De los errores se aprende, pero yo me equivoqué mucho.
Me sentia como la mierda. Era una mierda, mi boca estaba entumecida por estar con la mordaza de bola. (Esa mujer hace un tiempo cambio los accesorios a unos más dentro de sus gustos). Mi baba escurría por mi barbilla. Y no podía detenerla.
Mi mente estaba en blanco. Tenía algodón en mi cabeza. ¿Cuánto tiempo hemos estado haciendo esto?.
—No te desmayes todavía guapo. No he terminado. — un golpe brutal de un objeto contundente me dió justo en la ingle. Podía sentir la piel romperse y la sangre cálida escurriendo. Me sentía tan adolorido, mis músculos se estaba entumeciendo.
Esto es un castigo, un castigo divino por no escuchar a papá. Dios mío perdóname, me voy a morir. Voy a morír por esa droga. Por tener sexo.
La mujer toqueteaba mi área íntima con un aire clínico, como si me estuviera inspeccionando. Yo me encontraba flácido. Y sin ganas de continuar.
—¿Eres un homosexual? — ¿Eh?. Ella me preguntó, obviamente no podía procesar bien sus palabras y el darle una respuesta mucho menos. —Tuve que darte droga para que te pusieras duro, creí que los jóvenes como tú eran muy activos.
No, no soy gay. Es solo que estoy asustado, estoy muy asustado. Me estoy rompiendo. Me duele mucho. La piel de esa área se siente como si se estuviera despellejando. El viagra que me dió estaba pasando efecto. Me sentía fatal, sucio. Ya no quiero más. Quiero irme. Quiero irme, quiero irme.
Una mano cálida me quito el sudor del rostro y las lágrimas que empapaba todo —Tengo unas amigas interesadas, hay algo en ti que es llamativo.
Debe de ser porque soy un enlace de cabra. Expelo feromonas. Y esas feromonas hace que las mujeres se sientan atraídas a mi. Provocando peleas entre ellas. Pero odio esto, odio dónde ella me toca, no sé siente bien, el placer deja un agujero en mi corazón, se está llenando con desprecio. Quiero morir, quiero morir.
Ella quita la mordaza y yo intento hablar, rogar para que me libere, me deje ir. Pero solo salen balbuceos.
—Eres demasiado guapo. — ella me mete algo en la boca y yo reconozco que es, intente cerrar mi boca o mover mi rostro, pero fue inútil.
—¡Tranquilo! — ella con un increíble acopio de fuerza logro mantener mi rostro quieto, también me sentía demasiado débil para safar su agarré— tranquilo — repitió — Está pastillita no es Viagra cariño, es algo mucho mejor, te hará sentir colaborativo y no habra dolor, es éxtasis.
dejé escapar un chillido cuando la mujer pellizcó mi pezón con un objeto frío, para luego repetir el proceso con el otro. Pese a que estoy completamente atolondrado por la droga, supe que eran pinzas que estaban conectadas por una cadena. Mis oídos zumbaban y apenas podía comprender un solo detalle de lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Me sentí enfermo. Ella suavemente me dió la vuelta.
— Siempre quise intentar el peggin. — estaba hiperventilando, creí que iba a desmayarme sabe de nuevo, el dolor me abrazó con la calidez y familiaridad de un viejo amigo. Sentía que iba a vomitar.
—Espero que no te importe que grabé para después. — la escucho susurrar justo en oído.
La punzada dolorosa, la sensación de llenura, el desgarre. El Vaivén de afuera y dentro. Afuera y dentro. Me sentía flotar.
—Me llamo Claudia. — acariciaba mi cabello sudoroso. Cómo si de un gato se tratase — Recuerda mi nombre Guapo.
Estoy seguro que no lo olvidaré nunca
(...)
—Tio...¿Estás seguro de que te encuentras bien? — Damian me preguntó por cuarta ver consecutiva.
—Si...— Mentí con voz ronca y rasposa por los gritos de la noche anterior. Amanecí sin las ataduras, pero con marcas evidentes, hinchazón combinados con dolores punzantes de cabeza. y mi cervix se sentía como si en algún momento se fuera a desprender. Me dolía demasiado la columna y las caderas. Y estaba cubierto de fluidos corporales, y dudaba que solo míos.
La mujer llamada Claudia se había marchado en la mañana, dejándome una nota y dinero vergonzoso, lo primero que quise hacer con ese dinero era tirarlo por el retrete, romperlo y quemarlo. Reducirlo a simples cenizas. Pero debía admitir a regañadientes que lo necesitaba. Y no podía escuchar a mi orgullo.
—¡Por el amor de Dios Spencer!. ¿Que te paso en el cuello? ¿Te atacó un perro o que?.
No sabía a qué se refería Damian, pero cuando toque el área del cuello me di cuenta demasiado tarde, Sisee por el repentino ardor, tenía una mordida. Busque apresuradamente mi teléfono para ver mejor el daño.
Estaba todo rojo y malva. Está mañana estaba tan absorto en limpiarme que no me concentre en las heridas. Esa mujer, Claudia me había dejado herido. Todo lo que me hizo, difícilmente se puede considerar marcas de una amante apasionada. Eran más, como intentos de asesinato.
—Ya vuelvo... creó que voy a vomitar— Salí corriendo, necesitaba ir al baño y sacar todo lo que tenía dentro, lo cual era nada. Tenía el estómago tan apretado está mañana que no pude desayunar. Sabía que no me daría tiempo de llegar así que me dirigí a unos matorrales cercanos donde casi nadie aparecía y regurgite todo.
La garganta me ardía y solo vomité bilis. Mi boca estaba tan pegajosa y seca. Que me sabía tan asqueroso. Ver el vómito que era solo agua me dieron más ganas de vomitar más. Para alguien que sufre de emetofobia estaba casi seguro que quemaré el uniforme y no volveré a pasar por aquí en lo que me queda de vida. Resulta que esa mujer era emetofilica. En los vagos recuerdos que aún perduraban en mi memoria, pude verlo. Cuando me inserto esa cosa de plástico, vomité y en lugar de sentir repulsión ella se éxtasio más y fue más brusca. De solo pensar en esa experiencia quería solo golpearme contra una pared y obligarme a una amnesia auto inducida. Podrán ser vagos pero allí estaban, llegando como flashbacks en mi cabeza.
—¿Spencer?. ¿Te sientes bien? — una voz suave y femenina me saco de mi auto desprecio, Voltee a ver y era Marcela, ella había posado una mano confortante sobre mi espalda dando caricias perezosas. El hotel Milleniun estaba lleno de personas que te miran por encima del hombro, que creen que no eres digno de mirarles a los ojos. Que siempre tenía que fingir una sonrisa profesional y interés en sus vidas, preguntar cómo protocolo 'sobre sus días', o 'sobre sus hijos'.
Pues entre toda esas personas de universidad privada, trajes caros y perros de raza se encontraba ELLA. Con Marcela jamás tuve que fingir una sonrisa,. siempre llegan por si solas, de manera natural.
Tan natural como lo es el respirar.
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La relatividad del infierno se asemeja al Amor
Fantasy"Encuentra lo que amas y deja que te mate" con esas simples palabras de Bukowski todo comenzó. Spencer, un simple portero que no coincidía con las expectativas de sus padres, tuvo que abandonar su hogar desligándose por completo de su familia. Vivie...