Las semanas que siguieron al primer encuentro en el café fueron mágicas para Clara y Daniel. Sus citas se llenaron de risas, conversaciones profundas y un entendimiento mutuo que los sorprendía a ambos. Pasearon por parques, visitaron exposiciones de arte y compartieron cenas largas y románticas. Todo parecía encajar a la perfección, como si hubieran estado destinados a encontrarse.
Sin embargo, a medida que su relación se profundizaba, también lo hacían las sombras del pasado de ambos. Clara, aunque enamorada de Daniel, no podía evitar recordar las traiciones que había sufrido anteriormente. Su exnovio la había engañado repetidamente, dejándola con una herida profunda y una gran desconfianza hacia el amor. Por su parte, Daniel había sido abandonado por su exnovia cuando más la necesitaba, lo que lo dejó con un miedo constante a ser traicionado nuevamente.
Una noche, mientras Clara y Daniel caminaban por la orilla del río después de una cena, Clara notó que Daniel recibía constantes notificaciones en su teléfono. Intentó no prestarle demasiada atención, pero las dudas comenzaron a surgir. ¿Quién le escribía tan tarde? ¿Por qué parecía tan interesado en ocultar la pantalla?
"¿Todo bien?" preguntó Clara, tratando de sonar casual.
"Sí, claro," respondió Daniel con una sonrisa, guardando rápidamente su teléfono en el bolsillo. "Es solo trabajo. Siempre hay algún proyecto que necesita mi atención."
Clara asintió, pero una pequeña chispa de inseguridad se encendió en su interior. Trató de ignorarla, recordándose que Daniel no era su exnovio y que debía darle el beneficio de la duda. Sin embargo, esa noche en su apartamento, no pudo evitar revisar sus propias redes sociales, buscando cualquier señal de que algo anduviera mal.
Por su parte, Daniel también lidiaba con sus propios demonios. Aunque confiaba en Clara, no podía evitar sentir una punzada de celos cada vez que ella mencionaba a sus amigos masculinos o cuando recibía mensajes de algún antiguo compañero de trabajo. Sabía que sus inseguridades eran irracionales, pero después de lo que había vivido, le resultaba difícil no sospechar.
Una tarde, Clara decidió sorprender a Daniel en su oficina con su café favorito. Al llegar, lo vio a través de la puerta de cristal hablando animadamente con una mujer. Se detuvo un momento, observando cómo reían y compartían una conversación que parecía muy personal. La inseguridad la golpeó con fuerza.
Daniel, al darse cuenta de la presencia de Clara, la saludó con una sonrisa amplia y la invitó a entrar. "Clara, quiero que conozcas a Marta, mi colega. Marta, ella es Clara."
Marta, una mujer de sonrisa amigable y ojos brillantes, saludó a Clara con entusiasmo. "He oído mucho sobre ti. Daniel no para de hablar de lo increíble que eres."
Clara sonrió, sintiéndose un poco tonta por sus celos momentáneos, pero la semilla de la duda ya estaba plantada. La tarde transcurrió sin incidentes, pero Clara no podía evitar sentirse incómoda cada vez que Marta y Daniel se dirigían la palabra.
Esa noche, mientras estaban en el sofá de Daniel viendo una película, Clara se animó a hablar de lo que sentía. "¿Marta es solo una amiga, verdad?"
Daniel la miró sorprendido, pero asintió con firmeza. "Sí, claro. Es una gran colega y amiga, pero nada más. ¿Por qué lo preguntas?"
"Solo quería estar segura," respondió Clara, tratando de sonar despreocupada. Pero Daniel notó la preocupación en sus ojos y le tomó la mano.
"Clara, sé que ambos tenemos nuestros pasados y nuestras inseguridades, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti. Solo para ti."
Clara sonrió y se inclinó para besarlo, tratando de disipar sus dudas. Sin embargo, en el fondo, ambas inseguridades seguían creciendo, alimentándose de pequeños momentos y gestos que, aunque inocentes, se convertían en grandes interrogantes.
La relación entre Clara y Daniel continuó floreciendo, pero la sombra de la desconfianza se cernía sobre ellos, amenazando con nublar el amor que estaban construyendo. Cada risa compartida y cada caricia eran agridulces, teñidas con el miedo de que un día, la verdad podría revelar algo doloroso.
Así, mientras Clara y Daniel navegaban por las aguas de su nuevo amor, ambos luchaban contra las corrientes de su pasado, esperando que su barco no naufragara antes de alcanzar la orilla.