Luego de años de haber partido, JungKook regresa a la manada que lo vio crecer, topándose con TaeHyung, su novio de juventud, quien ya no está solo en lo absoluto.
"¿Quién es él?"
"Solo vete JungKook, estoy acostumbrado a tu ausencia"
«Cuando un c...
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—Binnie.
TaeHyung acarició su cabello negro mientras trataba de despertarlo. Tenía su desayuno favorito y dos pasteles de galleta esperando por ellos.
Los días seguían pasando, era claro que el tiempo no perdonaba nada, tal como SooBin. El niño seguía encerrado en ese papel de estar bien, fingía que todo estaba en orden. TaeHyung lo sabía, incluso si lo veía volver con los ojos al borde de las lágrimas por encontrarse con JungKook.
El alfa seguía persistente, no presionaba, pero tampoco desistía. Lo conocía perfectamente para decir que no se rendiría ni ahora ni el mil años más. JungKook era un alfa decidido, cuando algo estaba en su mente y en su corazón, no había poder de hacerlo cambiar de opinión.
JungKook y SooBin eran tan parecidos. Tarde o temprano se darían cuenta. Ahora estaban muy ocupados jalando de la cuerda para ver quién cedía primero.
—¿Papá?
—No, solo soy quien te dio la vida, nada del otro mundo, cachorro.
SooBin soltó un suspiro y sonrió hacia su papá. Se acurrucó sobre las caricias del hombre y aspiró ese aroma a vainilla que tanto le gustaba.
—¿Noche ocupada? —señaló el libro sobre ciencia ficción que estaba en su buró. Todo el cuarto de SooBin parecía sacado de una película de la guerra de las galaxias.
—Creí que sería mejor darle uso que tirarlo por la venta.
TaeHyung dejó pasarlo y le sonrió, dejando un beso en su mejilla. El olor de SooBin apenas sobresalía, seguía teniendo su aroma a cachorro.
—Baja a desayunar, hijo. Luego iremos a casa de los Choi, ¿de acuerdo?
La sonrisa que mostró fue sincera, siempre le era bueno ver a su mejor amigo. SooBin estaba obsesionado con YeonJun y viceversa, ambos alfas eran como dos estrellas resplandecientes perteneciendo al mismo cielo.
—¿Debo ducharme?
—Por supuesto, cachorro sucio.
—Está bien...
—Entendí ese tono, Kim SooBin. Si no te bañas, iré yo mismo a bañarte.
—Osito amenazador.
TaeHyung lo apuntó con su dedo y luego salió de su habitación. Había extrañado esa sonrisa, pero sabía que aún no recuperaba todo su brillo.
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