Extra 2: Una presentación inesperada.

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Dos meses después...

Dos meses en los cuales Mingyu seguía enfermando de vez en cuando. Dos meses en los que Wonwoo había estado tan preocupado, que sus feromonas habían explotado y toda la casa olía a ricas gardenias.

—¿Mingyu sigue enfermo?.— preguntó la madre de Mingyu, por teléfono.

Wonwoo pegó el teléfono móvil a su oreja y lo retenía en el lugar con su hombro.

Eran las diez de la mañana y Chan se había despertado con hambre. El omega desabrochó los botones superiores de su camisa y acercó a su pequeño a su pecho.

Seriamente tenía que hablar con su hijo de que ya era el momento de dejar ir sus pezones. Ya era un niño grande.

—Si. Ayer por la noche volvió a tener fiebre. Aún no se ha despertado y ¡ah, Channie!.— gruñó Wonwoo, reprimiendo un grito. Regañó a su pequeño.— No muerdas. No. Muerdas.

—¿Sigues amamantandolo?.— inquirió la mujer.—¿No es demasiado grande ya?

Se parece a su padre, quiso decir Wonwoo. En lugar de eso miró a su pequeño, no tan pequeño, y sonrió.— Lo concentimos mucho. Y no se cuando volveré a tener otra oportunidad de seguir haciéndolo.

La madre de Mingyu suspiró. Wonwoo había sido abierto con ella. Una conversación de madre a omega. Ella había vivido una situación al ser alfa. Las mujeres alfa podían quedar en cinta, pero si fertilidad no era para nada igual que la de una mujer beta u omega. Incluso un hombre omega podía quedar embarazado con mayor frecuencia que una alfa.

Podía entender a Wonwoo, al menos un poco. Estaba en la genética omega desear tener hijos.

—¿Qué hay de Min, lo has hablado con él?

Wonwoo acarició los cabellos de su pequeño consentido.

—Lo hicimos. Lo seguimos hablando, él en particular. Sigue diciendo que se siente culpable por no poder ser suficiente... — suspiró. —ya sabes.

—¿Y como estás tu?

—Estoy... sí, están esos momentos en los que la nostalgia me golpea, pero estoy bien. Prometió no tomar descansos en mis celos, pero soy yo quien termina agotandolo.— Recordó las palabras de Mingyu "mientras la maquinaria funcione..." no pudo evitar soltar una risa. Mingyu fue la mejor elección, sin duda.

Terminó la llamada con la mujer y llevó a Chan a mirar la televisión. Después de su desayuno, el pequeño glotón tomaba un descanso antes de volverse un torbellino el resto del día hasta caer la noche.

Wonwoo miró la hora. Eran las diez con treinta, la hora de la medicina de Mingyu.

Sirvió un vaso con agua y caminó a la habitación matrimonial. Abrió la puerta y encontró a su marido aún durmiendo. Abrió las cortinas y después la ventana para refrescar el interior. Había un olor en el aire, desagradable.

—¿Amor?.— escuchó la voz del beta, somnoliento.— Wonwoo.

—¿Sí, Min?

—¿Qué hora es?.— Preguntó, sentándose en la cama. Las sábanas se deslizaron de los hombros del hombre revelando u n torso magnífico. El omega se deleitó con la vista, esparciendo feromonas de felicidad y pasión.

—Hora de tu medicación.— se acercó a él.

Entonces lo inexplicable pasó. Un fuerte golpe en las ventosas del omega lo sacudió. La combinación del almizcle, Chili y piña lo envolvió.

—¿Qué es ese olor?.— inquirió Mingyu.— ¿has traído gardenias?.— su cuerpo aún se sentía tembloroso.

De pronto, el cuerpo de Wonwoo se sintió débil y el vaso cayó de su mano al suelo estrellándose en mil pedazos. Mingyu se abalanzó hacia Wonwoo cuando este cayó de rodillas al suelo. Lo sostuvo a tiempo, y sus increíbles reflejos lo abrumaron.

¿Quieres ser mi Omega?  •MinWon•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora