La vida de Jungkook había sido una constante batalla de poder y dominación, pero nunca antes había tenido algo tan precioso que proteger como a Taehyung. Sabía que sus enemigos no se detendrían ante nada para destruir lo que más amaba. Cada día que pasaba, el juramento que había hecho se volvía más profundo y ardiente.
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Tras el incidente en la floristería, Jungkook decidió que no podía permitir que Taehyung permaneciera vulnerable. Tomó medidas drásticas para asegurarse de que su amado estuviera siempre seguro. Ordenó a sus hombres que incrementaran la vigilancia y que fueran implacables con cualquier amenaza.
—Quiero que la seguridad alrededor de Taehyung sea impenetrable —dijo Jungkook en una reunión con sus más cercanos—. No permitiré que nada ni nadie lo ponga en peligro.
Namjoon asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. Sabía que la protección de Taehyung era ahora la prioridad absoluta de Jungkook.
—No te preocupes, Jeon. Nos aseguraremos de que esté a salvo —respondió Namjoon con determinación.
Mientras tanto, Taehyung intentaba adaptarse a su nueva realidad. Sabía que la vida con Jungkook no sería fácil, pero estaba dispuesto a enfrentar cualquier desafío. Su amor por Jungkook era inquebrantable.
A pesar del peligro que los rodeaba, Taehyung y Jungkook encontraron momentos de paz y felicidad en su vida juntos. En las noches tranquilas, solían sentarse en el jardín de la casa de Jungkook, rodeados de flores que Taehyung había plantado.
—¿Recuerdas cuando nos conocimos en la floristería? —preguntó Taehyung, recostado en el pecho de Jungkook mientras miraban las estrellas.
Jungkook sonrió, acariciando suavemente el cabello de Taehyung.
—Claro que sí. Fue el día en que mi vida cambió para siempre.
—El destino es algo increíble, ¿verdad? —murmuró Taehyung, cerrando los ojos y disfrutando del calor de Jungkook.
—Sí, lo es. Y prometo que nunca dejaré que nada nos separe —respondió Jungkook, su voz llena de convicción.
Taehyung sonrió, sintiendo una paz que solo Jungkook podía darle. Sabía que, a pesar de todo, estaban destinados a estar juntos.
Pero la paz nunca duraba mucho en el mundo de Jungkook. Una tarde, mientras Jungkook estaba en una reunión con sus hombres, recibió un mensaje inquietante. Un nuevo grupo criminal había surgido y estaba dispuesto a desafiar su autoridad. Peor aún, sabían sobre Taehyung y estaban planeando usarlo como un peón para destruir a Jungkook.
—No permitiré que nadie se acerque a Taehyung —dijo Jungkook, su voz llena de furia—. Si intentan hacerle daño, desataré un infierno sobre ellos que nunca olvidarán.
Los hombres de Jungkook sabían que él nunca hacía promesas vacías. Comenzaron a prepararse para el enfrentamiento inminente, sabiendo que cualquier error podría ser fatal.
Esa noche, Jungkook regresó a casa más temprano de lo habitual. Encontró a Taehyung en la cocina, preparando la cena. La vista de su omega, ocupado en una tarea tan mundana, llenó a Jungkook de una mezcla de amor y protección feroz.
—Taehyung, tenemos que hablar —dijo Jungkook, su voz suave pero urgente.
Taehyung se volvió un pco asustado, notando la preocupación en el rostro de Jungkook.
—¿Qué sucede cariño?
—Hay otra amenaza. Quieren usarte para llegar a mí. Pero te prometo que no dejaré que te hagan daño. No importa lo que tenga que hacer, protegeré nuestra vida juntos —dijo Jungkook, tomando las manos de Taehyung entre las suyas.
Taehyung sintió una mezcla de miedo y determinación. Sabía que el mundo de Jungkook era peligroso, pero también sabía que su amor era más fuerte que cualquier amenaza.
—sabes que confío en ti, Jungkook. Y se que nunca dejaras que me hagan daño— Tae lo miraba con un destello en sus ojos
Jungkook asintió, sus ojos llenos de una feroz determinación. Sabía que su juramento de proteger a Taehyung significaba estar dispuesto a hacer arder el mundo si era necesario. Y no dudaría en cumplirlo.
La promesa de Jungkook resonaba en cada rincón de su ser: "Si alguien te lastima, haré arder el mundo."