Extra.

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Hyunjin se quitó el abrigo en cuanto cruzó la puerta del apartamento y se sacudió el frío antes de seguir el sonido de las voces hasta el salón. Se detuvo en seco ante la escena que tenía delante, asimilándolo todo. Yongbok estaba sentado en el sofá, con los pies metidos debajo de él, y su siempre presente cárdigan cayéndole del hombro. Sam estaba vestido con unos pantalones de pijama a cuadros y nada más. Felix estaba sentado entre ellos, con la cabeza apoyada en el hombro de Sam.

Hyunjin parpadeó durante treinta segundos. —Te das cuenta de que no soy yo, ¿Verdad? —bromeó.

Por lo general, su sarcasmo era recibido con una respuesta igualmente concisa, pero, esta vez, Felix volvió los ojos apagados hacia Hyunjin. —No estabas aquí.

Hyunjin frunció el ceño. Los ojos de Felix estaban hinchados y abotagados, su expresión era miserable. Y solo una cosa hacía que Felix estuviera así de abatido. Rosé.

Miró a Sam y a Yongbok como si fueran personalmente responsables del estado en que se encontraba su marido.

— ¿Cómo llegó a él? —Preguntó Hyunjin—. La tenemos bloqueada por todas partes.

Yongbok se encogió de hombros con delicadeza, subiéndose el suéter por encima del hombro sólo para que se deslizara de nuevo hacia abajo. —Es un virus. Solo cuando creemos que ha sido erradicada, la perra muta.

Felix asintió miserablemente, dejando caer la cabeza desde el hombro de Sam hasta el de Yongbok, que le rodeó con un brazo protector.

— ¿Alguien va a decirme qué hizo? ¿O lo que dijo? —preguntó finalmente Hyunjin.

Sam se inclinó hacia delante y hojeó el periódico que había sobre la mesita. Era el periódico sensacionalista donde Felix había trabajado una vez. Una foto de la cara llorosa de Rosé aparecía en una esquina junto a una foto mucho más grande de Hyunjin y Felix vestidos con sus trajes de boda. El titular era solo una palabra en mayúsculas.

VETADA.

Debajo, en letra mucho más pequeña, había un subtítulo: Lee Rosé desterrada de la lujosa boda de su hijo con Hwang Hyunjin.

Esa perra. Hyunjin debería haberla matado y hacer que pareciera un accidente. Era un puto lastre.

Siguió ojeando el artículo, poniendo los ojos en blanco ante cosas como "hijo muerto" y "cruel e inhumano". Yongbok tenía razón. La mujer era un virus. El peor tipo de virus, de largo alcance, rápido e insidioso.

Sacudió la cabeza, subiéndose a la mesa de café y tomando la mano de Felix, tirando de él para que se pusiera de pie.

—Muy bien, al dormitorio. Sé justo lo que necesitas.

Yongbok se rio. —Seguro que tu polla no lo cura todo.

Hyunjin puso los ojos en blanco. —Ese dormitorio no. La habitación de invitados. Ya saben lo que hay que hacer. Asalten la nevera y el bar. Vamos.

Hyunjin ayudó a Felix a pasar por encima de la mesa y luego lo rodeó con sus brazos por detrás, levantándolo y haciéndolo caminar para que sus pies se elevaran a penas del suelo antes de depositarlo en la cama grande de la habitación al final del pasillo.

Felix se dejó caer en la cama de forma dramática. —No quiero jugar.

Hyunjin puso los ojos en blanco. —Dices eso siempre.

—Y lo digo en serio siempre —replicó Felix.

Hyunjin sonrió. —Mentiroso.

Volteó el tablero blanco de asesinatos sobre ruedas, escondido en una de las habitaciones de invitados solo para una ocasión así y borró el dibujo del último juego.

Insano - Hyunlix #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora