Capítulo III

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"Lo que es, será" -Autora

Salem 1683

El día era fresco, todos caminaban relajados y hacían sus deberes con una sonrisa en sus rostros, la castaña de 17 años caminaba tranquilamente por el mercado, con una linda canasta recién tejida en sus manos, por alguna extraña razón, ese día no tenía desgano de ir al pueblo, nunca le había agradado estar rodeada de personas, le fastidiaba el contacto con estas, pues creía que eran demasiado brutos como para poder seguir vivos en un mundo donde ella creía no todo se lo podía encomendar a la suerte o como ellos lo llamaban "dios". Aunque entendía que tal vez poniéndose en los zapatos de los demás, creía que la vida podría verse más sencilla si le encomendaban su vida a alguien que ni conocían, pues si creían en que alguien los salvaría con un amor incondicional no tenían nada que temer, ella se decía.

Con la diferencia de que en ese día decidió ignorar todo rastro de estrés y fastidio, el día era lindo y qué mejor que ir a comprar cosas del mandado de su madre, tomo por su nariz el aire fresco que paso delante de ella revolviendo un poco el pelo que tanto le costo peinar a su madre, veía la lista que tenia en la mano asegurándose que no se le olvide nada.

Mientras, no muy lejos de Eris estaba Idalia, que recién había cumplido sus 14 años, sin embargo estaba fastidiada pues sus padres no habían festejado su cumpleaños, solo la mandaban a ayudar en la casa, por lo que en ese mismo momento estaba comprando cosas que faltaban en la despensa, en su canasta ya habían varias verduras, solo le faltaba un par de cosas, por lo que decidió mirar de nuevo su lista, ya que no quería que se le pasara algo por lo que tenga que volver al mercado. Leticia quien se percato de la presencia de la chica pasó por su lado empujando la canasta haciendo que todo se regara por el suelo.

-Que pena, lo siento. -Dijo con una sonrisa que no pudo disimular.

La chica de ojos miel, quien ya estaba bastante irritada no podía con la ira que desprendía su cuerpo, de tanta rabia que le tenía seguro que más arrugas aparecerían en la cara de la señora con solo la mala mirada que le estaban dando por sus espaldas.

Eris quien vio la escena fue rápidamente hacia la joven, recogió todo del suelo y le tendió la canasta con una sonrisa amigable, algo que no estaba acostumbrada a hacer, pues como siempre le decía a su madre, nadie merecía que ella les ofreciera una sonrisa, sin embargo, fue algo instantáneo que no logro pensar si quiera, la contraria no se dió cuenta cuando llegó por estar diciendo miles de maldiciones en su mente a la señora que había terminado de estropear su día, al percatarse de la chica su mirada quedo pegada en sus ojos, nunca había visto a alguien tan hermosa como ella, su cara era afilada y pálida, con unas sutiles pecas en nariz y mejillas, no se movió hasta caer en cuenta que no estaba recibiendo lo que se le había caído al suelo, se rió un poco nerviosa y tomo de forma fugaz la cesta.

-Muchas gracias, señorita. -Le sonrió de forma enorme, algo que provocó que el corazón de Eris empezará a palpitar mucho más rápido de lo normal.

Sin embargo, inmediatamente intento evitarlo, era una sensación que nunca había experimentado por lo que la inquieto bastante. Su mirada se dirigió a Leticia que se encontraba a unos pocos metros de ellas.

-No hay algún problema, con mucho gusto le ayudo yo, la pobre señora Leticia no podría agacharse, seguro que su espalda se quebraría de lo polvorienta que está por la edad. -Dijo dándole una mirada de suficiencia, pues sabía perfectamente que la mencionada la había escuchado con claridad.

Varias personas cerca de ellas no pudieron evitar reírse del comentario, pues era una vieja tan amargada que la mayoría no podía evitar sentir un poco de fastidio hacia ella. Está muerta de la cólera se torno morada y salió del lugar refunfuñando.

Renati Per MortemDonde viven las historias. Descúbrelo ahora