Luego de años de haber partido, JungKook regresa a la manada que lo vio crecer, topándose con TaeHyung, su novio de juventud, quien ya no está solo en lo absoluto.
"¿Quién es él?"
"Solo vete JungKook, estoy acostumbrado a tu ausencia"
«Cuando un c...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—¿Cómo me veo?
JungKook sonrió hacia su amigo.
YoonGi estaba demasiado emocionado cuando le dijo que asistirían a la celebración de la luna llena en la manada.
—Como todo un lobo.
El hombre soltó lo más parecido a un chillido y JungKook se rio. Definitivamente, su amigo tenía espíritu.
—Apresúrate. Quiero llegar temprano.
JungKook rodó los ojos, pero terminó haciendo caso, se volteó al espejo de su antigua habitación y terminó por arreglar su camisa.
El traje blanco que llevaba ese día, era muy similar al de YoonGi, a excepción que él llevaba esa flor que el chico del otro día le había dado colgando de su bolsillo delantero de su camisa.
—¿Usaremos coronas de flores?
—No. —respondió de inmediato.
No estaba listo para volver a usarlas, mucho menos cuando estás tenían demasiados recuerdos detrás.
El sonido del teléfono se hizo presente, la recepción había mejorado con los años. JungKook vio su pantalla y soltó un suspiro, de nuevo lo estaba llamando.
—Es YoungMi, ¿cierto?
—Sí, no ha dejado de llamarme desde que llegamos.
—¿Por qué no le respondes?
Ni siquiera él mismo lo sabía. Desde que llegó, una sensación desconocida lo embargó, incluso si sus sentidos no se habían activado y su lobo permanecía desapareciendo, había algo diferente.
—No lo sé. —admitió. —La llamaré más tarde.
YoonGi asintió con algo de pena y luego salió de la habitación. YoungMi era una buena chica, una lástima que su corazón le perteneciera a un hombre que inconsistente o no, siempre estuvo atado a su pasado y a ese omega que dejó tiempo atrás.
JungKook jamás se esforzó demasiado en ocultar su desesperado amor por su primer omega. YoonGi aún recuerda la primera borrachera de su amigo, como después de una botella de alcohol terminó llorando y llamando a TaeHyung por las calles cuando él se hacía a miles y miles de kilómetros de ellos.
O tal vez esos sueños que lo atormentaron la mitad de su carrera, fue testigo de como el pelinegro despertaba cada noche lleno de sudor y lágrimas embarradas en sus mejillas por el sufrimiento de tener a su otra mitad tan lejos de él.
—Estoy listo.
YoonGi volteó y vio a su amigo lucir tan guapo como siempre. Aun cuando su traje de médico también era blanco en su totalidad, esa aura que traía puesta JungKook le daba un toque especial, sus ojos resaltaban y su sonrisa se veía más sincera.
