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Prentiss y Morgan, de vuelta en la escena del crimen, charlaban sobre lo sucedido en la estación.

-¿Pero viste como se le quedó viendo Reid? -decía Morgan con un tono divertido.

-Oh, claro que sí, será bueno que al fin alguien le haga sana competencia -soltó Emily- además, te apuesto diez dolares a que terminan como pareja.

Morgan se detuvo y la miró incrédulo: -¿pareja?, ¿Monroe y Reid? Por favor, Emily, ella es mucho para él.

-Ah, ¿y acaso tú eres suficiente para ella? -dijo la pelinegra mirando de reojo a Morgan, quien solo la ignoró y se colocó sus gafas de sol.

En el callejón de Georgetown, una multitud de periodistas se agolpa alrededor de la escena del crimen. La mayoría de ellos lleva ropa formal: trajes oscuros y vestidos sobrios, adecuados para la transmisión en vivo. Algunos sostienen micrófonos con logotipos de diferentes cadenas de noticias, mientras otros tienen cámaras al hombro, capturando cada detalle del lugar.

Varios reporteros están en plena transmisión, hablando de manera animada frente a la cámara, intentando obtener la mejor toma y la declaración más impactante. Algunos tienen auriculares puestos, recibiendo instrucciones de sus productores. Entre la multitud, hay fotógrafos que capturan imágenes de la escena, enfocándose en los detalles importantes y en las expresiones de las personas involucradas.

Hay también algunos periodistas independientes con equipos más modestos: grabadoras de voz, libretas de apuntes y cámaras digitales. La atmósfera está cargada de tensión y expectativa, con todos los ojos puestos en cada movimiento de los agentes de policía que custodian la escena del crimen. La iluminación de las cámaras y los flashes de las fotografías añaden un brillo intermitente al entorno oscuro del callejón.

Morgan y Prentiss, acompañados del policía a cargo de la seguridad de la escena, logran atravesar la multitud de reporteros hacia el callejón donde encontraron a Kelly. Se percataron que los locales habían hecho una especie de altar en su honor, colocando fotografías, flores y velas.

-A las nueve a.m. es difícil secuestrar a alguien -observó Morgan.

-No conocía al secuestrador, eso es riesgoso -dijo Emily al policía.

-Tal vez el agente Hotchner y la chica genio se equivoquen -dijo el policía. Tanto él como los agentes ya conocían la teoría que la agente Monroe tenía respecto al ignoto- tal vez la trajo al distrito alguien que la conocía.

-Nadie traería a una victima a este distrito a menos que opere aquí -le contestó Morgan- en definitiva es su zona de confort.

-De acuerdo, primer día -comenzó analizando Emily- la secuestró, día dos los medios reciben su foto y día tres, su cuerpo aparece aquí, posado. Todo parece orquestado.

-Y si orquestaras todo esto, ¿no querrías verlo? -dijo Morgan.

-Por eso dejó el cuerpo aquí

-Uno de mis hombres filmará a los transeúntes -dijo el policía, para luego alejarse hacia sus subordinados para darles indicaciones.

Mientras tanto, Emily observaba detenidamente la escena, hasta que algo llamó su atención.

-Morgan, ¿esta escena no está acordonada? Hay alguien ahí.

En una esquina del callejón de Georgetown, se encuentra una improvisada tienda de un vagabundo. Esta pequeña estructura está hecha con retazos de tela, cartón y plástico, que han sido hábilmente ensamblados para proporcionar un refugio básico.

La "tienda" está protegida por una lona azul, sujeta con cuerdas a los muros del callejón y asegurada con piedras y ladrillos para evitar que el viento la desmonte. Frente a la tienda, hay una caja de madera vieja que sirve como mesa improvisada, donde el vagabundo ha colocado algunas de sus pertenencias: una taza metálica, algunas latas de comida vacías y un par de libros desgastados.

Al Filo Del Crimen: Una historia del FBIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora