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Me quedé unos minutos pensando hasta que reaccione, quería vivir nuevas experiencias y está podría ser una de ella.

Deje de darle vuelta al asunto y así dar mi respuesta.

— Acepto — Dije y el sonrió.

—Si quieres el lunes empezamos, anota en un papel las actividades que más te atraigan.

— Lo haré — lo mire por unos segundos — Gracias. — pronuncie suavemente.

— No hay de que, solo espero poder ayudarte.

— Si, pero no sé es lindo que tomes tu tiempo en hacer esto.

— Como te dije pase por algo así hace años, así que es solo ayudar desde mi experiencia.

Yo solo asentí mirándolo a los ojos, tenían un brillo que hacían que resalte ese verde hermoso que tenía.

No podía creer que alguien que no me conocía estaba dispuesto ayudarme.

Se que eso lo tendría que transitar sola, pero la compañía en estos momentos hace bien, ya estuve sola con mi mente por unas semanas y no fue lo mejor del mundo.

Sola.

Cuántas veces en ese tiempo me tuvieron que repetir que no estaba sola, por más que yo sintiera eso no era parte de mi realidad, por suerte si tenia personas que me ayudaba a qué si dolía, no sea tanto.

Sin dejar de lado que la terapia también estaba siendo fundamental para sobrellevar esto.

— Bueno Mathias nos vamos — Dijo Alan apareciendo por el pasillo.

— Si, si vamos — dijo sin dejar de mirarme — Nos vemos Mey — se acercó a mi para dejar un beso en mi cachete.

Alan me saludo y los acompañe a la puerta, gire y me apoye en ella por unos segundos.

Suspiré, encerio necesitaba dormir y confía que a partir del lunes todo sería diferente.

Pero sabías que para que lo sea la primera en cambiar tenía que ser yo y estaba dispuesta hacerlo, cambiar hasta que mi nueva versión ya no reconozca a mi antigua versión.

Pero primero ahora necesitaba descansar.

Me desperté con un rico olor a café, era Domingo por lo tanto Lydia se levantaría al mediodía pero para sorpresa mía no era así, ella estaba en la cocina preparado el desayuno

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Me desperté con un rico olor a café, era Domingo por lo tanto Lydia se levantaría al mediodía pero para sorpresa mía no era así, ella estaba en la cocina preparado el desayuno.

— Buen día señorita —dijo agarando una taza de café para darmela. —. Le puse edulcorante como te gusta.

— Gracias.

— ¿Como te sentiste anoche?

— Bien por un momento me olvidé de todo, la verdad Alan es muy divertido.

— ¿Y Mathias? — pregunto mientras nos sentamos.

— ¿Que pasa con el? — di un sorbo a mi café.

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