Contigo-3 meses

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Bokuto no se sorprendió al ver a Akaashi arrodillado sacando la cena de la noche anterior por el escusado. Desde que el omega empezó el tercer mes, la mayoría de sus mañanas y después del desayuno se habían convertido en momentos de malestar, ya que las pastillas que le indicó la doctora le generaban náuseas. Bokuto se levantó de la cama, decidido a ser un apoyo en ese momento difícil para el chico.

Se acercó a Akaashi y, con una mano en su espalda, le susurró con suavidad: — Estoy aquí, Keiji. Respira profundo, ya pasará.

Akaashi, aunque visiblemente agotado, se sintió reconfortado por la presencia de Bokuto. Tomó un par de respiraciones profundas mientras se aferraba al borde del escusado, tratando de calmar su estómago revuelto.

—Gracias, Koutaro —murmuró Akaashi, su voz apenas audible.

Bokuto se inclinó un poco más, acariciando con ternura el cabello de Akaashi. — Vamos, te traeré un poco de agua y algo de té de jengibre. La doctora dijo que eso podría ayudarte con las náuseas. Mientras te vamos a lavarte los dientes.

Akaashi asintió lentamente, dejando que Bokuto lo ayudara a levantarse y se lavara la boca rápidamente. Con cuidado, Bokuto lo llevó hasta el sofá, asegurándose de que Akaashi estuviera cómodo antes de dirigirse a la cocina.

Mientras preparaba el té, Bokuto pensaba en lo fuerte que estaba siendo Akaashi durante todo este proceso. Quería hacer todo lo posible para aliviar su malestar y apoyarlo en cada paso del camino. Volvió con una taza de té humeante y una botella de agua, sentándose junto a Akaashi y ofreciéndole la bebida.

— ¿Te sientes un poco mejor? — preguntó Bokuto, preocupado.

Akaashi tomó un sorbo del té y asintió. — Un poco. Gracias, Koutarou. No sé qué haría sin ti.

Bokuto sonrió, tomando la mano de Akaashi entre las suyas. —Siempre estaré aquí para ti, Keiji. En todo momento.

Akaashi se recostó en el sofá, sintiéndose un poco más relajado con el té de jengibre calentando su estómago. Agradecía enormemente la presencia y el apoyo incondicional de Bokuto. No era fácil lidiar con las náuseas constantes y el malestar.

Pasaron unos minutos hasta que Akaashi decidió hacer una pregunta respecto a su físico.

—Boo, estoy gordo, ¿verdad? —preguntó Akaashi, viendo su abultado vientre de tres meses que fácilmente tenía el tamaño de un melón, ya que su panza sería más grande de lo habitual por tener a dos personas en vez de una.

Bokuto sabía que debía ser cuidadoso con su respuesta, pues su pareja había entrado en una etapa sensible y cualquier comentario podría terminar con Keiji llorando e ignorándolo hasta que le trajera alguna comida como ofrenda.

—Yo digo que estás lleno de amor —dijo Bokuto, tocando el vientre. Akaashi solo frunció el ceño.

—Dices que sí estoy gordo.

—Digo que tu cuerpo está cambiando para que nuestros bebés vengan al mundo sanos y salvos, algo que es de admirar —respondió Bokuto, dándole mimos en el sofá. Al escuchar eso, Akaashi se sonrojó.

—S-silencio —tartamudeó. —Haz silencio y mejor dame comida, tus hijos tienen hambre y tengo que comer por tres ahora.

Bokuto rió suavemente y se levantó rápidamente. —Como tú digas, Keiji. Pero recuerda lo que dijo la doctora sobre la dieta. No puedes comer tanto azúcar, así que nada de helado con mostaza y galletas de chocolate esta vez.

Akaashi frunció el ceño, visiblemente molesto. —¡Pero eso es lo que quiero!

Bokuto se acercó y le dio un beso en la frente. —Lo sé, lo sé. Pero ¿qué tal si hacemos un trato? Te prepararé una ensalada de frutas frescas y un poco de pollo asado. Será delicioso y saludable para ti y los bebés.

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⏰ Última actualización: Jul 10 ⏰

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