12: Recuerdos

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— Por décima vez, la respuesta es no, mamá.— lanzo la mochila en mi cama y me acuesto en ella.

— ¿Pero por qué no? Me dijiste que ya te habla ¿Por qué no quieres que lo invite a cenar?— cruza sus brazos mientras me mira confundida.

— Es demasiado pronto, apenas y pude tener una conversación con él.

— La cena puede ayudar.

— Dijiste que estoy castigado.

— Dije que no podías salir, en este caso el podría venir.— giro mis ojos ante su terquedad.

Que no.

Que si.

Que no.

Que si.

Que no.

Que si.

Que no.

Que no.

Que si.

— ¡Ya dijiste! Ya no hay vuelta atrás.— estampó mi mano contra mi rostro mientras la escucho celebrar.

Que idiota.

— Mamá.— le llamo sutilmente deteniendo su extraño baile de "Victoria"— Solo déjame conocerlo más y cuando vea que nos llevamos mejor no dudaré en invitarlo a cenar.

Ella suelta un largo suspiro mientras me regala una mirada orgullosa.

— Te estás comportando de la misma manera cuando conociste a Taemin ¿Lo recuerdas?

Jala una silla que está cerca de mi escritorio para después colocarla cerca de la cama donde pertenezco y sentarse.

Me siento para estar a su altura mientras saco el medallón de mi playera y lo veo.— Como olvidarlo, era mi mejor amigo.— paso lentamente la yema de mi pulgar por el medallón y regreso mi atención a mi madre.

— Recuerdo que cuando eran niños eran inseparables.— sonríe levemente.— El era un niño muy callado y tu uno extrovertido. Eran muy diferentes. Nadie quería jugar con él y tu sí. Le prestabas tus juguetes, lo traías a la casa y jugaban video juegos. Era como el hermano que siempre quisiste tener.

— Taemin era un niño tímido, mamá.— guardo mi medallón en el mismo lugar.— Sus padres lo abandonaron cuando era un bebé recién nacido, cuando íbamos a la escuela juntos recuerdo que recibía muchas burlas por ser adoptado y a mí eso me dolía porque él era mi amigo. Verlo llorar me hacía llorar a mí también, no podía dejar que lo lastimaran y por eso lo defendí incontables de veces. No me arrepiento. Supongo que gracias a eso nuestra amistad se intensificó hasta no poder estar lejos del otro.

— Tu siempre fuiste un niño muy bueno, hijo.— acaricia mi mejilla.— Te preocupabas por la felicidad de los demás antes que la tuya, eres generoso, amable, respetuoso y justo. Tu padre estaría muy orgulloso de ver en lo que te has convertido.

— Me educaron muy bien para saber que todos en esta vida somos iguales. Nadie es más o menos que nadie.

— Ese es mi hijo.— sonríe orgullosa.— Aunque jamás entenderé porque de la nada se fue.

Me tenso. Por un momento siento que me falta el aire, así que trato de controlarme desviando mi mirada.— Y-yo tampoco lo sé.

— Mmmm.— arquea una de sus cejas mientras que con su mano toma mi rostro para hacerme mirarla.— Aunque pase el tiempo sé que él al igual que tú llevan el recuerdo de su hermosa amistad. Ambos llevan algo que les recuerda al otro.— señala con sus ojos el medallón.— Tal vez cuando menos te lo esperes puedas tenerlo frente a ti.

CURAME  (Kookmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora