Ch 8-Amelia

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Down bad, waking up in blood
-down bad, Taylor Swift

  Me desperté agitada, las pesadillas ya eran casi diarias, así como también despertarme empapada en sudor.
  Miré al techo, buscando las mismas manchas que había encontrado al menos un mes antes, y que miraba fijamente hasta dejar de pensar. Algo no estaba bien. Las manchas no estaba ahí.
  Mi respiración se agitó, y me levanté abruptamente para ver el lugar. No estaba en mi casa, pero el lugar tampoco era totalmente extraño. Mis uñas volaron a mis brazos, y los empecé a rascar en desesperación. Cerré los ojos e intenté calmar mi respiración. Sin éxito.
 
  De la nada, sentí dos delicadas manos alejando las mías de mis brazos.
  —¡Ame! ¿Qué pasa?
  Reconocía la voz, pero no sabía de dónde. Mis ojos estaban cerrados con fuerza, y podía sentir las lágrimas quemando mis mejillas.
  —Amelia, mírame —otro par de manos me agarró por los hombros, mientras la misma delicada voz me acariciaba los nudillos—. Tranquila, respirá.
  Le hice caso a la voz, y abrí los ojos, sin dejar de temblar o respirar agitada. Sobretodo sintiendo las manos en mis hombros y mis propias manos atrapadas, con mis uñas clavadas en mis palmas.
  Enfoque mi vista lo mejor que pude, y por fin pude identificar quién me estaba hablando. Era Kate.
  El calor voló a mis mejillas, y me desesperé peor. Además de estar teniendo un ataque, era con alguien que conocía y veía diariamente.
  —Ame —una voz distinta me llamó, detrás de mi. Asumí que era la persona que estaba agarrando mis hombros y masajeándolos suavemente—. Decime cinco cosas que puedas ver.
  La orden sonaba irreal, ridícula. De cualquier manera, obedecí, sin dejar de mirar a Kate.
  —La puerta, el sillón, la manta —miré más detalladamente la casa—. La heladera y un vaso —contabilicé mentalmente los objetos, y asentí.
  —Muy bien —miré abajo de mis pies, donde estaban plácidamente durmiendo Daira y Dalia, por lo que supuse que, quien me estaba hablando, era Luana —. Ahora decime cuatro cosas que puedas tocar, o sentir, desde donde estás sentada.
  —Tus manos y las de Kate, la frazada y el almohadón.
  Luana y Kate asintieron, la pelirroja sonrió.
  —Decime tres cosas que puedas escuchar.
  —Vos hablando, alguna de ellas dos roncando —señalé a las dos que seguían durmiendo, apenas dándome cuenta de que Kate había soltado mis manos—. Y... Hay algún pájaro afuera.
  —Excelente —Luana bajó el tono de su voz—. Dos cosas que puedas oler.
  —Comida de gato, y... Rosas, me gusta ese olor —miré a Kate, ella sonrió, y creí ver qué su cara se enrojeció un poco.
  —Perfecto, ahora, por último; una cosa que puedas saborear.
  Me concentré en mi boca, e instantáneamente sentí sabor a sangre. En ese momento, me di cuenta de que había mordido mi labio inferior tan fuerte como para que sangrara.
  —Sangre.
  —¿Sangre? —preguntaron las dos juntas.
  —Mis labios.
  Sonaba como si estuviera drogada. Después de episodios como esos, no podía articular bien las palabras.
  Odiaba que la gente me vea así.
  —¿Puedo? —preguntó Kate, acercando una de sus manos a mi cara, sin soltar la mano que seguía debajo de la suya.
  Asentí, no muy segura.
  Kate acercó su pulgar a mi labio, bájandolo un poco para verlo bien.
  —Esperá —se levantó.

  Volvió unos segundos más tarde, con un algodón y algunos recipientes que, supuse, eran remedios.
  —Te puede arder, pero solo un ratito.
  Acto seguido, Kate volcó uno de los líquidos en el algodón, y lo pasó por mi antebrazo derecho. Miré abajo, sintiendo el ardor, y me di cuenta de la cantidad de heridas abiertas que tenía.
  Siguió con el izquierdo, y después fue a mi labio cortado. Mantuvo el algodón en su lugar hasta que el sangrado paró por completo.
  Pasó su pulgar por mis mejillas, secando la humedad y me miró.
  —Listo, ¿Mejor? —preguntó, con una sonrisa.
  Asentí, devolviéndole el gesto.
  —Perdón igual... Por todo eso —me disculpé, un poco avergonzada de la escena que había hecho.
  —No hay problema, Ame, ¿Qué fue lo que pasó? —me preguntó Luana, por atrás.
  Sacudí mi cabeza y miré hacia abajo, empezando a jugar con mis dedos.
  —No, no. Nada —sonreí, girando mi cabeza para mirarla.
  Tenía el maquillaje corrido y estaba despeinada, pero seguía teniendo una mirada seria y, a decir verdad, un poco preocupada.
  —Amelia, no tenés una crisis así por nada —hizo una mueca, junto con un gesto de comillas con una de sus manos.
  Miré a un costado, y después volví a mirar a Luana, pero evitando mirarla a los ojos.
  —Em... Si, no. Solo no estoy acostumbrada a dormir fuera de mi casa y, no me acuerdo de haberme dormido acá —sonreí devuelta, está vez más falsa.
  Luana me dedicó una de esas miradas que, seguramente, le daba a cualquiera de sus pacientes cuando le decían alguna muy obvia mentira o, algún comentario fuera de lugar.
  —Si vos decís —suspiró y miró a Kate,
 
  Kate consiguió algunas curitas, y las puso en las heridas abiertas de mis brazos. Le agradecí, y Luana se ofreció a acompañarme a mi casa para cambiarme y, si quería, volver.
  Salimos de la casa, en un silencio un poco incómodo.
  Miré a Luana, que tenía las manos dentro de los bolsillos de su campera, además de un atuendo totalmente distinto al de la noche anterior. Asumí que se había llevado una muda de ropa.
 

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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