Esta ciudad acaba con mi paciencia

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Me desperté y no quedaba nadie en el apartamento. Tenía un par de llamadas perdidas de Horacio. Comí un par de bollos, me duché y le llamé de vuelta.

-¡Lucia! Al fin despiertas. Estamos donde los basureros. Vente que hay que trabajar.
-Vale, vale, voy.

Salí a la calle y robé un coche. Total, lo hacían todos, ¿no? Además, como fuera andando no llegaba. Al rato llegué y estaban Horacio, Gustabo, Segismundo y Trujillo.

-Hola chicos.

Todos me saludaron. Me dijeron que estaban a punto de empezar una ronda así que me puse el uniforme rápidamente y comenzamos. Más tarde nos fuimos los cinco a dar una vuelta en coche.

-Escúchame.-Dijo Horacio.-Un día me quiero pillar un bate.
-¿Un bate para qué?-Le dije.-¿Para jugar al béisbol?
-Claro. A veces juego partidos... ¿Sabéis dónde pillarlo?
-Yo tengo un bate.-Dijo Segismundo.-Pero hay que comprar antes una licencia.

Al final Segismundo le dejó el bate a Horacio y el machete a Gustabo. Yo no quería nada. Nunca había usado armas. Después un tío nos intentó vender Vodka barato, y al no fiarnos nos dió una prueba. Horacio se desmayó le llevamos al hospital. Empezó a despertar en el coche.

-Como pote verás.-Dijo Segismundo.
-Meh, da igual.-Le contestó Trujillo.-Si este coche es robado.

Una vez en el hospital los médicos comenzaron a ayudar.

-¡Un médico, por favor!-Entro Gustabo gritando.

Dos médicos se nos acercaron.

-Hola, muy buenas caballero.-Dijo el médico del pelo azul.-¿En qué le podemos ayudar?
-Pues mire, nuestro compañero se ha tomado una botella de vodka y se ha desmayado.-Dijo Gustabo.
-Bueno.-Dijo Segismundo.-Eso es lo que dijo el tío, pero eso no era vodka ni de coña.
-¿Sabéis si está en coma etílico?-Nos preguntó el otro médico.
-No sé.-Le respondió Gustabo.-Está como convulsionando y dice palabras en arameo.
-Simplemente balbucea Gustabo-Le dije mientras Horacio le decía cosas al médico.
-Mira, está consciente.-Dijo.
-¿Quién habla?-Dijo Horacio.-¿Papá?
-No, no. No soy tu padre.

Se llevaron a Horacio en una camilla mientras Segismundo, Gustabo y yo nos reíamos de lo colocado que iba Horacio. Al rato vino el tío del vodka disculpándose. Salió un médico diciéndonos que ya lo estaban tratando y que no sabían cuánto tardarían porque tenían que hacerle vomitar y ponerle suero con una vía para que no se desmayara. Luego, como la última vez nos pusimos a espiar.

-¿No puede pincharme en el culo?-Oíamos a Horacio.-Es que si veo como me pinchan me mareo.

Me senté en una silla al lado de Trujillo y le envié un mensaje a Toni.

Lucia: Toni, cómo cojones se fuma?
Toni: Esa boca. Y ni se te ocurra fumar
Lucia: Mis amigos me estresan. Necesito algo para aliviar el estrés
Toni: No vas a fumar. Si tanto te quejas sabes que puedes volver a Italia conmigo y con Carlo
Lucia: Pero si tú fumas
Toni: Y yo no soy tú

Dejé de hablarle. Ya era mayorcita para hacer lo que me viniera en gana. Levanté la mirada y un tío con un peinado curioso y horrible entró a la sala donde estaba Horacio. Gustabo entró a la sala y yo me limité a mirar la puerta sin prestar atención a los demás. Segismundo se fue a hacer no se qué y nosotros salimos y nos fuimos al coche que había conseguido Trujillo. Fuimos con Toni, que estaba en la puerta, hacia el Pier. Allí nos preguntó un chico si queríamos ir a la fiesta del yate. Le dijimos que no. Después Toni nos dió porros. Para vender. Gustabo y Horacio parecían conformes y yo... Bueno, me dejé llevar. Hay que buscarse la vida, ¿no? Además la droga nos daría más dinero. Simplemente... Me tocaría callarme lo de que iba a vender droga con mis hermanos. Toni nos dijo que cada porro se vendía a $110 y fuimos a vender por el Pier. Trujillo nos avisó de que llegaba la policía y nos fuimos a la playa. Tras vender un rato noté algo raro.

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⏰ Última actualización: Jul 08 ⏰

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