La música comenzaba entre las calles de París, ese día era permitido a los gitanos dirigir el festival. Contradictorio a lo que ocurre los demás días del año donde son perseguidos sin piedad.
Por todas partes se veían los bailes, los disfraces, las carpas que servían de cambiador. En una de ellas una joven gitana se preparaba para presentar su número. Ensayando algunos de sus pasos con la música del ambiente.
-"Djabi, ¿No se escucha prometedor?"- hablaba con su pequeña cabra que le hace compañía como un perro lo haría -"esto será divertido"- comienza a deslizar la bata que cubría su cuerpo. Antes de quitarla por completo escucha algo extraño detrás de ella, asustada se levanta y acomoda su bata antes de que algo o alguien tire de la cortina que divide la tienda.
Cubre aún más su cuerpo antes de levantar la cortina que esconde aquel causante de tanto desastre.
-"¿Estás bien?"- preguntó preocupada, el intruso trata de cubrir su rostro tratando de que no lo vea directamente -"vamos, déjame verte"- pidió quitando parte de la cortina, supuso que era un pobre desorientado y quizá un ebrio que perdió el equilibrio -"ves, no paso nada"- toma aquel hombre avergonzado del brazo ayudándolo a levantarse -"solo ten más cuidado"- sugirió dirigiéndose a la salida.
Un tímido -"si"- escucho de él
-"por cierto, gran máscara"- dijo sorprendida por el realismo de este antes de volver a su tienda.
La música cada vez más animada, los bailes aún más rítmicos. Los parisinos comenzaron a dar paso a una tétrica carroza rodeada de soldados a caballo. Después de unas calles aquella carroza se detiene y de ella sale el ministro de París. Algunos ciudadanos agachan la cabeza al verlo, otros murmuran y se alejan de la presencia de aquel temido hombre.
Claude Frollo toma su lugar, a una distancia prudente del templete. Aquel bufón dando la bienvenida a los recién llegados se acerca a él sin temor, cantando y arrojando algunos pétalos de flor. El ministro lo ve sobre el hombro esperando la hora para que se aleje de él. Acomoda su ropa y limpia aquellos pétalos sobre él.
Aquel atrevido bufón se aleja hasta el escenario, presentando entre música a la hermosa bailarina. Frollo se revuelve en su lugar con una pizca de curiosidad.
Y en una nube de humo aparece la silueta de una mujer. La vista se torna más clara saliendo una hermosa mujer.
Inmediatamente llama la atención del ministro, sintiéndose enganchado por ella raspa su garganta y se recarga mejor en su asiento -"miré, que repugnante capitán"- dijo apretando sus manos ocultando su admiración.
La hermosa gitana de vestido rojo corre sobre algunas mesas llegando a él, Frollo inmóvil no sabe que hacer ante tal situación. Su respiración se detiene al tenerla de frente, aquel vestido ceñido a su cuerpo no dejaba nada a la imaginación. Una mascada morada con notas doradas se enreda en su cuello, la joven atrevida lo obliga acercarse a ella. Un pequeño y rápido beso en su nariz hace temblar al temido y frío juez. En aquel rápido acercamiento pudo ver con claridad sus ojos, unos hermosos ojos verdes contrastando su piel canela y una ligera caricia en su mejilla le hacen tragar saliva.
Antes de que pueda reaccionar ella se burla de él bajando su birrete antes de regresar corriendo al escenario. Una creciente furia nació de él, furia por permitir aquel acercamiento, molesto con el mismo por no controlar los latidos de su corazón.
El espectáculo seguía, la gitana aún bailaba, Frollo se sentaba en su elegante silla de terciopelo rojo, tratando de mantener su expresión seria y altiva. Pero, por dentro, se sentía perturbado por el gesto de Esmeralda. Su mente no podía dejar de pensar en el beso en la nariz y en el contacto cercano que había tenido con ella. Él, un hombre que valoraba la castidad y la pureza, se sentía atraído por una bailarina gitana que encendía sus sentidos.
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Lo Que Debió Ser [FrolloxEsmeralda]
Fanfiction¿Cómo hubiera sido la historia si Esmeralda hubiera aceptado estar con Frollo, aunque sea solo una vez?