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[—Un día Después - Mansión Crepúsculo—]

— Aiz Wallenstein tenía una baja mirada hacia el piso, viendo de reojo la cicatriz de su muñeca izquierda de sus brazos desnudos...
   A las afueras de la casa, una serenata con trompetas y guitarras se hacía notar en el ambiente; aventureros que aún buscaban la aprobación de la chica alentaban a la misma al saber que ya había despertado del coma —   

... —viendo su cicatriz— ...Tengo la mano al menos...eso es bueno, ¿no, mamá, papá?

— Cristalinos se habían vuelto sus ojos, lagrimeando tristemente al recordar que sus progenitores, los cuales amaba con todo su corazón, no estaban a su lado para alentarla con consejos y sabiduria.
   ¿De qué le servirían trompetas y aplausos cuando ellos no estaban ahí...? Haber pasado por tanto, y no tenerlos a su lado, era comparable a la tortura que había sido pelear contra Udaeus —

Estoy cansada —se abrazaba a sí misma— Yo...

— Veía a su espada recostada en el cesped del jardín, alentando a su portadora de usarla. Usarla una última vez —

Intento no pensar en ustedes, para no sufrir más, pero sus imágenes viven en mi corazón desde hoy hasta siempre —pronunció triste— Han echo un museo entero...

Aiz...

— Su voz tan tranquilizante como la brisa que golpeaba gentilmente su rostro; la cabellera albina y los ojos rojos más hermosos de su vida...
   Todas las veces que había sido salvada por él...sentía el mismo sentimiento en tocas las ocasiones anteriores —

Bell... —volteó a mirarlo— ...Perdóname...fuí demaciado débil...~

¡Hnh...! —abrió los ojos con sorpresa— ¿Por qué te disculpas, Aiz?

¡!

Las personas más fuertes...no son las que no temen, ni las que nunca pierden —con postura firme decía, ante la dramática escena que formaban— Las personas fuertes pierden muchas veces, creo yo. Personas que conocen sus límites, pero que no los aceptan... —sonrió cálidamente con una mano en la nuca, algo apenado—

...

— Los quejidos de llanto no cesaron ante esas palabras, pero eran distintos a los de hace un minuto atrás.
   Nuevamente sentía alivio y tranquilidad en su vida.
   Se paró del césped con prisa y envolvió a su novio con un tierno abrazo que duró tanto como su tristeza infinita lo dictaminara; Bell sonrió una vez más mientras acariciaba la delicada cabellera rubia de la aventurera —

¿Y? ¿Estás mejor? —desenvolvía el abrazo apartando un poco el mechón amarillo de pelo que cubría su rostro— Jeje~ —reía enternecido—

Madre todavía sigue viva...siento su presencia en algún lado del mundo —dijo esperanzada— Ella todavía está viva; no murió en contra del dragón negro de un ojo~

... —la abrazó nuevamente— ...

— Bell miró el ambiente verde y lleno se naturaleza, mientras que el viento aún movía su pelo con violencia ante su presencia —

Yo también tengo que ser fuerte. Para poder ser un héroe y subir de nivel...tengo que ser fuerte —una lágrima lo traicionó— Tengo que convertirme en un héroe.

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— Sonido de espadas chocando inundaban la mansión Chimenea.
   Bell junto con Izuku compartían un amistoso combate de puño y daga, horas después de haberle echo visita a la princesa de la espada.
   Los movimientos del peli-verde eran precisos y gentiles al momento de desviar cualquier ataque —

Izuku en Danmachi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora