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Narra Eiko

Todo empezó de una forma muy simple, más de la que me gustaría.

Un normal dolor en la pierna izquierda.

En ese momento estaba trabajando como camarera para poder pagar mis estudios, así que no le di mucha importancia.

Pasaron días, semanas y meses hasta que el dolor empezó a aumentar. Con ello también vinieron vomitos, fiebre y mareos.

Y yo nunca fue una mujer que se pusiera enferma fácilmente. Así que ahí decidí que era hora de ir al médico.

...

Narradora omnisciente/ Flash back

— Señorita Takagi, usted tiene cáncer de hueso en etapa 4.— Hablo un médico mirando los papeles de las pruebas que le hicieron.

Eiko se encontraba sentada en una silla con sus dos padres detrás de ella.

La cara de su madre era un cuadro, y su padre simplemente se mantuvo igual de frío que siempre. (Aunque por dentro también estuviera igual de confuso).

La única que no entendía nada, era la rubia. Por qué ella pensaba que tendría remedio.

Obviamente sabía que el cáncer no era moco de pavo, pero vamos... no había fumado nunca, con suerte tenía sexo, tampoco bebía y sus padres no tenían ninguna enfermedad.

¿De dónde le podría haber llegado el cáncer de hueso?

— Después de unas cuantas pruebas más le daremos tratamiento y podrá irse a casa.— Volvió a hablar el médico.

— ¿Tratamiento?— Preguntó Eiko.

— Cariño...— Susurró su madre.

— Umm... Siento decírselo, pero la etapa en la que se encuentra, no tiene remedio de momento...— Explicó el médico.

Un silencio inundó toda la sala médica.

¿Como se suponía que tenía que reaccionar?

¿No tenía cura?

Eso significaba que se iba a morir.

Miles de pensamientos corriendo por su cabeza. Haciendo que empezara a sentirse nerviosa y abrumada.

— No se preocupe, con un buen tratamiento podrá durar muchos años más.— Intento tranquilizar el médico a la joven.

— ¿Cuánto va a costar eso, señor?— Preguntó el señor Takagi, padre de Eiko.

— Primero necesitaremos ver que tipo de tratamiento necesita y una vez listo le diremos la suma.— Le respondió.

La menor de aquella habitación seguía en blanco.

¿Podría seguir su vida normal?

El médico se excusó para ir a buscar  dicho tratamiento que tendría que usar la mujer para el resto de su vida, dejando vía libre a la familia para hablar.

— Mamá...— Los ojos de ella estaban cristalizados.

— No te preocupes cariño, todo va a estar bien...— Su madre se apresuró a abrazarla, intentando calmarla.

— Claro princesa, podrás seguir con tu vida tal y como lo hacías antes.— Intervino también su padre para animar.

La madre de la Eiko le limpió las pequeñas lagrimas que salieron de sus ojos. Le dio un beso en la frente y la nombrada intento tranquilizarse.

Minutos después, el médico volvió con unos cuantos botecitos blancos con diferentes nombres.

Extendió un papel junto a las pastillas en el que ponía cada cuánto debía tomarlas y que no podía hacer después.

Amor de hospital || Sanzu HaruchiyoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora