04

111 17 0
                                    

Capítulo 4:

【El final de la ruta original de Ifia】:

Érase una vez, Ifia tenía una familia feliz y dichosa. Sin embargo, su despreocupada vida llegó a su fin cuando su padre sucumbió a una adicción al juego. A partir de entonces, el hogar se vio plagado de discusiones interminables y peleas físicas entre sus padres, y las posesiones valiosas fueron desapareciendo poco a poco.

Al final, ni siquiera la casa pudo salvarse.

Además, al ver a Ifia cada vez más guapa, su padre, consumido por el deseo de jugar, quiso utilizarla como moneda de cambio.

Si jugaba una vez más, ¡podría ganar!

Podría recuperar todas aquellas cosas perdidas, además de más dinero. Los tres tendrían una vida próspera.

Confiado en que podría ganar, el padre persuadió a Ifia durante mucho tiempo.

Aguanta un poco y todo irá bien.

Sin embargo, Ifia ya no era una niña. Comprendía las intenciones de su padre: quería venderla a esos terribles mercaderes, tratándola como a una esclava sin derechos.

Ella no quería ser así.

Al ver los ojos llenos de lágrimas de Ifia, su padre, en lugar de sentir la compasión habitual, se preocupó mucho. Sentía que su hija, antes obediente, había cambiado.

¿Por qué no eres un poco más sensata?

Se dice que con el último movimiento, podría ganar.

La noche en que su padre perdió completamente la paciencia, Ifia siguió sin ceder. Sin embargo, antes de que pudiera salir corriendo de casa para esconderse, su madre ya había cogido un mazo y lo había estampado contra la cabeza de su padre, haciéndola pedazos.

La sangre y la masa encefálica salpicaron por todas partes, e Ifia se asustó, pero no se movió.

Con ojos llorosos, miró a su madre, que sonreía nerviosa. Ifia suplicó a su madre que escaparan juntas, pero su madre negó con la cabeza, acarició suavemente la cabeza de Ifia y le susurró: "Ifia, corre rápido, no dejes que te cojan".

Ifia no estaba dispuesta, pero su madre sacó las últimas monedas de la casa y se las metió en el bolsillo, luego cerró la puerta a la fuerza.

Esa noche, la casa de Ifia fue consumida por las llamas, y los cuerpos de sus padres se convirtieron en restos carbonizados.

Se quedó sin hogar.

Tras gastarse todo el dinero en ella, Ifia se disfrazó y se mudó a los barrios bajos. Pasó por un periodo de depresión, pero en su corazón ardía una llama. Quería salir del fango y llevar una vida normal.

Así que solicitó la matrícula especial en la Academia Pulis, y pronto obtuvo los resultados.

Lo había conseguido.

Sin embargo, aunque la Academia Pulis eximía de la matrícula a los estudiantes plebeyos, no podía evitar otros gastos. Los gastos varios sumaban una moneda de oro.

Y esto era sólo para el primer semestre.

Sin embargo, Ifia no podía encontrar ni una sola moneda de cobre en todo su cuerpo.

Las penurias y la desesperación de la vida la dejaron sin alma, sintiendo que su vida había llegado a su fin.

Pensó que moriría desamparada en los barrios bajos.

Sin embargo, una noche, cuando un hombre delgado y moreno entró en su habitación y sacó una moneda de plata, aceptó en silencio lo que pudiera ocurrir.

Una Chica Dulce No Se Dejará Engañar Por La VillanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora