III. Día de la boda

108 17 3
                                    

Miércoles a la mañana, casa de Romina.

Sorpresivamente Agostina fue la primera en despertar. Intentó moverse, pero algo se lo impidió. O mejor dicho alguien:

Romina se encontraba abrazada a ella, aferrándose a su cintura y con la cabeza apoyada en su pecho. ¿Cómo habían llegado a estar así cuando se durmieron una en cada punta? No lo sabía, pero aquella sensación le transmitía cierta calidez y paz que hace meses no sentía. Se acercaban los días más fríos del año y ella extrañaba dormir con alguien, tenerla a Romina así le generaba un cosquilleo que prefería no admitir. 

—Ro... —intentó despertarla, sin éxito— Romi...

—¿Mm? —la mayor murmuró sin abrir los ojos.

—Sé que soy cómoda, pero salí —optó por bromear.

Romina bufó y se separó de ella.

—Que rompebolas, Agostina —la morocha la miró y luego sonrió— Buen día.

—Buen día —le devolvió la sonrisa.

—¿Vas a despertar a las nenas? Yo me lavo los dientes y preparo el desayuno —dijo levantándose.

—Ah, mira. Me tenés de esclava —bromeó y también se levantó.

—Y sí, tengo que aprovechar —le siguió el juego— Espera —dijo al ver que la rubia estaba a punto de abandonar la habitación.

—¿Qué? —la miró sin entender.

Romina se acercó a ella y la abrazó.

—Ahora sí —guiñó un ojo y se dirigió al baño.

Agostina se quedó inmóvil por unos segundos. Se mordió el labio y suspiró. Otra vez aquel cosquilleo que buscaba por todos los medios reprimir.

.

Felicitas y Nina amanecieron felices al ser despertadas por Agostina.

—¡Agostina! —Feli le tendió los brazos para ser alzada.

La ex policía la tomó y luego miró a la menor.

—¿Vamos, Nina? —la niña asintió y fue tomada por la rubia.

Agostina ayudó a las niñas a higienizarse y luego las bajó a la cocina. Allí ya se encontraba Romina preparando el desayuno.

—¿Te hago tostadas con huevo? —le preguntó.

—Sí, dale —sonrió— Mientras voy al baño, ya vengo —dijo tras dejar a Feli y Nina en sus respectivas sillas.

—Dale. Desperta a Mía porfa que se quedó dormida —la rubia asintió ante el pedido

.

Las mujeres y las tres niñas desayunaron sin prisas. Feli era la que más hablaba, ansiosa por el día que tendría en el colegio.

—Te digo que Feli no suele estar tan contenta cuando despierta —Romina le dijo a Agostina.

—¿Ah, si? —miró a la niña, quien le sonrió.

—Tiene un humor que ni te cuento...

—Ah, salió a mí —bromeó.

—¿Se imaginan un hijo suyo? —Mía preguntó de golpe.

Romina, que se encontraba tomando mate, tosió al atragantarse con la infusión.

Mía y Agostina se miraron cómplices, comenzando a reír.

boda agosminaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora