Prueba

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Un encantador Omega de 24 años se encontraba sentado en la sala de su hogar con dos de sus amigos más cercanos, Kenma y Oikawa

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Un encantador Omega de 24 años se encontraba sentado en la sala de su hogar con dos de sus amigos más cercanos, Kenma y Oikawa. Estos tres habían formado una amistad debido a la gran cercanía de sus parejas alfas. Al ser los tres omegas, se entendían perfectamente y podían hablar sin tener un alfa molestando en la nuca. Sin embargo, hoy no estaban reunidos para chismear o tener una tarde de cuidado personal. Hoy se reunían por las sospechas de cierto Omega de cabello negro sobre su cinta.

— ¿Cuánto falta? — preguntó Oikawa, más nervioso que si él mismo se hubiese hecho la prueba en lugar de Keiji.

— 15 minutos — respondió Kenma en tono neutral, mientras jugaba con un bebé de cabello castaño que se encontraba en su regazo, mirándolo con mucha curiosidad.

— ¿¡Solo han pasado 10 minutos!? — se exaltó Oikawa, mirando la prueba y luego a Keiji, que se encontraba más tieso que una estatua. — Oye, ¿estás con vida? ¡Estás más tieso que una momia, amigo!

— Creo que no te está prestando atención — comentó Kenma, colocando al bebé en una mejor posición.

— ¡Keiji!

El chico, que estaba completamente perdido en sus pensamientos, se sobresaltó, mirando al par con confusión. Sin decir ni una palabra, solo veía. Su mente era un caos absoluto, sabía que su vida estaba a punto de cambiar y no sabía cómo reaccionar. Ni siquiera había hablado del tema con Bokuto.

— Keiji, no tienes que llorar, todo estará bien — dijo Oikawa, señalando las lágrimas que Keiji no había notado que corrían por sus mejillas.

— Es que ni he hablado con Bokuto-san sobre esto — sollozó Keiji. — Y tampoco sé si sirvo para todo eso.

Kenma se acercó para abrazarlo, intentando calmarlo, pues no era muy bueno con las palabras, pero sí podía ofrecer un poco de consuelo.

— Si Bokuto se atreve a hacer algo en tu contra, te juro que lo castraré — dijo Kenma con una seriedad tan grande que hizo reír a Keiji un poco. — cosa que no pasará porque creo que ese idiota se muere antes de dejarte.

— Kawa... ¿Cómo lo hiciste? — preguntó Keiji.

— ¿Mhm?

— Todo sobre tu embarazo y tu hijo — dijo, mirando al niño en el regazo de Kenma, que era una copia exacta de su padre, Iwaizumi. Keiji podía jurar que hasta tenía el ceño fruncido igual.

Oikawa sonrió, acariciando la cabecita del bebé.

— Bueno, primero me aseguré de que Iwa-Chan no escapara por una ventana — bromeó Oikawa. — Pero en serio, fue difícil, pero tener amigos como ustedes y a un alfa que me apoyara, lo hizo todo mucho más fácil. Y ya sabes, siempre ayuda tener un poco de humor.

Kenma se inclinó hacia el bebé y le dijo en tono conspirador y a la vez neutro:

— Recuerda, pequeño, nunca subestimes el poder de un buen chisme y unas galletas recién horneadas.

My children [Bokuaka]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora