Ian Meyer
Siento que llevo toda una vida sin ver mi reflejo, pero lo curioso es que no lo necesito, porque me veo en los ojos de los demás, en la mirada de todos lo que he matado para sobrevivir aquí dentro. Me veo reflejado cuando mis manos están alrededor del cuello de alguien, apretando, hasta que no le queda ni un segundo más de vida.
Cómo ahora.
La irá me lleva a levantar su cabeza y chocarla contra el suelo una y otra vez, hasta que los huesos crujen y los guardias me piden que me detenga para comprobar que está muerto. Una vez que se aseguran de eso, me pasan una botella de agua y lo sacan del patio, arrastrando su cuerpo de cien kilos
—Ya ni llevo la cuenta, Americano. —comenta un guardia. —Toma, te lo has ganado.
Me pasan una pequeña mochila, la cual contiene cigarrillos, una botella de alcohol y las llaves de un cuarto.
—Quiero algo más.
El guardia revisa que no venga nadie.
—¿Qué cosa? Sabes que no puedo hacer mucho, tengo las manos atadas.
—Necesito un par de trajes.
Frunce el ceño, pero luego sonríe.
—¿Para el inglés? ¿Aún no acepta que está dentro de una prisión? —se ríe. — Haré lo que pueda.
Me llevan directo a la celda donde la misma chica de siempre me está esperando. La melena pelirroja de Ayla le llega hasta la mitad de la espalda y al escucharme entrar, se da vuelta logrando que la mente se me nuble al verle el ojo morado y la cara pálida.
Más que de costumbre.
—¿Qué te pasó? —indago tocándole el rostro. —¿Quién fue?
Ella se encoge de hombros.
—Grité y a ellos no les gusta eso.
Su intento por el inglés es débil, es por eso que hablo en Turco y que me alegra haber aprendido más de un idioma.
—Estoy feliz de verte. —susurra. —Ya quería venir, estar aquí, contigo. Me gusta estar contigo.
Me abraza y yo hago lo mismo, rodeando su diminuto cuerpo con un solo brazo, notando como se encoge como si tuviera frío y poco después, siento sus labios en mi cuello, sus manos subiendo por debajo de mi camiseta y por último, estirando su cabeza para besar mi boca.
—No… —la tomo de las mejillas. —No tienes que venir aquí obligada a estar conmigo.
—No soy obligada, yo quiero venir. Yo quiero esto, por favor. —da un paso atrás quitándose la sudadera, seguido de desabrochar sus vaqueros. —Tu eres gentil.
Llevo casi tres años encerrado en esta puta prisión, mis intentos de salir son inútiles y por momentos deseo volver al día en que abrí los ojos y me encontré rodeado de dos personas, uno de ellos es mi compañero de celda ahora mismo y la otra, es la mujer que me visita y me da ánimos para salir de aquí.
No sé con exactitud cómo sucedieron las cosas, tal parece que mi cabeza se niega a recordar como llegué a un estado de coma en Groenlandia. No recuerdo nada luego del disparo en la cabeza de Dedrick, su muerte aún sigue causando pesadillas y sueños a medias, porqué sé que fue mi culpa, que murió por mi culpa.
El día en que desperté, Aeris y Duncan me explicaron todo, o bueno, lo poco que sabían. Duncan era amigo cercano de Dedrick y Aeris es su hija adoptiva. No tenía recursos para escapar, no tenía nada para salir de Groenlandia y lo que no sabía, era que un gran grupo criminal me había puesto un ojo encima.
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Eterna Tentación 5
ActionSaga Tentación (Libro 5) Han pasado casi cuatro años desde que la Teniente Melissa Castrell, experimentó el peor dolor del mundo, perder al amor de su vida y padre de su hija. Fue difícil seguir adelante, pero poco a poco lo logró y aunque no fue...