Carnicero -COMPLETO-

Capítulo 16: Entre los muertos

Por la mañana, chicos (y chicas, probablemente?), el decimosexto capítulo está aquí. Sin mucha charla al azar, vamos a las reseñas. Además, lo actualizó para calificar T aquí en FF. Cry al respecto.

Death Fury, skotos07, ThomasTyler2020 e Guest: ¡muchas gracias!

Le Connoisseur: Apuesto a que estás bastante contento con lo que sucedió el domingo.

Etkowatches: Esperemos que gane el Oscar en lugar de volverse rojo.

Percy no disfrutaba exactamente de ser consumido en el pensamiento, pero no había mucho que pudiera hacer mientras Artemis estaba buscando comida. Comida para él, sin embargo.

Él habría preferido, sin duda, ir con ella. Realmente no le gustaba que la gente hiciera cosas por él, especialmente algo como adquirir sus comidas. Pero Artemisa teníahizo algunos puntos justos. Primero, ella era la diosa de todo lo que abarcaba el acto de cazar, a pesar de lo bueno que era con un rifle de francotirador. En segundo lugar, Percy no podía salir a lugares como ella, haciendo que las salidas fueran significativamente más largas, especialmente sin Blackjack aquí. Tercero, y probablemente el punto más importante, no podía confiar realmente en la tripulación de la nave, todavía no. Ya era de mañana y nadie apareció, y con toda honestidad, Percy no estaba demasiado ansioso por bajar y ser emboscado por un grupo de marineros muertos. Artemisa también habló sobre un cuarto punto, algo relacionado con poder revivir a los animales que cazaba, pero Percy no estaba prestando demasiada atención a eso.

Actualmente se apoyaba en el arco, cerca de la figura de Zöe. El abrazo que Artemisa le dio después de que reveló lo que le había pedido a Mississippi que le concediera todavía estaba fresco en su mente. La proximidad, como había pensado desde que se acercaron el uno al otro anoche, era tan embriagadora que le parecía una droga. Quería más, y lo quería mal.

Pero, por supuesto, la realidad fue decepcionante. Percy se encontró solo, con solo su mente incómoda como compañía, que lo había estado reprendiendo durante horas en este momento, simplemente por tener estos pensamientos de querer estar cerca de Artemisa. Para ser justos, probablemente tenía sentido si consideras quién era Artemisa, pero a su corazón no le importaba menos. Después de todo, nada dejó su mente, de manera realista nada sucedería. Al menos deja que un hombre sueñe, por el amor de Dios. A pesar de eso, los pensamientos del pasado y la culpa no dejaron su cabeza por nada. Sigue adelante, dirían muchos. Un terapeuta probablemente le recomendaría eso, pero era como si estuviera maldito. No pudo dejar que el pasado muriera en su mente.

Particularmente cuando se trataba del tema de su difunta novia. Se olvidó de la cantidad de veces que trató de hacer frente a la realidad, para decirse a sí mismo que ella estaba muerta y no había nada que pudiera hacer al respecto, pero la voz dentro de su cabeza no se calló. Le instó a pensar en ello, cada vez, cada día, cada momento. Lo perseguía como un fantasma. Tanto es así que había coqueteado con la idea de asaltar el Inframundo y exigir a Annabeth que regresara como Orfeo tenía antes que él, pero probablemente no funcionaría, dado que sus métodos generalmente giraban en torno a la amenaza y la intimidación, en lugar del talento musical. Percy llegó a la conclusión de que la razón por la que no pudo seguir adelante fue probablemente gracias a su defecto fatal.

Tu defecto fatal es la lealtad personal, Percy. No sabe cuándo es el momento de reducir sus pérdidas. Para salvar a un amigo, sacrificarías el mundo.

Al final, Athena había demostrado ser correcta. Qué shock. Percy lo haría sacrifica el mundo por un amigo. Para Annabeth entonces, desafiaría a los primordiales, renunciaría a su propia vida. Pero no había nada que pudiera hacer contra la llegada de la muerte. La inevitable, fría y despiadada desaparición por la que inevitablemente pasaría todo mortal. Había pasado por cuatro etapas de dolor, pero la aceptación era algo que nunca logró realmente.