Regnum Tenebrarum— respondió Jungkook, su tono sereno pero cargado de gravedad.

Sentí un escalofrío recorrer mi espalda y vi que los demás también reaccionaban con miedo. La piel se me erizó al comprender la magnitud de sus palabras.

—¿Regnum Tenebrarum?— repetí en un susurro, apenas capaz de creerlo.

Estábamos en el reino oscuro, el lugar que nos habían enseñado a temer desde que éramos pequeños. El miedo nos paralizó a todos. Este era el dominio del Rey Oscuro, un lugar envuelto en leyendas de terror y maldad.

El silencio que siguió a la revelación era ensordecedor. Cada uno de nosotros procesaba la información de manera diferente, pero el miedo era un denominador común.

—¿Qué hacemos aquí?— pregunté, intentando mantener la calma, pero mi voz temblaba.

Jungkook suspiró y se detuvo, girándose para mirarnos a todos. —Estamos aquí porque este es el único lugar donde podremos encontrar las respuestas que necesitamos y prepararnos para lo que viene.

—¿La guerra?— Sun Ho apretó los puños, su expresión dura.

—Sí, la guerra— asintió Jungkook—. Pero no es solo una guerra de fuerzas externas. Es una guerra interna también. Debemos entender quiénes somos y de qué somos capaces. Aquí encontraremos las respuestas.

—¿Y tú?— Hoseok lo miró fijamente—. ¿Qué papel juegas en todo esto?

Jungkook miró a Hwan por un momento antes de volver a nosotros. —En este momento no importa.

—¿Cómo sabes que no nos estás llevando hacia nuestra perdición? —preguntó Nayeon, su voz temblorosa reflejando el miedo que todos compartíamos.

—Confíen en mí, sé lo que hago —respondió Jungkook, intentando infundirnos algo de seguridad, aunque sus propias palabras parecían vacilantes.

—¿Cómo puedes estar seguro de que el Rey Oscuro no nos hará daño? —inquirió Jimin, sus ojos buscando una respuesta convincente en la expresión de Jungkook.

—Todo lo que saben es mentira. Él no es el enemigo del que deben temer—dijo Jungkook con firmeza, mirándonos con una intensidad que hacía eco en nuestra propia confusión y desesperación.

Mi corazón latía con fuerza mientras luchaba por aceptar la verdad que se insinuaba ante nosotros.

—¿Cómo puedes estar tan seguro? —pregunté, sintiendo que las lágrimas amenazaban con escapar mientras me enfrentaba a la posibilidad abrumadora que estaba emergiendo.

—Porque yo estuve ahí. Se lo que el reino de Ellysian hizo en la Gran pelea—respondió Jungkook, su voz cargada de un peso que no podía ignorar.

—¿Cómo puedes asegurar algo así? ¿Estuviste en la Gran Guerra? —interrogó Namjoon, su voz apenas un susurro cargado de incredulidad y temor.

Mientras Jungkook conversaba con Namjoon, mi mente divagó hacia las antiguas pinturas que habíamos estudiado en clase. Observé a Jungkook detenidamente y algo en mí tembló al notar su semejanza con el rey oscuro: el mismo porte majestuoso, la misma aura dominante.

Retrocedí instintivamente, negándome a aceptar esa posibilidad, pero al hacerlo, comprendí por qué estaba tan seguro de que dentro del castillo no nos harían daño.

Mi mirada cayó sobre mi propio tatuaje y noté algo que antes había pasado desapercibido: una representación del castillo en una parte del tatuaje que ahora veía claramente en la distancia. Al levantar la vista, nuestros ojos se encontraron, y su expresión confirmó que él también sabía que yo lo había descubierto.

Mis ojos se llenaron de lágrimas al pronunciar las palabras que habían comenzado a formarse en mi mente, palabras que representaban una verdad que había intentado negar.

—Eres... eres el Rey Oscuro.

El Legado del Mago|| KOOKJIN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora