❛ por favor, dios mío... permíteme ser feliz junto al hombre al que amo. ❜
decir que a beomgyu le sorprendió despertarse aquella mañana con la sorpresa de que su matrimonio arreglado estaría comenzando a llevarse a cabo a partir del próximo mes sería una vil mentira; desde que cumplió veinte años sus padres no se le han despegado de encima, insistiéndole una y mil veces con que ya era hora de asentarse, hacer su vida y ser un adulto respondable... beomgyu tenía una definición un poco distinta a la de sus padres con esto respecto a ser un "adulto responsable"- pero, claro está, no la compartiría. ser el hijo de los duques de parís también conlleva reglas a las cuales debe abstenerse.
una de ellas es no hablar de más, esa que más le ha traído problemas.
— no me casaré con yoo jimin. — y la manera tan seria en la que espeta cada una de sus palabras parece llegarle a su enfurecida madre como una bala detrás de la otra. admite que se siente un poco intimidado, la profundidad de los ojos oscuros de su progenitora es capaz de congelar a cualquiera, pero es un adulto (desafortunadamente) y está dispuesto a que ella lo escuche al menos una vez en su vida.
reprimirse sus sentimientos nunca había sido demasiado difícil, de todas formas, sus padres tampoco se interesaban mucho en cómo se sintiera siempre y cuando estuviera cumpliendo con sus tareas como príncipe. era lo único que les importaba. pero esta vez no está dispuesto a tragarse su desconformidad- conoce a yoo jimin, la única hija de los reyes; una de las mujeres más codiciadas por todos esos marqueses y condes de reinos bajos que aspiran con tomar a francia en sus manos... pero él no está interesado en ella, no importa qué tan magnífica y rara sea su belleza ni que tan inacabable sea su fortuna, nada de eso es del interés de beomgyu. ni siquiera tiene nada que ver con su físico o del estatus, es sólo el hecho de que le están imponiendo contraer matrimonio con una mujer con la cual ni siquiera ha tenido la oportunidad de cruzar más de una palabra. esto, entre todas las cosas, es lo que más le perturba.
— te casarás con ella. — replica de la misma forma dura, sin piedad. el castaño nota que su madre aprieta los puños, esa es señal de que está conteniéndose; esperará una bofetada de su parte y sabe que no podrá librarse de ella hasta que acabe esta conversación, sólo espera poder escapar de esta hasta entonces. respira fuerte y pesado. — tú y la princesa yoo van a contraer matrimonio...
— yo no la conozco. — su intervención repentina parece enfadarla más. espera que por fin explote, pero le extraña ver cómo ella solamente sonríe. el eco que hacen los tacones de sus zapatos por todo el salón se siente atemorizante, como la cuenta regresiva de algo horrible que estará a punto de pasarle; beomgyu realmente comienza a sentirse intimidado. traga seco.
— hijo— el peso de sus manos sobre sus hombros le envía escalofríos que le recorren todo el cuerpo, sus largas uñas encastrándose en su piel sobre su ropa; y el sonido áspero de su voz profunda le hace sentir mínimo en comparación. se encoge en su lugar, intenta mantener sus ojos fijos en la silla que está del otro lado de la mesa, frente a él, sólo para distraerse del miedo que comienza a hacerle temblar. —, tu opinión para nosotros en este momento es...
— inútil. — ante la intervención de una tercera voz que los acompaña, ambos se vuelven para mirar hacia la puerta; allí, minjeong los mira a ambos con esa expresión seria que parece tener la mayoría del tiempo. aunque lo único que ella usa es ropa ligera que sólo deberían llevar los hombres y se dedica a estudiar médicamente los cuerpos que han perdido la vida, es el orgullo de su madre, la luz de sus ojos desde que nunca ha sido tan rebelde como su hermano menor. eso, en parte, enfada a beomgyu y le hace sentir un poco celoso de ella.
— ¡minje! qué bueno que estás aquí, querida. — su semblante cambia por completo y se ilumina en cuanto la castaña se les acerca, dando pasos fuertes hasta el comedor. mira con desdén la poca comida que tiene el menor en su plato y sus ojos apenas se posan sobre este. como siempre, ella lo mira como si fuera un mero trozo de carne podrida sin valor alguno. beomgyu la aborrece. — ¿podrías hablar con tu hermano, por favor? él no quiere entender que el matrimonio es lo mejor para su futuro.
ante la mirada estoica que le da minjeong, beomgyu le responde igual. no odia específicamente a su hermana; odia sus ojos redondos, sus labios rectos, sus pestañas largas, los lunares en sus mejillas, la curvatura de su mentón... odia que ellos sean tan parecidos y tan condenadamente diferentes al mismo tiempo. mirar a su tan perfectamente moldeada hermana es como verse a sí mismo en uno de los inmaculados espejos del castillo, sólo que el interior que ve no es el mismo que el suyo.
— si beomgyu no quiere pensar por el bien de esta familia— comienza, su voz siendo tan fría como siempre. se inclina un poco hacia su silla y la forma en la que respira sus palabras bajo esa sonrisa arrogante hace que beomgyu se sienta tan enfadado. — entonces él no debería ser rey.
— tal vez no quiero ser rey. — la sonrisa se desvanece del rostro de la mayor, y ahora este gesto le pertenece a él. sabe cuál es su punto sensible. — es una lástima que nosotros no decidamos nuestros títulos... ¿cierto, princesa?
la última cosa que kim minjeong aporta a esta conversación es un fuerte golpe en la mesa, su mano estampándose en esta con tal brusquedad que el sonoro traqueteo de los platos hace un eco abrazador por las paredes del salón. ella se va sin decir absolutamente nada, pero es obvio decir que la ira que siente ante este calificativo probablemente haya sido eso que la llevó a marcharse.
y justo cuando piensa que se ha deshecho de un problema, beomgyu tiene de nuevo los ojos penetrantes de su madre fijos sobre él. esta vez se sienten mucho peores. la sonrisa se borra de su rostro, del de ambos.
— mañana te encontrarás con la princesa yoo. y su matrimonio se llevará a cabo, quieras o no. — e imitando las acciones de su furiosa y dolida hermana, su madre desaparece del salón dejando un portazo a sus espaldas. sin permitir que beomgyu diga nada, ambas lo dejan solo.
mira su plato de comida, desordenado. maldice entre dientes y de repente ya no tiene apetito.
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la campanella ★ beomjun
Randomla duquesa sabía de antemano que imponerle al marqués un compromiso arreglado le traería problemas, pero ella no habría esperado el tener que lidiar con su propio hijo enamorándose del hermano de su prometida. 𝟭𝟵𝟬𝟳𝟮𝟬𝟮𝟰 © 𝗺𝗶𝘇𝗲𝗿𝗴𝘆𝘂