Capítulo 8: Vivo pensando en ti

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– Y no usé pantalón durante un mes. – Checo estaba junto a su acompañante tomando unas copas en el bar.

– Siete semanas y dos días para ser exactos. – Arthur seguía limpiando vasos. – Es un sinvergüenza.

– Bueno, tú no eres tan diferente en eso, Arthur. – Max alzó una ceja divertido al ver al Androide ver que en vez de pantalones traía un sistema para movilizarse.

Ambos se reían de la situación. – Casi me río del hombre sin pantalón, y olvido que no tengo piernas.

Luego de un momento, en el que las risas fueron cesando. El rubio cambió de semblante. – Casi olvido que mi vida estaba arruinada.

– Lo lamento.

– ¿Y tú por qué? – No entendía ese aura de culpabilidad del pecoso. – Me voy a dormir. – Se levantó suavemente y caminó fuera de allí. – Descansen.

– Igualmente.

– Descansa, Max. – Arthur se acercó un poco al otro. – Él es maravilloso. – Le guiñó el ojo discretamente. – Gran elección.

Aún con esas palabras, Checo seguía pensando en que algo no estaba bien. Sabía que era, pero no podía dejar de pensar en eso.

En el taller, Sergio estuvo construyendo un paisaje de los que el rubio le habló anteriormente. Estaba hecho de metal, pero a pesar de eso tenía unos detalles hermosos.

Cuando Max llegó a su habitación y se cambió de ropa observó con curiosidad en su pequeña mesa aquella figura. Además estaba una lata de RedBull al lado.

¿Cómo la consiguió?

Tomó la figura y sonrió tratando de aguantar las lágrimas.

Pasarón unos días y Sergio se iba enamorando cada vez más. En una de esas ocasiones atrapó a Max nadando.

Se quedó embobado ante la vista del movimiento frente a él. Su espalda flexionando cuando daba una brazada y sus piernas dando potencia para avanzar por el agua. Era sorprendente.

Cuando el rubio se dió cuenta, Checo trató de disimular dando una vuelta en su mismo lugar por los nervios. Aunque se tranquilizó al ver la sonrisa que le daba el contrario.

Al fin terminó de construir su robot, este era a base de robots de limpieza y una cámara. Estéticamente funcionaba muy bien, era atractivo y resistente. También era rápido.

Fue a la sala del observatorio, en donde se encontraba aquel ángel. Se paró al lado y lo vió sentado con su café y un aperitivo. Estaba escribiendo su ¿historia?.

Se giró de manera lenta y le dió una sonrisa a la cámara. – ¿Qué tal? Hola.

Sergio observaba detrás de una pantalla, tenía un mando para controlar al robot. – Aquí tienes.

Se abrió un compartimento en la parte delantera del pequeño robot y sacó una nota.

¿Cenamos hoy?

Checo

– ¿Estas invitándome a salir?

El robot asintió. Del mismo sitio sacó un esfero y estuvo atento a que Max escribiera su respuesta antes de recoger aquel papel y retirarse.

Cuando llegó a su destino, Sergio recogió la nota emocionado.

Me encantaría.

M.

No pudo evitar suspirar de emoción y sonreir. Tenía que ponerse su mejor traje.

– Es una cita.

Sergio estaba puesto un traje negro con una camisa azul desabotonada dos botones. Estaba jugando con su manga por los nervios. Fue hacia la alcoba 331 y la puerta se abrió. Al inicio no había nada, lo que hizo que frunciera un poco el ceño. Estaba buscando a su cita pero no veía mucho.

Pasajeros (Chestappen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora