my sea | nomin

Capítulo 1

Jaemin estaba emocionado. De hecho, estar emocionado era poco para él. Hoy iniciaba su proyecto de investigación, y ya iba de camino hacia las zonas rurales que debía visitar para poder ver las actitudes y comportamientos del ecosistema desde cerca. Miró su teléfono con alegría y buscó fotos que había sacado hace poco. Eran contadas pero muy hermosas; Carpinteros rojos, zorros nativos, y pingüinos de la zona. Específicamente, su favorita era la de pingüinos, debido a que mostraba a una madre y padre cariñosos rodeando a su pichón, el cual estaba cambiando su plumaje, demostrando su evidente desarrollo hacia la adultez.

Terminó de sonreír mientras se mordía el labio, y simplemente apretó contra su pecho su teléfono. Miró a sus lados y vió como el piloto frenaba frente a la cabaña. Chilló y golpeteó el hombro de Yuna a su lado, avisándole que por fin habían llegado. Yuna chilló junto con él y ambos tomaron sus cosas para por fin salir del desquiciado auto.

Jaemin respiró el aire puro de la zona y habló un tanto con otro de sus amigos: Jaehyun, el cual era biólogo, y también había emprendido el viaje como ellos dos con el fin de investigar. Pasaron a la cabaña y dejaron sus cosas ahí, lo más rápido que pudieron, y se dirigieron en el mismo auto hasta la costa, lugar donde investigarían el mismo día. Era mediodía y les esperaban horas largas, pero Jaemin no podía estar tan feliz, así qué decidido a ignorar el dolor de pies que se le avecinaba, sonrió y dió aplausos pequeños con emoción.

Habían llegado al puerto más rápido de lo esperado, y claro, no era un puerto como tal pero llevaba aquel nombre, aunque no estuviera intervenido directamente por actividad humana. Lo primero que vió fueron las gaviotas y los lobos marinos, asomándose por las piedras y cuidando a sus crías, siendo salpicados por el agua y moviéndose de la forma única en la que lo saben hacer. Jaemin sonrió y sacó su cámara, fotografiando todo lo importante.

—Jaehyun —llamó Yuna—. ¿A qué hora iremos a ver a las pequeñitas, las golondrinas de mar? —cuestionó para luego tomar agua de su botella.

—Luego de ver un rato a estos chicos. Antes de venir me contacté con pescadores de la zona y me dijieron que es bastante común verlos competir, es decir, aquí no hay actividad humana directamente.

—Aunque deberías pensar que no siempre es lo mismo. Vamos, es cosa de suerte ver eso —Jaemin dejó su cámara colgando de su cuello y frunció el ceño gracias al fuerte sol que yacía.

—Sí. Lo sé, pero el señor Lee no me defraudaría —rió—. Es broma. Lo llamaré para que venga a darnos un pequeño recorrido, ya sabes, a pesar de ver las fotos, es distinto estar aquí.

—Claro. Anda.

Yuna imitó su última palabra un par de veces más y ambos rieron. Jaemin continuó fotografiando a los lobos marinos, sonriendo encantado, mientras tanto, Yuna se sentó sobre las rocas, en un lugar bastante lejano a los pequeños. Ellos estaban en una zona alta, por donde se podía divisar desde gran altura toda la playa, por lo que los lobos marinos no estaban viéndose interrumpidos por la actividad humana, además, ellos no buscaban en absoluto molestarlos.

—Me siento tan feliz ahora mismo —habló Yuna.

—Y yo, ni siquiera te imaginas como amo a estos pequeñuelos. Son como perritos gigantes. Además, sabes que el mar es mi cosa favorita —Jaemin sonrió y guiñó un ojo.

—Tienes razón, sólo quiero disfrutar esto. Creo que no será necesario anotar, es tan importante que mi cerebro almacenará todo segundo por segundo —carcajeó.

—Lo mismo digo.

Siguieron riendo hasta que tuvieron que apaciguar el sonido de sus voces debido a la llegada de Jaehyun, informando que el señor Lee no podría llegar debido a unos inconvenientes, pero que en cambio, mandaría a su hijo para que les presentara el lugar. El señor dijo explícitamente que conocía el lugar como la palma de su mano, ya que había nacido, y se había criado en esta tierra.