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L
ondon no pensó que el camino a la locación qué Dick encontró en el teléfono podría ser incómodo. No pensó que alguna vez podría sentirse incómoda junto al joven Grayson, pero cada mínimo roce por parte de él hacían que su piel se erizara y ella tuviera que apartar la mirada para que no notará el rubor en sus mejillas cada vez que rozaban sus manos, o cuando por accidente él tocaba sus piernas al cambiar la velocidad del auto.
—¿Te encuentras bien? —cuestionó Grayson, dándose cuenta de cómo London estaba prácticamente con la cabeza fuera de la ventanilla del auto.
—Si, solo estoy muy acalorada —Ella se compuso en su lugar mientras se abanicaba con las manos—, ¿tu no sientes el calor?
—No, para nada —murmuró después de pensarlo por unos segundos. Ajeno a lo que London sentía—, pondré el aire acondicionado si gustas.
—Está bien, gracias...
No tardaron mucho en llegar al lugar, un edificio con una decoración minimalista con plantas que una señora cuidaba con tanto esmero como se cuidaría a un hijo propio. En el recibidor había una tableta con el directoria del edificio, Dick busco en los residentes pero solo estaba registrado un nombre "Doctor Adamson" en el Penthouse.
—Para nada aterrador —murmuró London, suspirando—, aunque si nos ponemos a pensar debe ser muy cómodo no tener vecinos que te molesten a cada rato porque supuestamente la música es muy alta.
—Vamos London, no te distraigas —Dick observó el lugar sin percatarse de la anciana que los observaba atentamente.
—Lo siento... —London asintió con la cabeza y siguió a Grayson—, solo que este lugar me pone los nervios, tengo un mal presentimiento.
—Todo estará bien —aseguró tomando su mano.
—¿Caramelo? —la señora que estaba antes en la entrada aparecio detras de ellos, logrando que ambos se asustaran.
—Gracias —murmuró London y aceptó el dulce de aquella señora, lo que le pareció extraño fue que cuando intentó leer su mente no había absolutamente nada. Tal cual sucedió con la familia.
