deuxième partie

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el frío abrazador que golpea los alrededores del castillo cada vez que se asoma la noche no es algo a lo que beomgyu le guste enfrentarse diariamente, él prefiere refugiarse en su cama y dormirse lo más rápido que puede sólo para no pensar de más. sólo para tener un segundo de descanso. él no saldría de noche a menos que sea estrictamente necesario, como en este preciso momento.

apenas llega al jardín principal que se extiende en el núcleo del castillo, puede sentir las fuertes ráfagas de aire helado que le quitan el cabello del rostro y empañan sus ojos de lágrimas finas. sostiene con fuerza la mano de su momentánea acompañante sólo para asegurarse que sigue a sus espaldas y no hará nada extraño para escapar. se detiene de golpe sólo cuando la música proveniente del salón es ya casi completamente inaudible, no es más que un susurro muy suave parecido al silbido que hace el viento al pasar.

sólo entonces la suelta. ambos respiran pesado por lo rápido que han caminado para llegar hasta aquí, y beomgyu tiene que acomodar sus ideas antes de soltar alguna palabra.

— ¿se puede saber quién eres? — ella no lo mira y todo lo que hace es enlazar y desenlazar sus dedos, nerviosa, supone. beomgyu asume que sea quien sea debe saber que se ha metido en un problema magnánimo al reemplazar la presencia de yoo jimin en su baile de compromiso. y no es que a beomgyu le enfade tanto que ella no esté... él sólo está desconcertado, no sabe de qué se ha perdido.

— marqués choi, yo...— su voz tiembla. beomgyu mantiene el silencio porque realmente quiere esperar una explicación, genuina e ingenuamente cree que recibirá una. se sorprende cuando ve a esta mujer desplomarse en el piso, sobre sus rodillas y con la frente pegada al pavimento. puede oír sus sollozos, suaves y lastimeros que son casi tan fuertes como el murmullo de la música de salón. — lo lamento... lo lamento tanto, le ruego que me perdone... yo no quería engañarlo...

beomgyu comienza a sentirse mal. quizás fue demasiado cruel al hablar con ella, su última intención era acabar en una situación como esta.

— oye, no...— pero no está muy seguro de qué decirle. suspira y se arrodilla frente a ella, tomando con suavidad sus hombros para que despegue su cabeza del piso. realmente no necesita esto. — por favor, levántate. no tienes que disculparte así.

y beomgyu no sabe a qué se debe esa oleada de sensaciones que lo ahoga en cuanto los ojos llorosos de esta mujer y los suyos se encuentran; las lágrimas aún empañan su mirada, reflejando las luces tenues que adornan el castillo en el lamento vergonzoso de sus ojos oscuros. su maquillaje ha sido arruinado y su cabello está incluso más desordenado ahora. beomgyu pasa saliva e intenta pensar en una palabra para describir eso que siente bajo la mirada lastimera de esta mujer; una sensación pesada de ligereza que le aprieta en el pecho. se obliga a dejar de mirarla cuando siente que va a desmayarse. he de estar agotado por el baile, piensa apretando sus manos en los hombros de la contraria para ayudarla así a ponerse de pie junto a él.

se aclara la garganta, despejando así su cabeza también, antes de decir algo más. la ve enjugándose las lágrimas con las elegantes mangas de su vestido, que se ensucian por su maquillaje oscuro, se deshace de sus párpados y acaba sobre su ropa. es una escena que le parece cada vez más lamentable.

— no hay razón para que llores. — él saca un pañuelo de uno de sus bolsillos y se lo ofrece, ella parece dudar de nuevo esa noche pero, finalmente y con un avergonzado asentimiento de cabeza, lo acepta.

— no parece importarle demasiado que esté suplantando a la princesa yoo. — murmura y beomgyu puede avistar una sonrisa dibujándose con sigilo en sus labios, no sabe muy bien cómo sentirse al respecto. la ve secándo sus lágrimas con el pañuelo que le ha dado y, cuando termina, suelta un suspiro suave que beomgyu apenas puede percibir. — supongo que... no tiene sentido mantener esto.

— ¿qué...? — y si antes se sentía confundido por haberse dado cuenta que esta mujer no se trataba de yoo jimin, ahora que la ve quitando de su cabeza lo que al parecer se trataba de una especie de peluca, miles de dudas estallan en su mente. siente que se ha quedado congelado. claro, por eso le parecía tan inusual la diferencia de altura y el cómo se sentían sus manos entre las propias.

quien ha estado suplantando a la princesa yoo no es una mujer.

bajo la tenue luz de la luna gibosa cresciente que se alza sobre ellos, beomgyu apenas puede ver el rostro apenado del chico frente a él y que realmente no puede reconocer. aunque se le hace familiar, se pregunta, ¿dónde lo había visto antes? y por su cabeza también pasa la cuestión de, ¿quizás por eso me sentí tan extraño al verle? tal vez fue porque había algo conocido para mí en él. de todas formas, no puede saberlo- al menos no si sólo mantiene su silencio.

beomgyu no sabe qué decir. no sabe cómo sentirse. ¿es una broma de su madre? piensa que ella ha de estar enojada por la rebeldía que él ha mostrado estas últimas semanas ante la idea de contraer matrimonio, pero conoce a su madre y sabe que ella podrá tener de todo en sus manos, menos sentido del humor. siente que el corazón va a salírsele del pecho mientras más tiempo pasa, y no sabe cuál debería ser su reacción cuando el contrario, después de un minuto que se sintió casi interminable, levanta por fin sus ojos a los propios.

— siento haberlo engañado... y... entiendo si quiere entregarme, no me opondré si toma la decisión de...

— ¿crees que voy a entregarte? — es la última cosa que se le habría pasado por la mente que le diría, y la última que a beomgyu se le hubiera ocurrido preguntarle. piensa que ha sido más una reacción de su parte. lo ve apretando entre sus manos el pañuelo que le ha dado, doblándolo y desdoblándolo una y otra vez.

— ¿no va a hacerlo? — bajo su réplica, beomgyu siente como se le calientan las mejillas. está avergonzado por no meditar sus palabras antes de decirlas. piensa un poco mejor.

— podrías comenzar diciéndome tu nombre...— después de desviar sus ojos hacia los arbustos de rosas que se despliegan junto a ellos, beomgyu levanta nuevamente su mirada a la contraria, que lo mira con ingenuidad y quizás algo de miedo. lo más probable es que este chico piense que está a punto de arruinar por completo su vida, tal vez lo esté. y aunque beomgyu sabe que no es tan despiadado como sus padres, se siente en la obligación de agregar:— quizás así lo considere.

— creo que lo considerará. — extiende su mano y beomgyu duda en tomarla, lo mira primero. se pregunta a qué vendrá esa sonrisa que le está regalando. sin embargo y a pesar de todas las preguntas que esta situación está desarrollando, acepta su mano en saludo. se siente suave y ligera entre la suya, claro está que nunca podría haber pensado que se trataba de la mano de un hombre y no de la mujer que él esperaba. no le sorprende haber sido engañado por él. — no creí que nos encontraríamos de nuevo en una situación como esta.

— ¿...disculpa? — y la sonrisa dulce de su rostro se amplia ante su confusa duda.

— soy choi yeonjun. es un placer verlo de nuevo, marqués choi.

y beomgyu siente como todo su cuerpo se vuelve más pesado de repente. ahora entiende por qué este rostro se le hacía tan familiar no sólo desde que le reveló que se trataba de un chico sino desde que comenzó a bailar con él en el salón. y es que quien tiene al frente no es un mero desconocido.

choi yeonjun es el hijo mayor de los reyes de francia. es el hermano de la princesa jimin y, definitivamente, no es la primera vez que se encuentra con él. asume que tampoco será la última.

la campanella ★ beomjunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora